Ofensiva antiacadémica de Vox sobre el valenciano
El partido ultra cuestiona la normativa oficial mientras el PP reduce la presencia de la lengua autóctona. Ambos socios en la Generalitat obvian el problema del gran descenso de su uso social
Vox, socio de Gobierno del PP en la Generalitat Valenciana, ha iniciado una ofensiva en varios frentes institucionales en contra de la normativa académica del valenciano y de los criterios de la comunidad filológica internacional. La Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), el ente normativo oficial según estipula el Estatuto de Autonomía, es su principal objetivo. La pasada semana, el vicepresidente y consejero de Cultura, Vicente Barrera, de Vox, ...
Vox, socio de Gobierno del PP en la Generalitat Valenciana, ha iniciado una ofensiva en varios frentes institucionales en contra de la normativa académica del valenciano y de los criterios de la comunidad filológica internacional. La Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), el ente normativo oficial según estipula el Estatuto de Autonomía, es su principal objetivo. La pasada semana, el vicepresidente y consejero de Cultura, Vicente Barrera, de Vox, anunció con solemnidad en Les Corts que su departamento iba a subvencionar a Lo Rat Penat o la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV). Estas entidades privadas emplean una norma alternativa, rechazan la unidad lingüística del valenciano y el catalán y no reconocen la autoridad de la Acadèmia, institución pública creada en 2001 por el entonces presidente, Eduardo Zaplana, del PP, con el apoyo de la izquierda.
Esta semana, Vox presentó una proposición no de ley en Les Corts para que se reconozcan oficialmente los títulos de valenciano de Lo Rat Penat basados “en la normativa establecida” por la RACV diferente a la oficial. Esta ortografía (más castellanizada y coloquial, con las variantes más diferenciadas del estándar del catalán) fue empleada en el tuit que envió en agosto la Consejería de Agricultura, en manos de Vox, lleno de faltas, y retirado a las pocas horas por la polémica generada.
También esta semana se hizo público un documento del secretario de la RACV, José Aparicio, en el que afirma que “la lengua valenciana, sin duda, hunde sus más profundas raíces en la más profunda prehistoria valenciana” y la considera coetánea “con la lengua vasca”. A esta entidad (entre otras) le pedirá un informe la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, del PP, para justificar el cambio del acento al topónimo Valencia. Con el apoyo y la exigencia de sus “socios preferentes”, Vox, el Ayuntamiento ha aprobado la doble denominación (Valencia/Valéncia) y ha cerrado el acento abierto del nombre oficial anterior, solo en la lengua autóctona (València). Para que el cambio sea oficial se necesita un informe preceptivo y vinculante de la Acadèmia, que ya dictaminó en 2016 que el acento debía ser abierto, tras la consulta del anterior equipo municipal de izquierdas.
En la capital, un acento puede sintetizar un conflicto lingüístico y político que dividió a la sociedad valenciana, sobre todo en los violentos años de la Transición en la Comunidad Valenciana. Un conflicto que con la Acadèmia, cuya creación formó parte de las negociaciones entre José Maria Aznar y Jordi Pujol para que Convergència i Unió apoyara en 1996 un Gobierno del primero, se pretendió enterrar definitivamente y que ahora se quiere reavivar. No de la mano del partido surgido del conflicto, Unió Valenciana, fagocitado por el PP tras su acuerdo de Gobierno de la Generalitat en 1995, sino de la formación ultra, que aboga por las mismas tesis lingüísticas que los primeros.
Pero a diferencia de los regionalistas, los principales dirigentes de Vox se expresan en castellano, cuando defienden el “auténtico valenciano” o advierten de los peligros del “pancatalanismo supremacista” y del “independentismo de los Países Catalanes” en la Comunidad Valenciana, como hizo Barrera en su primera intervención parlamentaria. También es lo habitual en la presidenta de Les Corts, Llanos Massó, que se jactó en agosto de que sin su partido en el Consell “no se habría reabierto” el debate del valenciano, y en el portavoz municipal de Vox en Valencia, Juan Manuel Badenas, que amenaza con presentar una “cuestión de inconstitucionalidad” contra la Acadèmia si emite un informe contrario al acento cerrado.
Ni a Vox ni al PP, ni antes a Unió Valenciana, les gusta la definición que da el diccionario de la Acadèmia del valenciano: “Llengua romànica parlada a la Comunitat Valenciana, així com a Catalunya, les Illes Balears, el departament francés dels Pirineus Orientals, el Principat d’Andorra, la franja oriental d’Aragó i la ciutat sarda de l’Alguer, llocs on rep el nom de català” . Y menos la del diccionario de la RAE con la que Catalá se reunió en 2014, siendo consejera de Cultura, para pedir infructuosamente que la cambiase: “Variedad del catalán, que se usa en gran parte del antiguo reino de Valencia y se siente allí comúnmente como lengua propia”.
En Alicante, Vox retiró el jueves su propuesta de declaración institucional para instar a Les Corts la inclusión de la ciudad como municipio de predominio lingüístico castellano. El portavoz adjunto de la formación, Mario Ortolá, aseguró que tiene “la buena fe y la confianza de que PP y Vox quieren exactamente lo mismo”. En unos días, Escola Valenciana había reunido 16.000 firmas contra la iniciativa. Este viernes, el consejero de Educación, José Antonio Rovira, negó que se fuera a secundar el propósito de Vox. Fuentes de un sector del PP de la provincia de Valencia se preguntan por el sentido de remover el conflicto.
Menos valenciano
En su acuerdo de Gobierno con Vox, el PP se arrogó las principales competencias en materia lingüística. En estos dos meses, los populares han reducido la presencia e importancia del valenciano en la esfera pública, eximiendo a las zonas castellanohablantes de su enseñanza a partir del próximo curso, anunciado en la reforma la ley del plurilingüismo para reducir su carga lectiva y rebajando su mérito en Sanidad.
A veces el PP ha optado por guardar silencio ante la ofensiva de Vox; otras ha respaldado su proceder, como hizo este verano el consejero de Educación, y no ha dejado de lanzar guiños a las entidades secesionistas, como habitúa Catalá y . Pero también el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, ha salido al paso para reafirmar la “autoridad científica” de la Acadèmia. La primera vez fue este verano ante la deriva de Vox y la última hace dos semanas, tras reunirse con Verónica Cantó, presidenta de la institución.
Mazón pidió a Cantó, no obstante, “revalencianizar” los criterios de la entidad, que se acerque más al “valenciano de la calle”, a los postulados del PP y Vox. Y para ello propuso una comisión mixta para “iniciar un proceso de sensibilidad y coordinación”. La presidenta le recordó a Mazón que entre los 21 miembros de la institución hay sensibilidades de todo tipo, incluso procedentes del mundo secesionista, y que la entidad también atiende al registro popular de la lengua, pero se rige por los criterios filológicos de la romanística internacional. Además, incidió en la necesaria independencia en el funcionamiento de la institución, cuyos integrantes se renuevan desde 2016 por cooptación, es decir, por votación interna de sus miembros, con el fin de despolitizarla.
La primera presidenta de la Acadèmia fue la filóloga y política Ascensión Figueres, que acabó su mandato en 2011 e ingresó en las listas del PP al Congreso. Le sucedió el historiador Ramon Ferrer hasta 2022, que fue sustituido por la editora Verònica Cantó, candidata de consenso.
Descenso pronunciado del uso social
En estos dos meses, el PP y Vox han situado el valenciano en el centro del debate político valenciano. Sin embargo, ninguno de sus representantes ha hecho ninguna mención especial sobre el gran problema que se cierne sobre la lengua autóctona, a juicio de los expertos: el descenso en su uso social, que ha disminuido ocho puntos, según la última Enquesta de coneixement i ús social del valencià, de 2021. En ese año, el 23,1% de los encuestados decía emplear en casa el valenciano “siempre”, “generalmente” o “más que el castellano”; en 2015, el porcentaje era del 31%. Entre los amigos, se ha pasado del 20,4% al 28,1% actual.
Por el contrario, se ha incrementado en seis puntos el porcentaje de personas que saben escribirlo bien, en casi cinco puntos las que saben leerlo y en tres puntos las que lo entienden, gracias a su extensión en el sistema educativo. Entre 2015 y 2023, la consejería de Educación y Cultura estuvo regida por la coalición valencianista Compromís, socio del PSPV-PSOE y de Unides Podem en la Generalitat.
Esta disminución en el uso social, que se ha detectado también en otras comunidades con lenguas cooficiales, de debe a la preferencia por el castellano de los padres, al avance del plurilingüismo, a la muerte natural de hablantes nativos y al predominio del castellano en las redes sociales en España (vehículos de socialización), y en las plataformas de televisión, según apuntaron algunos expertos cuando se dio a conocer la encuesta el 7 de diciembre de 2022, entre dos días festivos. Los resultados sobre el uso social fueron calificados como de “muy preocupantes”, por el entonces director general de Política Lingüística, Rubén Trenzano.