Los nuevos vecinos con restricciones: “¿Tú te crees que esto sirve de algo?”
Confusión, críticas y negocios a medio gas en las ocho zonas que se suman este lunes a las 37 donde ya había limitaciones de horario y de movilidad
En las calles del área básica sanitaria de Rafael Alberti, en el distrito de Puente de Vallecas, la mañana de este lunes transcurre, a todas luces, de manera normal. Los coches circulan, los niños y jóvenes se dirigen a los colegios e institutos y la gente entra al metro o espera en la parada del autobús el transporte que los llevará al trabajo. Sin embargo, los efectos de las nuevas restricciones de movilidad, que hoy han e...
En las calles del área básica sanitaria de Rafael Alberti, en el distrito de Puente de Vallecas, la mañana de este lunes transcurre, a todas luces, de manera normal. Los coches circulan, los niños y jóvenes se dirigen a los colegios e institutos y la gente entra al metro o espera en la parada del autobús el transporte que los llevará al trabajo. Sin embargo, los efectos de las nuevas restricciones de movilidad, que hoy han entrado en vigor en esta zona y en otras siete de la Comunidad de Madrid, se vislumbran al rascar un poco la superficie: negocios y vagones de metro medio vacíos, parques precintados, vecinos temerosos y confundidos con los límites de las zonas con restricciones y sensación generalizada de que esto no sirve para nada. [Consulte aquí si vive en una zona afectada y la lista de las medidas].
Un total de 222 agentes de Policía Nacional y Guardia Civil y otros 250 policías municipales -50 más que la semana pasada- vigilan desde este lunes las 45 zonas confinadas perimetralmente en la Comunidad de Madrid. De momento no se verá en las calles a efectivos del Ejército. Fuentes de Delegación del Gobierno, citadas, por Efe, indicaron que el Gobierno de Madrid no ha reclamado aún un número concreto para el contingente militar, mientras que la Comunidad de Madrid explica que la ayuda de la UME se ha reclamado para crear los espacios para los test de antígeno -que según anunció la presidenta Isabel Díaz Ayuso empezarán este martes- y desinfectar centros públicos.
En la parte más alta de la avenida de la Albufera, la arteria que conecta Vallecas con el centro de la capital, se encuentra la parada de metro Miguel Hernández, punto cero de Rafael Alberti, una de las dos nuevas zonas de este distrito afectadas por las restricciones junto a Campo de la Paloma. A las puertas del metro está Churrería Siglo XXI, una cafetería muy conocida por sus desayunos. Normalmente en las mañanas no hay mesas libres, pero desde la semana pasada se percibe un claro vacío, cuenta el encargado, Claudio. “Yo no he visto ningún control de policía cuando he venido en coche a trabajar, pero sí es verdad que hay mucha menos gente por acá, yo creo que la gente se está moviendo menos”.
Manuel se está tomando un café con leche con un compañero en una de las cafeterías medio vacías de la avenida de la Albufera antes de empezar a trabajar en una cerrajería. “¿Tú te crees que esto sirve de algo? Yo vivo en Villaverde y vengo aquí a trabajar, pero ningún control de nada. Al final esto solo afecta al barrio, a los negocios, a la gente. Tienen que confinar toda la ciudad, porque la gente se mueve igual. Esto no sirve de nada, vamos a llegar a diciembre y esto va a seguir igual”.
En los vagones del metro de la línea 1, que atraviesa el distrito y suelen estar muy llenos de gente yendo al trabajo, se palpa también una disminución del movimiento respecto a la semana pasada y a la anterior. Aunque hay viajeros, está lejos de estar atestado, incluso en hora punta. Una de las personas que se dirige al trabajo es Ana, empleada de banco en la avenida del Doctor Esquerdo. “Yo tengo mi permiso de movilidad desde la semana pasada por si acaso, pero todavía no me han parado ninguna vez”.
En las zonas que este lunes se han incorporado a las restricciones no se ve ninguna presencia policial, ni en las calles ni en el transporte público. A las nueve de la mañana se instala el primer control, debajo del puente de Vallecas, el mismo lugar donde ya se desplegó la semana pasada. El pasado lunes, nueve zonas básicas sanitarias de Villa de Vallecas y de Puente de Vallecas estrenaron las restricciones (Entrevías, Martínez de la Riva, San Diego, Numancia, Peña Prieta, Pozo del Tío Raimundo, Ángela Uriarte, Alcalá de Guadaira y Federica Montseny) junto con otras zonas de la capital así como de Fuenlabrada, Humanes de Madrid, Moraleja de Enmedio, Parla, Getafe, San Sebastián de los Reyes y Alcobendas.
El puente es la puerta del distrito, el sitio lógico para ubicarse, pero la cantidad de tráfico que se registra a primera hora hace imposible un control efectivo. Los autobuses pasan sin parar y no todos los coches son detenidos. Aunque es indudable que el movimiento ha disminuido al comparar esta mañana con otra, no parece que las medidas estén teniendo un gran impacto porque en la calle la vida parece transcurrir de manera normal.
Mientras tanto, en otra de las nuevas zonas confinadas, García Noblejas en Ciudad Lineal, la situación es parecida: confusion y menos movimiento. Sergio Contreras, que trabaja en la zona, está desayunando en la terraza de un bar aprovechando los últimos coletazos de buen tiempo. Va a ser padre en 15 días y está en un ERTE parcial. Comenta que en su empresa no le hacen PCR porque “no les interesa para no tener que cerrar”. Está desencantado con la situación porque “primero va el dinero y después, la salud”.
El parque Paraíso, un rincón verde para huir del asfalto, está precintado. Un control de policía informa a los ciudadanos de que no pueden acceder a él ni hacer ejercicio, aunque hay una zona habilitada de paso para que las personas puedan cruzarlo. En esta área, como ocurre en la mayoría, hay calles restringidas y otras que no lo están.
“La gente no sabe por dónde puede ir. Han dicho que confinan el distrito médico de García Noblejas pero no lo han explicado bien. Nos han fastidiado bastante porque nuestra clientela son personas mayores que vienen de Pobladura del Valle, una calle cercana, y ahora no pueden pasar por aquí”, cuenta disgustado José Aguilar, que trabaja en una pequeña carnicería en la calle Amposta.
Para Javier Rodríguez, dueño del bar La Quintana, no tienen lógica las nuevas medidas del Gobierno regional. Asegura que el negocio está “machacado” y que irá viendo cómo evoluciona a lo largo de estas semanas. “Si hay que cerrar cerraremos. Mucha gente venía de Pobladura del Valle. Ahora abriré más temprano porque tengo que cerrar antes. Esto es como una isla, no sabemos si es para morir o para vivir”, declara con un sentido del humor que contrasta con la gravedad del momento. Los negocios de ropa tienen la persiana bajada, y los comercios que están abiertos atienden a los vecinos en sus recados matutinos siempre con distancia de seguridad a la entrada. Un grupo de personas mayores afirma que lo ve todo “muy negro” y lamentan que ya no puedan usar el parque para pasear.
En la frutería Juan y Cristi esperan que las consecuencias no sean como cuando se decretó el estado de alarma: “Las tiendas están muy vacías por miedo y por precaución. La gente parece que se ha escondido. Estamos expectantes a ver qué pasa pero confiamos en que las zonas aledañas que no pueden venir opten por pedir a domicilio”.
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