Un libro sobre historias LGTB en la Edad Media dispara la homofobia en X contra el autor

El filólogo Carlos Callón lleva 25 años rastreando la homo y la transexualidad en la literatura, el arte y el santoral en el momento histórico en que se fraguó la persecución del “pecado-delito de sodomía”

Carlos Callón, en Santiago, con su libro 'Vidas e historias LGBT da Idade Media'.Europa Press

Nadie había leído aún su libro —que arribó a las tiendas el pasado jueves 16— cuando la tormenta de críticas y amenazas estalló en las redes sociales, especialmente en X. Los comentarios ardieron al tiempo que el filólogo Carlos Callón (Ribeira, A Coruña, 1978) publicaba el adelanto de uno de sus capítulos más incendiarios, dedicado a los santos trans, en el periódico Sermos Galiza. Había metido el dedo en la llaga. Y lo más suave que leyó, desde entonces, fue “payaso”, seguido de “i...

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Nadie había leído aún su libro —que arribó a las tiendas el pasado jueves 16— cuando la tormenta de críticas y amenazas estalló en las redes sociales, especialmente en X. Los comentarios ardieron al tiempo que el filólogo Carlos Callón (Ribeira, A Coruña, 1978) publicaba el adelanto de uno de sus capítulos más incendiarios, dedicado a los santos trans, en el periódico Sermos Galiza. Había metido el dedo en la llaga. Y lo más suave que leyó, desde entonces, fue “payaso”, seguido de “idiota”, “miserable”, “iletrado”, “basura”, “mierda” o “puto enfermo”. Al tiempo, fueron acumulándose las amenazas, desde “Callón, al paredón” hasta la advertencia directa de que no podría celebrar ninguna de las presentaciones previstas por la editorial Xerais, del grupo Anaya, para Vidas e historias LGBT da Idade Media. El autor no incluye la I porque explica que no encontró intersexuales.

Con una elocuente portada atravesada de arriba abajo por la bandera arcoíris, el nuevo libro de este profesor de instituto, que no el primero suyo sobre esta temática, recoge el “resultado de 25 años de la investigación” que partió de su amor por la literatura trovadoresca, una materia que lo llevó a doctorarse en Estudios Lingüísticos y Literarios del Gallego y del Portugués en 2017. En Vidas e historias LGBT da Idade Media cada capítulo empieza con un poema o un relato originario de la época, tomado de la primera fuente y no “adulterado” por las interpretaciones prejuiciosas que recibieron estos textos a través de siglos de copias y ediciones. Ahí se ve, por ejemplo, en los cancioneros custodiados por la Biblioteca Nacional o la Vaticana, cómo aparece una o “nítida, diáfana, redonda, cilíndrica, orbicular”, en lugar de la a que se quiso leer, para feminizar un adjetivo en unos versos de Pero da Ponte. En estas estrofas, un varón se lamenta de ser siempre el objeto pasivo de una relación homosexual con Tisso Pérez, que lo despierta cada noche. A lo largo de su rastreo por las fuentes medievales, Callón se ha topado con “cantidad de modificaciones heterosexistas de los textos”.

Pero es que, según explica el libro, en tiempos del rey Alfonso el Sabio (siglo XIII) convivieron las Cantigas que hablan de relaciones gais y lésbicas con los primeros pasos legislativos dados por la monarquía europea para prohibir y castigar con la muerte lo que se convirtió en un “pecado-delito” todavía peor que el asesinato o el adulterio. En un par de siglos, y antes de que la Iglesia reaccionase contra la homosexualidad, los reyes ibéricos redoblaron cada vez más la persecución de lo que empezó a llamarse “sodomía” o “pecado nefando”, que ni se puede nombrar sin condenarse, y abonaron el terreno para un mayor recrudecimiento con los Reyes Católicos. El lunes, Callón denunció en rueda de prensa la “fuerte campaña de acoso” de la que está siendo objeto por publicar “un libro que incomoda”. “Es curioso cómo esta gente se exalta tanto por un libro que ni siquiera leyó”, explicaba a EL PAÍS días antes de salir el volumen a la venta. “No quieren aceptar que la realidad LGTB existe y existió”, dice de quienes lo acusan de tener “obsesión por mariconizar la historia”. “Las reacciones homófobas contra el libro son la mayor prueba de su necesidad, porque recuperar las voces olvidadas de la historia molesta a quien prefiere el silencio y la distorsión”, defiende.

La primera presentación al público de este nuevo trabajo tuvo lugar este jueves por la tarde en la librería Couceiro de Santiago, en un acto compartido con la profesora de Historia de la USC Daniela Ferrández, bajo el lema “en defensa de la libertad de investigación y de expresión”. “Que el odio no eclipse la convivencia”, pidió el autor, que al tiempo que insultos está recibiendo el apoyo de “cientos de personas y entidades”. Entre ellas, están la Asociación de Escritoras e Escritores en Lingua Galega, el colectivo LGTB Avante, la Rede Galega de Estudos Queer, Amnistía Internacional, el Bloque Nacionalista Galego, dirigentes del PSdeG o la Asociación Galega da Muller.

Los documentos de la Galicia medieval “traen a la luz historias LGTB tan pioneras como el matrimonio entre Pedro Díaz y Munio Vandílaz”, en Ordes (A Coruña), el 16 de abril de 1061 o la pareja formada por Sancha Pérez y María Leve, en el Santiago del siglo XII. “Son testimonios de dimensión continental, europea”, valora el también autor, en 2011 y entre otras obras, del multipremiado ensayo Amigos e sodomitas. A configuración da homosexualidade na Idade Media. A lo largo de los 21 capítulos de su nueva obra en gallego, el escritor reúne casos de representaciones artísticas (esculturas religiosas, incluso en fachadas de la Catedral de Santiago, o miniaturas de distintos códices) con escenas eróticas de personas del mismo sexo, pero también contratos matrimoniales, y laudas sepulcrales, como la de Huesca (siglo IV) que parece dedicada por un cónyuge masculino (Viventius) a otro varón (Rufo).

Cartel del acto de presentación en Santiago del libro de Carlos Callón y en defensa de la libertad de investigación y expresión.

La primera cantiga medieval que aparece en el libro, compuesta por Afonso Eanes do Cotom, habla de María Mateu, una dama “tan desejosa” de “cono” como él, es decir, tan interesada en las vaginas que el propio autor se sorprende, con un signo de exclamación, porque “es mujer!”. Ya en el capítulo octavo, Callón desmenuza los casos de varios santos y mártires trans, canonizados con su nombre de nacimiento en femenino. Sus hagiografías narran cómo, para evitar ser casadas con varones, se vistieron de hombres, se masculinizaron el nombre y se recluyeron en conventos masculinos para llevar vida de monje. El autor desarrolla los ejemplos de las conocidas como santa Eufrosina (Esmaragdo o Esmerado), Eugenia (Eugenio) o Marina (Marino), pero cita otra decena larga de casos, como los de Apolinaria, Anastasia, Patricia, Tecla o Vilgeforte. “Hay relatos que entran como guante en mano en la cosmovisión queer”, defiende. Algunas de ellas “adquirieron la santidad” gracias a sus vidas “como varones”. Otras, en cambio, fueron apeadas del santoral romano en el siglo XX, pero siguen siendo veneradas popularmente en algunos altares. Son, estas últimas, las conocidas como “santas barbadas”: casi siempre mujeres que la tradición describe bellas, que querían consagrarse a Dios, por lo que le piden que las transforme físicamente a través de un milagro para no ser deseables. Entonces, les crece barba. Al final del relato de sus vidas, casi siempre mueren crucificadas; “un castigo masculino”, apunta el investigador.

Callón, que es además profesor asociado del Departamento de Filoloxía Galega de la Universidade de Santiago, es miembro de la Comisión sobre Identidades e Disidencias Sexuais del Consello da Cultura Galega. “Creo que por fin escribí ese libro que quería leer cuando era adolescente”, aquella etapa de su vida en la que se dio “cuenta de que era maricón”, reconoce en el epílogo de este nuevo volumen que ha levantado escamas de dimensiones jurásicas.

Uno de los momentos cruciales en la transformación de la “tolerancia/indiferencia” hacia la homosexualidad por la “intolerancia/persecución”, según recoge el libro, vino marcado por el Islam y las Cruzadas. Se identificó el sexo entre hombres como una práctica de los seguidores de Mahoma, tal y como refleja un poema burlesco de Alfonso Álvarez de Villasandino, en el siglo XV. ”Ganhaste maridos, que acá nom havias” (”ganaste maridos, que aquí no tenías”), le dice a un rival acusado de abrazar la religión enemiga.

Otros documentos recabados por Callón, sin embargo, revelan que la homosexualidad pudo estar considerada en la Edad Media como una “determinación vital”, e incluso marcada por los astros. El libro Judicios de las estrellas, de mediados del siglo XIII, advierte a los padres de que el hijo será “sodomítico” si la posición, en el firmamento, es “Mars en libra catando de la 7ª casa”. Pero si el juicio social, político y moral fue complicando para los “sodomíticos”, según recuerda Callón, todavía peor vistos eran por entonces los “hombres de sodomítico”, es decir, los gais “pasivos” que se veían como la mitad “afeminada” de la relación. Un juicio glosado por el secretario de Don Dinís de Portugal narra el contenido de una demanda entre dos varones, uno de ellos le advierte al otro, que si sigue adelante con el pleito, él lo penetrará analmente (”que a sençades ben atá o cuu”, es decir, “que la sientas bien hasta el culo”).

“El de Alfonso El Sabio fue el primer código civil regio de todo el continente europeo que condena a muerte por cometer actos homosexuales entre varones” justificándose en que son “contra natura”, explica Callón en su libro, después de citar dos precedentes históricos en los que la pena era la castración (Justiniano, emperador de Oriente, y la monarquía hispánica visigótica). A partir de ahí, en el siglo XIII, las normas proliferan en toda la península y detallan los tipos de castigo: que los dos hombres “sejam castrados dante todos. E depois, ao terceiro día, sejan culgados das pernas até que morram” (”sean castrados delante de todos. Y después, al tercer día, sean colgados de las piernas hasta que mueran”). Estos espectáculos de patíbulo se convirtieron en adelante en auténticas exhibiciones del poder monárquico, e incluso está documentada, en el siglo XVII, la asistencia de toda la familia real portuguesa a alguna ejecución múltiple, un auto de fe con hasta ocho acusados de sodomía.

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