Los afectados por la millonaria trama urbanística de la Iglesia: “Nos echan de nuestras casas”
Cerca de 200 familias que viven de alquiler y más de 100 ancianos y 17 monjas que conviven en una residencia se han visto perjudicadas por las ventas del Arzobispado de Madrid
Y ahora, ¿qué? Cerca de 200 familias que viven de alquiler, más de 100 ancianos y casi una veintena de monjas que viven en una residencia de mayores han sido, por el momento, los grandes perjudicados de la trama inmobiliaria de la Iglesia en Madrid destapada por EL PAÍS. Las tres operaciones aglutinan las enajenaciones de 18 edificios. Todas pertenecen a fundaciones tuteladas por el arzobispado. Las ventas se produj...
Y ahora, ¿qué? Cerca de 200 familias que viven de alquiler, más de 100 ancianos y casi una veintena de monjas que viven en una residencia de mayores han sido, por el momento, los grandes perjudicados de la trama inmobiliaria de la Iglesia en Madrid destapada por EL PAÍS. Las tres operaciones aglutinan las enajenaciones de 18 edificios. Todas pertenecen a fundaciones tuteladas por el arzobispado. Las ventas se produjeron en los dos últimos años. La última se ha conocido este lunes. Juntas han sumado un monto de más de 100 millones de euros. La Iglesia pretendía comprar un solar con este capital para construir una “Ciudad de la Misericordia” al suroeste de Madrid, una especie de minivaticano con residencias para mayores y varios colegios católicos. Una quimera. El Vaticano se ha enterado de estas noticias y ha enviado a un abogado para asesorar al cardenal Carlos Osoro (titular del arzobispado madrileño) ante este mayúsculo escándalo. El enviado de Roma ha encargado a un bufete de Madrid revertir todas las operaciones ante el acecho de la justicia. Todas las operaciones están ahora mismo en los tribunales. ¿Y los afectados? Por primera vez hablan los inquilinos de las tres fundaciones:
1. Fundación Molina Padilla: 70 familias en el limbo
Magnolia Pérez, de 62 años, lleva dos décadas viviendo en uno de los dos edificios que la Fundación Molina Padilla tiene en la calle Núñez de Balboa de Madrid, en pleno barrio de Salamanca. Esta es una de las 64 fundaciones que tutela el arzobispado. Aquí viven alrededor de 70 familias de alquiler. Con la renta de estas casas, la entidad revierte el 70% de los beneficios en ayudas para alumnos malagueños de pocos recursos.
“Me habían hablado muy bien de esta fundación y, como no tengo familia, decidí vender mi casa e instalarme aquí”, cuenta la vecina Pérez, que se gastó más de 16 millones de pesetas en arreglar el piso con la condición de pagar una renta de alquiler hasta el final de sus días. Sin embargo, en octubre de 2019 su futuro se volvió negro. Sospechaba que algo no iba bien. “La fundación dejó de alquilar pisos y leí en EL PAÍS la venta de los edificios de otra fundación… Ahora sé lo que tramaban. Es todo vergonzoso. Todo son mentiras. Que Dios les ampare. No hay derecho a lo que nos están haciendo. Es lo peor que he visto en mi vida. Que en estos momentos se esté especulando y cociendo la venta de una fundación así es de las cosas más inadmisibles que he visto”.
Este periódico desveló el pasado lunes que el arzobispado ordenó en octubre de 2019 la venta de los dos edificios de la fundación por 13 millones de euros a la sociedad limitada Building The Next Success SL. Un precio muy por debajo del mercado, según los expertos inmobiliarios. Ante el acecho de la justicia, el cardenal Osoro ha ordenado revertir la operación, pero el futuro de los inquilinos y de la propia fundación aún es incierto.
Gema Padilla, sobrina del fundador Alfonso Molina Padilla, resume así el calvario que ha vivido en estos últimos meses: “Mi máxima preocupación era que el patrimonio sirviera para cumplir los deseos de mi tío: dar becas a los niños necesitados de Málaga. Pero estos señores [en referencia a los hombres del arzobispado], solo tienen la pretensión de hacer negocio. Al final conseguirán que la fundación desaparezca entre compras, ventas y comisiones”. Este año la entidad tenía previsto repartir 350.000 euros en becas de estudio, pero la fundación tiene las cuentas ahogadas ante el expolio de sus bienes. Los niños de Málaga se han quedado sin becas por primera vez.
2. Fundación Fusara: casi 200 inquilinos a la calle
La fundación Fusara es un acrónimo que responde a la Fundación de Santamarca y de San Ramón y San Antonio. Su objeto es “educar a menores de edad carentes de medios económicos con enseñanza católica”. Resulta de la fusión de dos fundaciones en 2008 que contaban con numerosos inmuebles, de cuya administración proveían fondos para orfanatos, colegios concertados y residencias. Su patrimonio entonces estaba valorado en 70 millones de euros. La fundación contaba hasta 2019 con 14 edificios en el centro de Madrid. Aquí viven todavía alrededor de 170 familias en régimen de alquiler. Sus mensualidades sirven para mantener los colegios y las residencias concertadas. Los 14 bloques de viviendas han sido vendidos en 2019 por 74 millones de euros a un entramado opaco de 14 empresas.
“Vino un señor y me dio una carta sin más explicaciones”, contaba hace justo un año María del Carmen Martínez, de 92 años, en el salón de su casa de la calle Angosta de los Mancebos 2, del barrio de La Latina. “Mi hija me explicó que igual nos echan de casa. ¡Y yo pensé que era propaganda!”. El origen de esta trama inmobiliaria se destapó el de 17 de octubre de 2019. Ese día, todos los vecinos de Fusara comenzaron a recibir un burofax. Sebastián Navarro, de 61 años, recuerda ahora que el suyo le deseaba hasta “buena suerte”. Él, que vive en un bloque del barrio de Lavapiés, fue uno de los primeros en remover cielo y tierra para tratar de frenar las ventas. Se puso en contacto con el resto de vecinos. Ahora todos han llevado el caso a la justicia: “La idea de que nos querían echar cuanto antes de nuestras casas estaba muy clara”.
¿Quién compró estos 14 edificios? Un entramado opaco con letras mayúsculas. Cada uno de estos 14 bloques de viviendas los compró una empresa. Estas 14 empresas se crearon entre el 2 de abril y el 13 de junio de 2019 con un capital de 3.010 euros cada una. Todas ellas tenían en principio la misma administradora: María Elena García Pastrana, que vive en Badalona y que cuenta con 1.012 empresas vinculadas a su nombre por toda España, según el registro mercantil. La venta de esta operación a través de sociedades opacas alcanzó los 74 millones de euros. El Arzobispado de Madrid cobró la mitad, 37 millones, el 30 de julio de 2019 por transferencia de un banco luxemburgués a una cuenta del BBVA, según pudo confirmar EL PAÍS.
¿Por qué se vendieron? “Existía una problemática muy seria con el estado de los inmuebles. No contábamos con fondos y se realizó un estudio en el mes de mayo con un proyecto de transformación”, cuenta un miembro del patronato. La realidad es bien distinta. La mayoría de los pisos se encuentran en perfecto estado. Más de 40 vecinos afirman que, cuando entraron a vivir, realizaron inversiones de miles de euros (otros de pesetas) para reformar sus viviendas con el visto bueno de la propia fundación Fusara. El futuro de los casi 200 vecinos también pende de la balanza de un juzgado de Madrid.
Y 3. Fundación Santísima Virgen y San Celedonio: 100 ancianos engañados
Sor Rosario caminaba hace justo un año cabizbaja con su hábito blanco por uno de los infinitos pasillos de la residencia de ancianos de la Fundación Santísima Virgen y San Celedonio, ubicada en la calle Padre Damián, 22, a solo cinco minutos a pie del Santiago Bernabéu. “Nos enteramos de la venta del edificio en marzo [de 2019]. No sabemos nada más”, contaba esta religiosa de 70 años. El arzobispado ha vendido estos inmensos pabellones residenciales en forma de U y la parroquia de San Jorge, con la que colinda, a la universidad privada de Nebrija por 37 millones de euros.
La Fundación Santísima Virgen y San Celedonio se creó el 1 de julio de 1916. La residencia donde se encuentran cerca de 100 ancianos es fruto de la donación del Conde del Val, un marqués que quiso crear una organización sin ánimo de lucro para atender a las personas mayores más desfavorecidas. Es decir, este edificio es el bien dotacional, cuyo destino es la realización principal de la fundación. “Su arquitectura es de carácter historicista, con elegantes fachadas de ladrillo visto”, según el Colegio de Arquitectos. Fue declarado bien de interés cultural en 1996.
“La venta se ha hecho con un 90% de apoyo de las familias de los ancianos”, argumentaban fuentes del patronato de la fundación cuando EL PAÍS destapó el caso. Las familias, sin embargo, no recibieron ninguna información más allá de una carta que no decía nada del futuro de sus abuelos. El madrileño Pedro Sánchez, de 71 años, tiene a su madre dentro desde 2014. Por su habitación paga ahora 1.832 euros, 400 más que cuando entró. Él se enteró de la venta por una llamada telefónica de la actual directora de la residencia, Esther Sánchez. “Me dijo que la habían vendido y que iban a construir una gran ciudad de la misericordia en Madrid y que por octubre del 2021 mi madre y los residentes se desplazarían allí”, cuenta ahora.
“Todas las cifras que nos han dado eran falsas. ¿Cómo se puede vender esto por 37 millones de euros?”, subraya. “Esto no se lo cree nadie. ¿Qué podíamos hacer las familias de los residentes? Nada. Estábamos atados”, lamenta. El arzobispado y la Universidad de Nebrija llegaron el pasado 3 de diciembre a un principio de acuerdo para revertir las operaciones ante el acecho de la justicia.
¿Por qué se ha vendido la residencia y la parroquia? Según los miembros del patronato de la fundación, presidida, como todas, por el cardenal Carlos Osoro, la enajenación se produjo porque la residencia no estaba adaptada al siglo XXI y los ancianos necesitan mejores atenciones. Sin embargo, según las cuentas a las que ha tenido acceso este diario, la fundación tuvo una reforma de más de 1,5 millones de euros hace dos años. Otro miembro del patronato asegura que se hizo por el estado de las cuentas: “No tenemos dinero para imprevistos”. Las cuentas arrojan un beneficio medio de 177.460,65 en los últimos cinco años.
Sánchez, el madrileño que tiene a su madre dentro de la residencia, cree que ha llegado el momento de asumir responsabilidades. “Es imprescindible que el arzobispo las asuma”. Para colmo, lamenta que la única ventana que no ha sido reformada por las obras ha sido la de la habitación de su madre. “Por ahí entra un frío tremendo”.