Un nuevo cine después de una pandemia
La primera sala de proyecciones de barrio que se inaugura en el centro de Madrid en décadas abrirá el 3 de julio tras meses paralizado por la crisis sanitaria
Cuando el 13 de marzo se decretó el estado de alarma por la crisis del coronavirus, el sueño de Miguel Ángel Pérez de abrir unos cines de barrio en el distrito de Arganzuela se congeló. A tan solo dos semanas de su inauguración –que estaba prevista para el 28 de ese mes–, el dueño del nuevo Cine Embajadores (glorieta de Santa María de la Cabeza, 5) tuvo que paralizar sus obras ...
Cuando el 13 de marzo se decretó el estado de alarma por la crisis del coronavirus, el sueño de Miguel Ángel Pérez de abrir unos cines de barrio en el distrito de Arganzuela se congeló. A tan solo dos semanas de su inauguración –que estaba prevista para el 28 de ese mes–, el dueño del nuevo Cine Embajadores (glorieta de Santa María de la Cabeza, 5) tuvo que paralizar sus obras sin saber cuándo las podría retomar y arrancar por fin este proyecto en el que ya había invertido 400.000 euros. “Y eso que al principio de la cuarentena parecía que sería una cuestión de dos semanas, pero luego la cosa se alargó y todo se volvió incertidumbre”, cuenta Pérez. “Afortunadamente me perdonaron el alquiler de estos dos meses y todavía no tenía personal contratado”, añade.
Finalmente, los trabajos de remodelación del local se pudieron retomar en el mes de mayo y ahora ultiman los preparativos para su apertura el 3 de julio. Durante los dos meses en los que las obras de los Cine Embajadores –un espacio de 330 metros cuadrados y tres salas con capacidad para 200 personas en total– se paralizaron, Pérez estaba seguro de que “acabaría abriendo”. “Ya había invertido el 80 por ciento y no me podía echar para atrás, tampoco me lo replantearía después de ver la emoción que ha generado en el barrio”, asegura.
En los últimos años, Madrid se estaba acostumbrando al cierre rutinario de muchos cines. El último, el de Conde Duque, en el distrito de Salamanca, el pasado febrero, que se suma al Real Cinema, desaparecido en Ópera. Por lo que esta inauguración representa un gran acontecimiento para la ciudad y para el distrito de Arganzuela.
Una mujer mayor se para frente a la fachada del nuevo Cine Embajadores –que anteriormente ocupaba una sucursal bancaria– y pregunta a los obreros si “de verdad esto van a ser unos cines”. Los trabajadores le indican que sí. “Ay, qué ilusión, ya era hora de que tuviéramos unos en el barrio”, festeja ella. Pérez, responsable de la distribuidora Surtsey Films, se embarcó en este proyecto sabiendo del potencial de este barrio. “Un espacio con mucha vida vecinal”, dice, “en el que estaba y estoy seguro de que un cine puede funcionar”.
Las butacas, los proyectores digitales, las pantallas y los vecinos ya están casi listos para que empiece esta experiencia de ocio que apostará todo al cine independiente de estreno. A mediados de marzo, con el local todavía a medio hacer, Pérez ya sabía perfectamente con qué película iba a inaugurar sus salas: Todo pasa en Tel Aviv, de Salam Kais Nashif. “Como no podía ser de otro modo, arrancaremos este julio también con esta misma película”. A este largometraje israelí-palestino le acompañarán dos títulos españoles, La lista de los deseos, de Álvaro Díaz Lorenzo e Invisibles, de Gracia Querejeta. “La idea es que las películas estén en cartelera dos o tres semanas”.
Ya en febrero, el dueño del Cine Embajadores contaba a EL PAÍS que este era un proyecto sostenible: “con cuatro pases diarios al 25 por ciento de la ocupación el negocio sería rentable”. Una fórmula –como indica Pérez– que seguirá funcionando con los nuevos protocolos sanitarios que le han obligado a reducir de cuatro a tres los pases diarios, con una ocupación máxima del 50 por ciento en cada sala. “Con un asiento de separación entre espectador y espectador”, aclara, “y una limpieza exhaustiva entre pase y pase”.
Atrás quedaron los meses en los que no se sabía qué sucedería con el cine, tanto con la industria como con las propias salas. Solo de estas últimas se calculan pérdidas en este periodo de 100 millones de euros, según la federación de exhibidores FECE. Pérez mira ahora a otras salas de la ciudad. “Los Renoir han vuelto a abrir hace unos días y sus salas se han llenado”, dice confiado. “La gente tiene ganas de cine”. Tampoco teme la psicosis generada por el contagio en los espacios cerrados. “Todo aquí es nuevo: butacas, aire acondicionado…eso genera una seguridad, además de las medidas de higiene que se van a llevar a cabo”, añade.
Para aquellos que esperan expectantes ver por dentro este cine, Pérez adelanta que programarán unas jornadas de puertas abiertas a partir del 27 de junio en las que se espera también la asistencia de personalidades municipales. “Que los vecinos puedan conocer antes que nadie sus cines, tomar algo en la terraza que también tendremos y disfrutar de algunas proyecciones de cortos que tendrán lugar antes de la ansiada apertura del 3 de julio”, concluye.