Un estudio alerta de la afección del turismo masivo sobre el patrimonio

La Politécnica de Valencia busca medidas preventivas que ayuden a garantizar la conservación de los edificios patrimoniales y a mejorar la gestión turística

Turistas hacen fila a la entrada de la catedral de Valencia.Mònica Torres

La calle del Miguelete de Valencia, que une la Plaza de la Reina con la Plaza de la Virgen por un lateral de la catedral, tiene una longitud de 100 metros y un ancho que, en la parte más estrecha, apenas supera los cinco. El pequeño vial ha llegado a registrar el paso de 215.000 personas en un solo día. En la capilla del Santo Cáliz, en el mismo templo, el paso continuado de 60 personas durante unas tres horas provoca una acumulación alta de CO2. ...

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La calle del Miguelete de Valencia, que une la Plaza de la Reina con la Plaza de la Virgen por un lateral de la catedral, tiene una longitud de 100 metros y un ancho que, en la parte más estrecha, apenas supera los cinco. El pequeño vial ha llegado a registrar el paso de 215.000 personas en un solo día. En la capilla del Santo Cáliz, en el mismo templo, el paso continuado de 60 personas durante unas tres horas provoca una acumulación alta de CO2. El origen de ambas circunstancias es el turismo masivo, en este caso, durante jornadas festivas o estivales. Y la consecuencia, una afección en la piedra y los frescos, es decir secuelas contra la conservación del patrimonio.

El centro de investigación PEGASO de la Universitat Politècnica de València (UPV) ha realizado un estudio en el que advierte de la “emergente necesidad” de identificar medidas que ayuden a garantizar la conservación de los edificios patrimoniales y a mejorar la gestión turística, tanto de dichos edificios, como de los centros históricos de las ciudades. Arquitectos, ingenieros y expertos en turismo han desarrollado un proyecto, con el centro histórico de Valencia como campo de pruebas, con el fin de crear un protocolo de planificación turística que contribuya a la preservación del patrimonio cultural, evitando masificaciones y aglomeraciones que puedan dañarlo. Esta saturación, advierten, puede causar además problemas de seguridad.

Las investigadoras María José Viñals y Concepción López González han liderado el estudio que comenzó con el escaneo láser de los edificios a través de una tecnología denominada HBIM que permite ver cada micro parte de los inmuebles. Además, aporta datos extraídos de sensores ambientales y de estimación del volumen, densidad y comportamiento de los flujos de personas. El primer objetivo es estimar la capacidad de carga de los edificios, es decir, cuál es el máximo de visitantes que ese elemento de patrimonio es capaz de soportar antes de que se vea afectado negativamente. “Depende de muchos factores, no solo del número de personas sino también del diseño del propio espacio, el porcentaje de humedad o la temperatura”, señala María José Viñals. El estudio permite además fijar unos límites predictivos, con el fin de aplacar el problema antes de que se dé. Y las soluciones, en ocasiones, son tan sencillas como la ventilación, aunque hay espacios que precisan hasta cuatro horas para que se produzca esa rebaja de CO2 hasta niveles normales.

Para los entornos, se ha utilizado una tecnología con cámaras que convierte a cada persona en un código y permite calcular cuántas el tráfico peatonal. “Adjudicamos un espacio mínimo para cada persona, aunque también depende de si va sola o en grupo, y aplicamos factores de corrección que nos permiten determinar cuál debería ser la cifra máxima de transeúntes”, indica María José Viñals, que incide en que la saturación puede provocar un verdadero problema de seguridad, que va mucho más allá del confort de los turistas. La medición y las predicciones, apunta, podrían servir tanto a la policía como a los guías de viajes para evitar colapsos.

Viñals destaca el hecho de que el patrimonio cultural arquitectónico y el entorno urbano donde se encuentra sean elemento definitorio de la identidad de las sociedades que lo albergan, pero es consciente de que también son dinamizadores clave de la economía local. “Por ello, su conservación y una gestión adecuada es fundamental para garantizar su pervivencia en el tiempo y su transmisión a generaciones futuras en buenas condiciones, más en un momento como el actual, con los problemas de saturación turística que sufren las ciudades históricas”, explica.

Desde el pasado mes de enero, la catedral de Valencia, ha superado, en varias jornadas, la cifra de 2.600 visitantes. El templo es uno de los tres que han sido escenario de del trabajo y donde se han obtenido por primera vez estimaciones precisas de tráfico peatonal en espacios públicos de la zona. Además de en la catedral las muestras se han tomado en otros dos edificios religiosos: la iglesia de San Juan del Hospital y el Real Colegio Seminario de Corpus Christi (Patriarca).

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