¿Qué fue de la Ciudad de los Muchachos? Un empresario pelea por cumplir el sueño del cura rojo de Ourense

Bartolomé Pidal fue uno de los niños que gobernaron la ciudad-estado del padre Silva en Ourense. Ahora intenta crear allí un centro de formación e innovación educativa

El empresario Bartolomé Pidal, delante de la carpa de circo abandonada en la parcela de Ourense que acogió la Ciudad de los Muchachos de Benposta.ÓSCAR CORRAL

En la España de Franco, la democracia encontró un escondite a las afueras de Ourense. En una parcela de 100.000 metros cuadrados, un cura rojo llamado padre Silva fundó con la ayuda de su madre una ciudad-estado gobernada por los niños allí acogidos, con elecciones, moneda propia, un método pedagógico vanguardista y el objetivo de formar a líderes sociales para cambiar el mundo. Era 1956. “Yo llegué a ser alcalde”, cuenta Bartolomé Pidal, que se fue a vivir con 11 años a la Ciudad de los Muchachos de Benposta, ho...

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En la España de Franco, la democracia encontró un escondite a las afueras de Ourense. En una parcela de 100.000 metros cuadrados, un cura rojo llamado padre Silva fundó con la ayuda de su madre una ciudad-estado gobernada por los niños allí acogidos, con elecciones, moneda propia, un método pedagógico vanguardista y el objetivo de formar a líderes sociales para cambiar el mundo. Era 1956. “Yo llegué a ser alcalde”, cuenta Bartolomé Pidal, que se fue a vivir con 11 años a la Ciudad de los Muchachos de Benposta, hoy un recinto en ruinas. A sus 64 años, Pidal es un empresario de éxito, presidente de una compañía que factura 170 millones, y se ha propuesto una meta: revivir aquella “escuela de revolucionarios”, el sueño izquierdista del sacerdote Jesús César Silva Méndez que saltó por los aires en 2004, destruido por las deudas y un rosario de conflictos y denuncias.

En el terreno donde se levantó la Ciudad de los Muchachos reposan hoy “los restos del naufragio de una utopía”, lamenta Pidal, sentado en una sala de reuniones de la sede coruñesa de Nortempo, su grupo empresarial de recursos humanos. En su cabeza, desde hace ya un tiempo, hierve un proyecto para revivir ese espacio en sus años de esplendor y enterrar su oscuro final. Su plan es crear un centro de formación e innovación educativa, en el que se impartan enseñanzas profesionales, artísticas y tecnológicas y se organicen foros de debate. La idea del también presidente de la Asociación Cultural Padre Silva es recuperar su legado rehabilitando las instalaciones de la ciudad-estado que él fundó y que están sumidas en el abandono.

Uno de los inmueble situados en el contorno del circo, que ha sido adquirido por el empresario Bartolomé Pinal para poder ponerlo de nuevo en funcionamiento.ÓSCAR CORRAL
Uno de los jóvenes que aún vive en la zona pasea por las ruinas del circo.ÓSCAR CORRAL
Vista del interior de la carpa del circo, que fue uno de los proyectos principales y más innovadores de la Ciudad de los Muchachos.ÓSCAR CORRAL
La casa y recuerdos de Jesús Silva, el creador de Benposta y de la Ciudad de los Muchachos.ÓSCAR CORRAL
Uno de los jóvenes que aún vive en el lugar pasea por las ruinas del circo de la antigua Ciudad de los Muchachos de Benposta, a las afueras de Ourense.ÓSCAR CORRAL
Detalle de uno de los muchachos del circo retratado en la entrada.ÓSCAR CORRAL
Estado actual de la Ciudad de los Muchachos.ÓSCAR CORRAL

El plan de Pidal, que planea ejecutar con financiación privada, incluye un “espacio intergeneracional”. Explica que consistiría en una residencia de mayores cuyos usuarios ejercerían de profesores y tutores de los jóvenes que allí se formasen. También funcionaría un coworking, una incubadora de empresas y talleres de artesanía, además de una “escuela de líderes sociales” que reciban preparación para trabajar en ONG. “Era lo que el padre Silva quería: desencajar el mundo, cambiarlo”, señala Pidal. “La diferencia es que este proyecto tiene en cuenta la empleabilidad, la inserción… No pretende crear revolucionarios para que se queden allí guardados y que no se contaminen como hizo él”.

El proyecto no se olvida del pilar de la Ciudad de los Muchachos de Benposta que la hizo famosa en el mundo entero: la escuela de circo, la primera que se creó en España y la segunda de Europa. “El padre Silva era un visionario del márketing”, opina Pidal. “Con el circo de la Ciudad de los Muchachos creó un gran espectáculo de la nada”. Los chicos que integraban la formación circense recorrieron el planeta de punta a punta, se codearon con figuras de la talla de Dalí o Cantinflas y fueron la inspiración de los fundadores del Circo del Sol, que asistieron a una de sus actuaciones en Canadá.

Carteles cerca de la que fue la casa del padre Silva, fundador de la Ciudad de los Muchachos.ÓSCAR CORRAL

Pidal ha comprado 4.000 de los casi 100.000 metros cuadrados de la parcela que acogió aquella utopía y está dispuesto a adquirir más. El resto es propiedad de la Xunta (60.000 metros cuadrados) y de una compañía de transportes (30.000) que se hizo con ellos en una subasta. En las construcciones que aún siguen en pie en esta última finca residen varias familias. Fuentes del Gobierno gallego alaban el proyecto del empresario que él ya les ha presentado. Lo califican de “bonito e interesante” y explican que, una vez que Pidal consiga solventar las trabas para poder disponer de la otra parte de la finca que es privada, la Administración autonómica no tendrá inconveniente en colaborar y aportar sus terrenos.

Mientras, el presidente de Nortempo está tramitando los permisos para rehabilitar el hotel de la antigua Ciudad de los Muchachos, un inmueble que se alza en su parte del solar. Y la Asociación Cultural Padre Silva estudia promover la declaración de Bien de Interés Cultural de las instalaciones que sobreviven.

Bartolomé Pidal, con 12 años, subido a los hombros de un compañero de la Ciudad de los Muchachos de Benposta y con carteles promocionales del circo al fondo, en una imagen cedida.

A la vanguardia educativa

Pidal aún recuerda la pancarta con el lema “Vota Bartolomé” que se desplegó en la Ciudad de los Muchachos durante la campaña electoral que lo convirtió en alcalde, primero siendo solo un niño y luego ya de joven. Había llegado a aquel insólito lugar con su madre. Ella le había pedido ayuda al padre Silva para encarrilar a su hijo rebelde. La década que pasó en Benposta lo marcó para siempre. “En mi vida, tanto en la personal como en la empresarial, he aplicado todo lo que aprendí allí, sobre todo los valores”, afirma.

Mientras fuera se sufría una dictadura, en el mundo del padre Silva se celebraban elecciones para elegir un gobierno de niños y adolescentes que, con ayuda de sus profesores, regían los destinos de la comunidad. La Ciudad de los Muchachos se organizaba con un sistema participativo, de autogestión, en el que los propios chavales resolvían sus conflictos y trabajaban en equipo para sacar adelante los servicios públicos, desde la limpieza hasta el transporte de comida a los residentes enfermos. Todo se salía de la norma. Sin saberlo, se ponía en práctica la teoría de las inteligencias múltiples que Howard Gardner publicó tiempo después, en los ochenta: además de estudiar las asignaturas tradicionales, los pequeños aprendían artes escénicas y disciplinas manuales. Pidal, por ejemplo, trabajó como tipógrafo, electricista o camarero. Los profesores no tenían funciones disciplinarias y cada alumno se integraba en el nivel educativo acorde a su preparación, no a su edad. La coeducación que no separa a niños y niñas se implantó en los setenta, aunque ellas siempre fueron una minoría.

Bartolomé Pidal, entre 1976 y 1977, cuando fue alcalde de los jóvenes de la Ciudad de los Muchachos de Benposta.

La ciudad-estado del padre Silva, que fue un refugio para el movimiento antifranquista, se replicó en otras partes del mundo. Ahora Pidal busca inspiración en las instituciones que siguen en funcionamiento para reactivar la cuna de la idea. Desde este martes y hasta el jueves, la Asociación Cultural Padre Silva participará en el I Congreso Internacional Ciudades de los Muchachos, un encuentro telemático en el que intervendrán representantes de las dos entidades herederas de Benposta: la colombiana Benposta Nación de Muchachos y la madrileña Ciudad Escuela Muchachos (CEMU). Contará también con el testimonio de los responsables de la experiencia que inspiró a su vez al padre Silva: la estadounidense Boys Town de Nebraska, fundada por el padre Flanagan y cuya historia recreó la película Forja de hombres.

Pidal mantuvo largas conversaciones con el padre Silva hasta que murió en 2011, atormentado por el derrumbe del sueño al que dedicó su vida. El cura se quejaba de que de la Ciudad de los Muchachos no había salido “ni un revolucionario”. Y no hubo forma de consolarlo, cuenta el hombre que ahora quiere reactivar su legado: “Yo procuraba hacerle ver que había muchas personas a las que la vida allí nos había influido, a las que nos había marcado un camino. No me ponía yo de ejemplo, porque lo de que fuera empresario no le encajaba, pero le hablaba de personas que se dedicaban a temas sociales. Pero él no supo verlo, tenía un modelo de revolución un poco arcaico y se quedó con esa frustración”.

Fe de errores: En una primera versión del texto, el apellido del empresario aparecía por error como Pinal en vez de Pidal.


Bartolomé Pidal recorre las instalaciones abandonadas de la Ciudad de los Muchachos de Benposta. ÓSCAR CORRAL

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