El reparto de los cargos en la Mesa del Parlament tensiona a Junts
Los votos de Vox pueden dinamitar las pretensiones del independentismo de tener cinco de los siete asientos del órgano rector de la Cámara
Este martes se ha celebrado la primera reunión a tres bandas entre ERC, Junts y la CUP para abordar un pacto de gobernabilidad, pasados 23 días de las elecciones del 14-F. Los contactos se aceleran ahora porque este viernes es la fecha límite para constituir el nuevo Parlament y, de momento, no hay más acuerdo que preservar la mayoría independentista en la Mesa. El hermetismo sobre si Laura Borràs será la candida...
Este martes se ha celebrado la primera reunión a tres bandas entre ERC, Junts y la CUP para abordar un pacto de gobernabilidad, pasados 23 días de las elecciones del 14-F. Los contactos se aceleran ahora porque este viernes es la fecha límite para constituir el nuevo Parlament y, de momento, no hay más acuerdo que preservar la mayoría independentista en la Mesa. El hermetismo sobre si Laura Borràs será la candidata a presidir la Cámara alienta el baile de nombres dentro de Junts, generando malestar en el partido en unos días clave.
Mientras que las reuniones bilaterales han sido discretas, en la primera a tres bandas no se ha disimulado en el lugar más evidente: los pasillos del Parlament fueron el escenario del trasiego de los miembros de los equipos negociadores. Solo Junts y la CUP dieron parte del encuentro. Para los anticapitalistas no hubo “ningún acuerdo destacable” mientras que los de Carles Puigdemont creen que se avanza en “la consolidación de mayorías independentistas”.
La negociación del pacto, con la meta volante de los cargos de la Mesa del Parlament, implica un intrincado encaje de las contradicciones entre los futuros socios (la CUP parece menos motivada a entrar al Govern, pero su apoyo parlamentario es clave) con las que se viven puertas adentro de cada formación. Los anticapitalistas, por ejemplo, aprovecharon para insistir en asumir la presidencia de la Cámara si eso ayuda a blindarla de las “injerencias” del Tribunal Constitucional, es decir, desobedecer a la restricción a debatir sobre la autodeterminación.
Pero el mayor escollo está en el seno de Junts, donde el hermetismo con que se maneja el futuro de Laura Borràs genera malestar en algunos sectores. El pacto para el Govern cambia radicalmente si la candidata preside el Parlament u opta por estar en el Ejecutivo. Junts aspira a tener dos sitios en la Mesa, pero se reserva los nombres de sus candidatos.
Esa estrategia, sin embargo, no frena el inevitable baile de nombres dentro del partido. Algunos ya sonaban incluso antes de las elecciones, como el de la actual portavoz del Ejecutivo Meritxell Budó. También hay quienes posicionan a la jurista Gemma Geis o al consejero de Territorio en funciones, Damià Calvet, como aspirantes, pero a este último, aseguran en su entorno, le gustaría repetir en el Govern. Fuentes cercanas a Borràs entienden que las quinielas buscan presionar la decisión de la exconsejera de Cultura, mientras que otros sectores ven hasta “deseable” tener un plan b.
Borràs asiste este miércoles al que técnicamente será su último pleno del Congreso. No está previsto que intervenga en la sesión. La candidata de Junts aún no ha oficializado su condición de diputada electa en la Cámara catalana (el lunes lo hizo su excompañero de bancada Jaume Alonso Cuevillas) y eso añade suspense a la situación. Cada candidato va a su ritmo, alegan en Junts.
Más allá de la visibilidad y el futuro político que ambicione, el camino de Borràs está marcado por el supuesto troceo de un contrato público para beneficiar a un amigo, por el que se le imputa un delito de prevaricación. Tras dejar el escaño en Madrid, su caso pasará del Tribunal Supremo al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Pero la imagen de una líder del Parlament enjuiciada no llegará. El reglamento de la Cámara establece que se suspenderán “de manera inmediata” los derechos de un diputado cuando se le abra juicio por “delitos vinculados a la corrupción”. Como adelantó La Vanguardia, nunca se ha dado ese supuesto, que se incluyó en la reforma de 2018.
ERC, que aupó a la CUP a dar el paso a estar en la Mesa, podría toparse con tener que ceder uno de los dos cargos que ansía. Junts, que también podría hacerlo, está en disposición de mantener el pulso y exigir que no se toque su cuota. El secesionismo tendrá la mayoría en el órgano rector del legislativo, garantizando así que no haya escollos en tramitaciones de temas espinosos relacionados con la independencia, pero está el riesgo aritmético de poder perder uno de los cinco puestos que quiere. Una operación en ese sentido tiene que incluir a Vox que, pese al esbozo de cordón sanitario para evitar su presencia en los órganos representativos del Parlament, tiene el derecho de votar a quien quiera. Los comunes, de momento, no parecen querer blindar a los secesionistas.