El incendio del edificio de Valencia que mantuvo en vilo a España, un año después: ni nuevas normas, ni revisiones, ni responsables

La investigación ha llevado a retrasar el momento de la muerte de varias de las 10 víctimas y a plantear si no hubo tiempo para pensar un rescate

El edificio incendiado el 22 de febrero de 2024 en el barrio de Campanar de Valencia este viernes, un año después del siniestro. Foto: Mònica Torres

Toda España vio como un edificio del barrio de Campanar de Valencia ardía por completo en la tarde del 22 de febrero de 2024, hace ahora un año. Fue una retransmisión en directo de las llamas devorando la fachada de dos torres de pisos, con una virulencia y una rapidez inusitada. Se vio cómo los fogonazos se movían y saltaban entre las placas de un recubrimiento del que todo el mundo parecía tener algo que decir. Lo peor de aquella tarde...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Toda España vio como un edificio del barrio de Campanar de Valencia ardía por completo en la tarde del 22 de febrero de 2024, hace ahora un año. Fue una retransmisión en directo de las llamas devorando la fachada de dos torres de pisos, con una virulencia y una rapidez inusitada. Se vio cómo los fogonazos se movían y saltaban entre las placas de un recubrimiento del que todo el mundo parecía tener algo que decir. Lo peor de aquella tarde en vilo fue el saldo mortal de diez fallecidos. Además de esas familias rotas, aquel incendio dejó casi 150 viviendas calcinadas y promesas dirigidas a mejorar la seguridad para que no volviera a ocurrir.

Un año después, el olvido es el saco en el que ha caído para la mayoría aquel incendio originado en el motor de una nevera de forma fortuita, según los peritos. El recuerdo y la huella están grabados solo para unos pocos, pero de una manera profunda. Las promesas siguen siendo eso: ni revisiones, ni protocolos, ni cambios normativos. Apenas un recuento de edificios de características semejantes y el compromiso incumplido de dar a los bomberos más información sobre las peculiaridades de los inmuebles para poder actuar adecuadamente.

Tampoco la investigación judicial arroja luz, de momento, para quienes buscan determinar si hubo algún responsable. Las pesquisas se centran en los materiales utilizados en la construcción del edificio y en la actuación de los bomberos, que ordenaron confinarse a quienes acabaron muriendo en sus casas.

En ese camino judicial sí ha habido una novedad que podría resultar trascendental. Los forenses fijaron, en un principio, la hora de todas las muertes en las seis de la tarde, alrededor de media hora después de que se iniciara el fuego. Fueron las llamadas y mensajes realizados por las víctimas desde sus viviendas los que determinaron que algunos de ellos murieron entre dos y tres horas después de que se declarara el incendio. ¿No dio tiempo a diseñar una estrategia de rescate? Las preguntas siguen superando a las respuestas un año después.

El edificio el 24 de febrero de 2024, después del incendio, y el 21 de febrero de 2025, un año después.Mònica Torres

El pavoroso incendio de Campanar tuvo un precedente, el de la Torre Grenfell, en Londres, en el que, en un edificio de características muy similares, murieron 72 personas en 2017. Aquel hizo cambiar las normas de seguridad respecto a los elementos y actualmente están prohibidos los materiales que no sean ignífugos. Pero, en 2005, cuando se pidió la licencia para la construcción de las torres de Valencia, tanto las placas de recubrimiento como el aislamiento térmico no solo estaban de moda, sino que además cumplían la normativa. Aun así, uno de los abogados de las víctimas, Ignacio Grau, considera que se debería haber alertado a los vecinos de la peligrosidad de ese material, más cuando una parte de ellos tuvo que ser repuesto apenas unos meses antes del siniestro. “Nadie les dijo que tenían la muerte ahí”, señala. Grau, que califica la investigación judicial de “aparente” dada la casi intrascendencia de la misma, considera crucial además que se clarifique la actuación de los bomberos, que ordenaron a algunos vecinos que se quedaran en sus viviendas —todas de las plantas más altas y de la segunda torre que ardió—, que acabaron convirtiéndose en sus tumbas.

Entre los fallecidos había una pareja con dos hijos pequeños, Ramón, Marta, Víctor y Carla, a cuya familia representa Grau. El registro de su muerte fue uno de los modificados porque se tiene constancia de que hasta las 19.15 o 19.30 estaban vivos, por los mensajes y llamadas que realizaron a familiares, amigos y vecinos, a quienes comunicaron la orden recibida por los bomberos. También se retrasó la hora de la muerte de una madre, Flor, y su hija, Alina, que a las 20.42 atendió una última llamada. El abogado que representa a su familia, Manolo Mata, se pregunta por qué tres horas después de que se iniciara el fuego nadie había diseñado una estrategia de rescate. Según declararon cuatro mandos de los bomberos ante el juez, los efectivos que sabían dónde se encontraban los vecinos confinados no pudieron trasladar la información a sus compañeros porque tuvieron que ser atendidos en un hospital. El letrado apunta que el registro de llamadas al 112, a cuyo acceso, de momento, el juez se ha negado, será sustancial.

Personal de emergencias en el incendio, el 22 de febrero de 2024.Mònica Torres

Más información

Archivado En