El manual de resistencia del PSC

Alcaldes y ediles en Girona y Lleida perciben que la tensión de los años más duros del ‘procés’ se ha rebajado

Sílvia Paneque, concejal en Girona y cabeza de lista provincial en las elecciones del 14-F, en el acto de campaña en el que también participaron Salvador Illa y Pedro Sánchez.PSC (PSC/EFE)

Pedro Sánchez no es el único con un manual de resistencia en el PSOE. Los alcaldes y ediles del PSC en Lleida y Girona, donde la implantación del independentismo abruma y la presencia de Cs y el PP testimonial, son la vanguardia de los partidos constitucionalistas. Con lo que eso supuso en los años más crudos del procés. “Se ha visto que se trataba de una opción nacionalista con tintes populistas que se quería imponer a la mitad de la población. En ese tiempo tomé la decisión de que no c...

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Pedro Sánchez no es el único con un manual de resistencia en el PSOE. Los alcaldes y ediles del PSC en Lleida y Girona, donde la implantación del independentismo abruma y la presencia de Cs y el PP testimonial, son la vanguardia de los partidos constitucionalistas. Con lo que eso supuso en los años más crudos del procés. “Se ha visto que se trataba de una opción nacionalista con tintes populistas que se quería imponer a la mitad de la población. En ese tiempo tomé la decisión de que no conseguirían que me sintiera excluida de mi ciudad. Me animaba recordar que represento a personas que tienen los mismos derechos que cualquiera”, recuerda Sílvia Paneque, de 48 años, concejal en Girona y cabeza de lista provincial en las elecciones del 14-F. “Querían convertirnos en la capital de la supuesta república catalana”, recalca sobre la ciudad de la que Carles Puigdemont fue alcalde (2011-2016). Y qué mayor simbolismo, o provocación en función del interlocutor, que el cambio en febrero de 2018 del nombre de la plaza de la Constitución por el de Uno de Octubre. El pleno de Girona lo aprobó con los votos del PDeCAT, ERC y la CUP.

Las pintadas en las sedes del PSC, acusando a sus militantes y cuadros de botiflers —traidores— y las concentraciones contra sus ediles aprovechando los días de pleno se hicieron habituales tras la suspensión de la autonomía en 2017, apoyada por el PSOE, en respuesta a la declaración unilateral de independencia. La condena y el ingreso en prisión de los impulsores del procés enturbió todavía más el ambiente. “Las listas son de 17 puestos más los suplentes... Llegué a no poder encontrar a gente y tuve que recurrir a mi madre, a mi hermana que lleva 30 años fuera del pueblo, a otra chica que vivía fuera... La gente no estaba para ser mártir. Te retiraban el saludo por la calle y si tenías un negocio te arriesgabas al boicot. Yo tengo un despacho de abogados y hubo clientes que me decían que no podían acudir”, expone Óscar Aparicio, de 48 años y segundo de la lista autonómica por Girona. Militante desde 2000, Aparicio fue alcalde en La Bisbal d’Empordà entre 2011 y 2015. “Pero se nota que el ambiente ha cambiado. Lo notas. Voy con una mascarilla del PSC y lo que antes era una mirada de reprobación se ha moderado bastante. Otro ejemplo: en 2019 hicimos listas en pueblos del interior por primera vez en mucho tiempo”.

La docena de cargos del PSC consultados por EL PAÍS coinciden en que, transcurridos tres años y medio de que el desafío soberanista alcanzara su cénit, el clima que se respira es distinto. Todos perciben un desgaste del independentismo. “Ha bajado el ritmo, la gente no está en primera línea con la vena del cuello inflada”, resume Agustí Jiménez, alcalde de 48 años de Torreserona (370 habitantes). “En las listas de este año hemos tenido overbooking, no me había pasado nunca” asiente Òscar Ordeig, de 42 años, cabeza de lista por Lleida y edil en La Seu d’Urgell (12.200 habitantes). Pero advierte: “Sigue habiendo pueblos donde tenemos votantes y personas que nos apoyan pero que no se atreven a dar la cara. Nosotros les decimos que ahora es el momento de dar la cara y defender libremente sus ideas. Cada vez cuesta menos, pero en un pueblo de 100 habitantes a ver quién da la cara. No para gobernar, sino para estar en la oposición”.

La elaboración de las listas se convirtió en la última década en un sudoku imposible en ambas provincias por la falta de piezas. El resultado fue que los socialistas se presentan en la mitad de localidades. “Hubo una presión social muy fuerte, en especial en las comarcas más rurales, donde significarse abiertamente por el PSC era muy complicado. Pero el ambiente ha ido cambiando desde las municipales de 2019. La gente se siente más cómoda para expresar sus ideas, sin ir contra nadie”, comparte Marc Lamuà, primer secretario del PSC en Girona, de 40 años y diputado en el Congreso.

“Resistimos porque pronto nos reencontraremos. El reencuentro es tratarnos mejor entre nosotros, es escucharnos, empatizar”, pregona el candidato y exministro de Sanidad, Salvador Illa, en sus mítines. “Es un discurso que llevo escuchando años en el PSC. Lo que pasa es que los que gritaban ocupaban más espacio que la razón. Los gritos se han apagado y la reflexión aflora”, interviene Maurici Jiménez, de 41 años y alcalde desde esta legislatura en Platja d’Aro (11.000 habitantes) en coalición con ERC. ¿El secreto para proteger la relación? “Priorizamos los objetivos del municipio. A los vecinos”.

Retroceso municipal socialista desde 2011

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-El PSC logró en 2007 el mayor número de alcaldes y concejales. De los 52 alcaldes y 458 ediles de ese año en la provincia de Girona ha pasado a 10 alcaldes y 146 ediles. La tendencia en pleno procés se repitió en Lleida: de 58 alcaldes y 442 concejales a 12 y 127.

-El PP logró 10 concejales y Ciudadanos 6 en la provincia de Lleida en 2019. En Girona Cs obtuvo 25 actas y el PP 3.

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