Valencia aprueba el jardín en el solar de Jesuitas, dedicado a Trini Simó y a la huerta
Unos 4.000 metros cuadrados se dedicarán a superficie verde y otros tantos a espacio público
Después de décadas de litigios y lucha vecinal, el jardín del solar de Jesuitas, que llevará el nombre de la activista defensora del patrimonio Trini Simó, se aprueba y se ejecutará con una inversión prevista de 3,6 millones de euros. El Gobierno local de Valencia ha aprobado este viernes la ejecuci...
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Después de décadas de litigios y lucha vecinal, el jardín del solar de Jesuitas, que llevará el nombre de la activista defensora del patrimonio Trini Simó, se aprueba y se ejecutará con una inversión prevista de 3,6 millones de euros. El Gobierno local de Valencia ha aprobado este viernes la ejecución de las obras de un espacio que se convertirá en uno de los principales jardines de Valencia, justo al lado del Jardín Botánico de la Universitat de València. El nuevo jardín será un espacio singular inspirado en el paisaje agrícola valenciano, concretamente en la huerta que rodea a la ciudad, en memoria del uso que tuvo originariamente.
El espacio que se salvó del ladrillo tiene una extensión de más de 8.000 metros cuadrados y se dedicará a la huerta valenciana, a su historia y diversidad, y también a la alimentación de proximidad y sostenible. Su situación, en el número 80 de la Gran Vía de Fernando el Católico, próxima también a otros destacados espacios ajardinados, como el Jardín de las Hespérides y el colegio de Sant Josep, así como su proximidad al Jardín del Turia, harán de esta zona un punto verde de referencia en la ciudad.
El diseño del nuevo jardín es fruto del concurso de ideas convocado en su día por el Ayuntamiento, del que resultó ganadora la propuesta titulada Bardissa, obra de un equipo multidisciplinar integrado por especialistas en arquitectura, botánica, arqueología, arboricultura e ingeniería industrial, liderado por el arquitecto Carmel Gradolí.
El proyecto ejecutivo contempla una superficie total de actuación de 8.425 metros cuadrados, de los que 3.998 corresponden a superficie del jardín y los 4.427 restantes, a espacio público. El plazo de ejecución ronda los 15 meses.
El jardín Trini Simó se configurará como un nuevo jardín hortofrutícola inspirado en la producción alimentaria de la huerta, que incorpora los tres elementos que la definen: los huertos, los caminos y las acequias, además de otros, como los setos, las plantaciones aromáticas, las edificaciones y las plantas útiles que no son de cultivo.
El futuro Jardín Trini Simó —Vox, socio de gobierno del PP, intentó quitar el nombre y sustituirlo por otro, a lo que la alcaldesa María José Catalá se negó— evocará el paisaje de la huerta, con cajas de acequias para el riego de los campos, caminos bordeados por plantas, un porchado de parras para el encuentro a la sombra, y una gran orla arbolada para conectar con el entorno. El proyecto prevé utilizar baldosa fabricada con biomasa de manufactura local, y muros con tapia de cal. El conjunto, tal como explicaron sus promotores, facilitará la accesibilidad, fomentará la biodiversidad, complementará los huertos didácticos del Jardín Botánico y dispondrá de espacios para el descanso y la reunión.
El Ayuntamiento de la capital y la cadena Expogrupo, propietaria del terreno, alcanzaron en 2011 un preacuerdo que evitó la construcción de un establecimiento hotelero de 11 plantas junto al Jardí Botànic, uno de los bienes naturales y científicos más importantes de la ciudad. Los entonces dueños fueron compensados con una permuta de terrenos en otro puntos de la ciudad y aunque se barajó la posibilidad de que el solar sirviera para ampliar el Botànic, la idea se desechó al final.
El colectivo Salvem el Botànic, que peleó durante décadas por que el solar fuera una zona verde, urgió desde entonces al Consistorio y a la Universitat a que ejecutasen un jardín abierto al público y visitable pero el proyecto se fue posponiendo. “Ahora queda conseguir que los terrenos anexos al jardín recuperen el verde, bien sea como jardín, bien como huertos urbanos o preferiblemente como ampliación del Botánico, pero siempre con la prioridad de preservar el paisaje y permitir que la ciudadanía lo disfrute”, fue la despedida en abril de 2017 de la coordinadora vecinal, que se disolvió tras evitar la construcción del mastodóntico hotel.