Artur Mas: “No me siento nada responsable de lo ocurrido a partir de octubre de 2017”
El expresidente de la Generalitat cumple este domingo 65 años con “el corazón roto” por la desunión de los soberanistas; cree que una victoria de Salvador Illa (PSC) podría llevar a “repetir las elecciones”
Artur Mas tiene derecho desde ahora a cobrar la pensión vitalicia como expresidente que establece la ley catalana. Mas, que cumple 65 años este domingo, asegura desde su despacho de expresident en el Palau Robert de Barcelona que no tiene planes de volver ni a la empresa ni a la política. Acepta la responsabilidad de haber iniciado el procés independentista, pero se desentiende del camino unilateral que tomó quien él eligió como sucesor: Carles Puigdemont. El espacio político qu...
Artur Mas tiene derecho desde ahora a cobrar la pensión vitalicia como expresidente que establece la ley catalana. Mas, que cumple 65 años este domingo, asegura desde su despacho de expresident en el Palau Robert de Barcelona que no tiene planes de volver ni a la empresa ni a la política. Acepta la responsabilidad de haber iniciado el procés independentista, pero se desentiende del camino unilateral que tomó quien él eligió como sucesor: Carles Puigdemont. El espacio político que ambos compartieron se ha partido en dos: Mas se ha quedado en el PDeCAT y Puigdemont es candidato de Junts per Catalunya.
Pregunta. ¿Su voto será para el PDeCAT?
Respuesta. Votaré al PDeCAT, por eso me he quedado en el partido. Pero soy de los que tengo el corazón roto por la falta de unidad dentro del soberanismo. Hice el máximo sacrificio en política para garantizar la continuidad, que fue marcharme.
P. La CUP dijo que lo mandaban a usted a la papelera de la historia. ¿Ha salido?
R. La CUP presumió de eso y lo digo con una sonrisa porque a mi madre y a alguna otra persona le hizo un favor, pero ahí hay una mala interpretación: era marcharme o repetir las elecciones. Me fui por eso y no porque la CUP me echara.
P. Y ahora vota por un partido que no sale en las encuestas. ¿Cómo se siente?
R. Me siento frustrado. No por votar al PDeCAT, sino porque los míos no hayan sido capaces de garantizar la unidad, que es requisito indispensable para continuar ese proyecto con unas mínimas garantías. Me siento víctima de la ruptura, no autor, pero también me siento interpelado a hacer todo lo posible tras las elecciones para recomponer esa unidad.
P. Han pasado 10 años desde que mencionó la palabra procés en un discurso. ¿Se siente responsable y en deuda con la parte de Cataluña que no lo quería?
R. Me siento responsable entre 2012 y 2016: hasta que yo me marcho. Me siento corresponsable hasta octubre de 2017, porque el president Puigdemont me pidió colaborar codo con codo. No me siento nada responsable de lo que ocurrió a partir de octubre de 2017. Yo hubiera actuado de forma muy distinta a como se actuó. ¿Me siento responsable de toda aquella gente que ha quedado desamparada porque su posición era no a la independencia? Pues no. Siempre puse el acento en la posibilidad de votar a favor o en contra. Las elecciones que se hicieron en septiembre de 2015 y diciembre de 2017 fueron legales, no las discute nadie. El independentismo obtuvo la mayoría.
P. En escaños, no en votos.
R. En votos no se sabe. Porque para saberlo o se hace un referéndum puro o todos los partidos que se presentan a unas elecciones admiten ser contados en el sí o en el no. Ninguna de las dos cosas ha ocurrido en Cataluña.
P. Junts dice que un 50% de voto independentista legitimaría dar ciertos pasos. ¿Lo comparte?
R. Si en ocho años hemos pasado del 15% al 50%, ese salto enorme debería hacer pensar en España. Con el 50% ni se puede dar ni bloquear la independencia. La salida existe, si se quiere.
P. ¿La salida habría sido que en 2012 Rajoy hubiera aceptado una financiación para Cataluña similar a la del País Vasco?
R. Rajoy tuvo la salida en su mano y no la vio.
P. ¿Illa puede ser la solución?
R. No lo conozco, pero creo que tiene tres hándicaps: el primero es que ha abandonado el barco en medio de la peor tempestad; ¿se puede confiar en un capitán así? Además, ¿tiene sentido que alguien que quiere presidir una autonomía en su momento la suspendiera? Él estuvo de acuerdo con el 155. Y, por último, imaginemos que gana las elecciones: ¿qué apoyos tendrá? Es evidente que no cuadra. Que gane nos puede llevar a repetir las elecciones.
P. ¿Da por descontado que si ERC y Junts pueden, repetirán la coalición?
R. Quiero pensar que sí. No me cabe duda de que Junts lo hará y el PDeCAT seguirá apostando por una mayoría soberanista poniendo condiciones. No tengo la misma certeza con ERC, que puede tener la tentación de un tercer tripartito. Y la CUP no es de fiar.
P. ¿Cuándo estaba David Fernández sí que se fiaba?
R. Sí. David Fernández no es la CUP o no toda la CUP es David Fernández. La CUP ha dejado de votar a dos presidentes soberanistas. Mi propósito es que quien garantice la mayoría soberanista sea el PDeCAT.
P. Su mentor fue Jordi Pujol. Su sucesor, Carles Puigdemont. ¿Cómo lo lleva?
R. Al final los que han sido presidentes trascienden las fronteras de un solo partido y deben preservar esa figura más institucional. Me siento más un patrimonio colectivo para bien y para mal.
P. Sabe que tiene mucha gente decepcionada.
R. No le digo que no. Yo le digo patrimonio, que tiene activos y pasivos. Asumo también los pasivos.
P. ¿Habla con Puigdemont?
R. La última vez que pude hablar con tranquilidad fue hace cuatro meses, en Perpiñán [Francia].
P. ¿Usted se hubiera ido, como Puigdemont?
R. No tengo respuesta para esa pregunta porque creo que yo no me habría encontrado en esa disyuntiva. Yo hubiera llevado las cosas de una manera en las que ese último momento seguramente no se habría producido. El problema no es Puigdemont ni Junqueras, sino la represión del Estado.
P. ¿El indulto es la salida?
R. Prefiero el indulto a la prisión o al exilio. Pero la mejor salida es la amnistía, poner el contador a cero.
P. ¿El PSOE de Sánchez es igual que el PP de Rajoy?
R. No en cuanto a las formas, porque el PP es más extremo e impide cualquier tipo de acuerdo. Parecidos en que ninguno pone una solución sobre la mesa para reconducir el conflicto con Cataluña. El PSOE dice que hay que dialogar, pero nunca dice sobre qué.
P. ¿La mesa de diálogo de ERC y PSOE ha servido?
R. Prefiero la mesa del diálogo que la no mesa, pero no veo el fruto de ese diálogo.
P. Tiene pendiente el caso 3%. ¿Ayuda al imputado Germà Gordó porque tiene miedo de lo que pueda contar?
R. No ayudo a Gordó, sino a la verdad. Había una versión falsa que corría en ámbitos judiciales y era que a Daniel Osácar [extesorero de CDC] lo había puesto Gordó. No lo puso él, lo puse yo. Proponer a una persona para ejercer una función no quiere decir ser responsable legal de cómo ejerce esa función. Y no digo con eso que Osácar lo hiciera mal.
P. ¿Teme una imputación?
R. No. Siempre he negado la existencia del caso 3%. Para que existiera debería haber trato de favor en las adjudicaciones de obra pública y hasta ahora no se ha analizado. Si en algún momento alguien a título individual cometió un error, esa persona sí tiene que pagar las consecuencias.
P. Convergència acabó condenada por el caso Palau.
R. En ese caso, atención, se han cargado las culpas sobre el señor Osácar, que acabó en la prisión, pero si hay ganas de saber de dónde viene la relación entre el Palau y Convergència, hay que irse a los años noventa.
P. ¿Y a qué personas?
R. No hablaré de personas que seguramente ya no están. Pero si se quiere ir a la verdad hay que ver quién en su momento pensó en la colaboración entre el Palau de la Música y las fundaciones de CDC y les puedo asegurar que no fue ni el señor Osácar ni yo.
P. ¿Podría entrar en el sector privado?
R. No tengo oferta ni la he buscado. A partir de febrero podré optar, y en principio lo haré, a tener la pensión que establece la ley y que me obliga a renunciar a cualquier actividad privada. Quede claro que no debo nada a nadie, eso que usted insinúa.
P. ¿Habrá alguien que le haga una oferta? Grifols [empresarios farmacéuticos], por ejemplo.
R. Cuando los hermanos Grifols y yo hablamos de eso nos cachondeamos. Nunca ha habido ni habrá nada.