Las “matemáticas de Estado” del PP no son ciencias exactas
Una grieta en la postura de Guardiola derivó en el pacto de Gobierno con Vox en Extremadura. Feijóo promete un Ministerio de Cultura 24 días después de decir que lo suprimiría
Había una grieta en la postura de María Guardiola, la líder del PP extremeño, y se fue agrandando hasta provocar el cambio más radical que existe: del no al sí. En unas intervenciones muy criticadas en la derecha mediática y muy aplaudidas en sectores de la izquierda, la entonces aspirante a la presidencia de la Junta de Extremadura pronunció ...
Había una grieta en la postura de María Guardiola, la líder del PP extremeño, y se fue agrandando hasta provocar el cambio más radical que existe: del no al sí. En unas intervenciones muy criticadas en la derecha mediática y muy aplaudidas en sectores de la izquierda, la entonces aspirante a la presidencia de la Junta de Extremadura pronunció una frase que la perseguirá: “Yo no puedo dejar entrar en mi Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI. Mi promesa y mi tierra no son moneda de cambio”. Pero cuando lo dijo, ya había ofrecido a Vox la presidencia del Parlamento extremeño —”para que haga ideología”, aclaró ella misma en Onda Cero—, además del senador por designación autonómica que correspondía a su partido. Después de aquella contundente afirmación, también les propuso sentarse a negociar “puntos programáticos”, es decir, medidas de Gobierno. Eran machistas, xenófobos y homófobos, pero eran necesarios.
Por esa grieta de incoherencia ha logrado Vox entrar en la Junta para ostentar la Consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural, de nueva creación, y separada de Agricultura, que quedará en manos del PP. Vestida con un chaleco blanco, como el día que se plantó ante Vox, y en el mismo escenario, Guardiola compareció junto a Ángel Pelayo Gordillo, de la extrema derecha, para explicar el acuerdo que acababan de firmar. En la rueda de prensa, primer acto como presidenta extremeña in pectore, los periodistas le preguntaron por las polémicas declaraciones de un concejal de Vox en Mérida que el jueves vinculó la bandera LGTBI con “la pedofilia”. “No las comparto”, dijo ella. Son fruto de la “inexperiencia”, declaró él. Con algo más de un año en la vicepresidencia de Castilla y León gracias a otro acuerdo con el PP, Juan García-Gallardo, de Vox, declaró esta semana sobre la bandera LGTBI: “Nosotros decimos sí a la bandera de España que une a todos nuestros compatriotas, pero decimos no a un trapo arcoíris que une a la plutocracia internacional con la izquierda más sectaria”.
Los periodistas preguntaron también a Guardiola por qué no dimitió —como había dicho que haría si la obligaban a “tragar” con Vox—. La dirigente del PP extremeño explicó, tras asegurar que sus principios no habían cambiado, que esa hubiera sido “la solución fácil”. Y añadió: “Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños”.
De momento, se ignora quién ocupará la cartera de Gestión Forestal y Mundo Rural, pero son conocidos los planteamientos del partido de extrema derecha en la materia. Malena Nevado, diputada de Vox por Cáceres, atribuye al “fanatismo climático” del Gobierno los incendios. “Allí donde entra la Administración es donde se descontrola, donde se quema... porque todo son prohibiciones. Todo es burocracia y el campo está abandonado por estas políticas verdes que vienen de la Unión Europea y la Agenda 2030″, declaró el pasado julio en Es radio.
Aritmética o principios
El argumentario que el PP envió a los medios para justificar su pacto en Extremadura, dice: “Los acuerdos no implican cesiones ideológicas y confirman una forma diferente de proceder entre el PP y el PSOE. El sanchismo ya tendría todas las presidencias autonómicas que la aritmética le permitiera, cediendo principios y valores a socios como Podemos a cambio de conseguir el poder. El PP está protegiendo su ideología sin someter sus creencias a las exigencias de nadie”.
En cuanto a “la aritmética y los principios”, fue el coordinador general del PP, Elías Bendodo, quien, hace apenas una semana, acuñó un nuevo concepto para explicar por qué habían hecho un pacto de Gobierno con Vox en la Comunidad Valenciana y no en Extremadura: “El PP es un partido transversal que aplica las matemáticas de Estado”, dijo. El propio Feijóo puso precio a los principios al explicar por qué Carlos Mazón sí había llegado a un acuerdo con la extrema derecha en la Generalitat y María Guardiola no lo había hecho para la Junta. En la Comunidad Valenciana, argumentó, Vox había obtenido el 12% de los votos y en Extremadura, el 8%. Hasta ahí rebajó el PP el viernes el umbral de los principios o, en el lenguaje de Bendodo, el momento a partir del cual se empiezan a aplicar las “matemáticas de Estado”. Las encuestas sitúan al partido de Santiago Abascal en torno al 15% de estimación de voto en las generales.
Esas “matemáticas de Estado” del PP no son ciencias exactas. Así, el uno contra uno entre Sánchez y Feijóo les parece bien —siempre que no sean números pares, porque solo se han comprometido a uno—, pero los debates a cuatro entre los dirigentes de los partidos que conforman los dos bloques con posibilidades de gobernar y que actualmente representan a 299 de los 350 diputados del Congreso (PSOE, PP, Vox y Sumar) “son modelos incompletos y carecen de interés”. Para rizar el rizo, Feijóo acepta un formato que no le ha propuesto nadie: debatir a siete, sumando a los portavoces de ERC, PNV y EH Bildu. Sería, dicen los populares, “lo más honesto” teniendo en cuenta que esos partidos “llevan cinco años redactando las leyes que avala el PSOE”. Los supuestos redactores de las más de 200 leyes aprobadas por el Gobierno de coalición tienen, respectivamente, 13, 6 y 5 diputados actualmente en la Cámara baja.
El PP recurre a menudo al término “Gobierno Frankenstein” para señalar los vínculos de la coalición entre el PSOE y Unidas Podemos con ERC y EH Bildu, pero ni los independentistas catalanes ni la izquierda abertzale están dentro del Ejecutivo y su relación parlamentaria esta legislatura incluye votos a favor de algunos decretos y leyes, como la de eutanasia o el ingreso mínimo vital, y votos en contra, como ocurrió con la reforma laboral, a la que ERC, como el PP, se opuso —aunque ahora Feijóo la considere “sustancialmente buena”—. De momento, los populares han metido a Vox dentro de los gobiernos de Castilla y León, la Comunidad Valenciana y Extremadura. Y, pese a la insistencia del líder del PP en que su intención es gobernar en solitario, los populares refuerzan, con sus pactos con la extrema derecha, la idea de que el 23-J es una batalla de coaliciones: PP y Vox frente al PSOE y Sumar.
Tras confirmarse el giro en Extremadura, empezaron los malabarismos. Decía el portavoz de campaña del PP, Borja Sémper, la semana pasada en Espejo Público: “Entiendo que la política en España, de unos años a esta parte, está demasiado acostumbrada a que un político diga una cosa, luego la contraria y que el mismo argumento sirva para cosas diferentes, pero en nuestro caso no vamos a cambiar de opinión. María Guardiola antes de las elecciones dijo que ella quería gobernar sola y específicamente sin Vox. Después de las elecciones sigue diciendo lo mismo. Esa es la posición”. El viernes, en el mismo programa, declaró: “Este acuerdo no va a tener ningún cambio en los principios y valores que defiende el PP y que, como dijo María Guardiola, son líneas rojas inamovibles. Comparar a María Guardiola con Pedro Sánchez es imposible. Sánchez ha sido capaz de pactar con cualquiera a cualquier precio”.
Parafraseando a la Guardiola de hace una semana, pero ya después del pacto con Vox, Feijóo declaró, solemne, el viernes: “En tiempos en que la palabra de algunos políticos no vale nada, yo reivindico la política de la palabra. Sin palabra no hay política”. Lo dijo en la presentación de sus propuestas electorales en materia de Cultura, que empiezan por tener un ministerio específico, algo que descartó el 6 de junio, cuando aseguró que lo fusionaría con Educación y Universidades para ahorrar. En los últimos días, Feijóo ha insistido en que le sobran “seis o siete” ministerios. De momento, en Extremadura, han creado una nueva consejería para dársela a Vox.
“Entre lo de la reforma laboral y lo de la señora Guardiola”, resumió José Luis Rodríguez Zapatero, “el PP se ha derogado a sí mismo”. El expresidente lleva días explicando que las mentiras que los populares atribuyen al PSOE no son tales, sino “cambios de opinión”. Mientras Zapatero concedía una nueva entrevista, quien fue uno de sus ministros de Cultura, César Antonio Molina, pedía el voto para Feijóo en el acto en el que el líder de los populares decidió que finalmente sí tendrá —si gana, si logra gobernar y si no tiene que cedérselo a Vox— un ministerio para el área. Cada día una sorpresa. Y la campaña oficial ni siquiera ha comenzado.
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