Los festivales de música se potencian como destinos turísticos y cifran su impacto con el ‘big data’

Un modelo diseñado por el Instituto Valenciano de Tecnologías Turísticas facilita herramientas inteligentes para baremar el impacto económico de los eventos musicales y posicionarlos

Asistentes al Rototom trasladan su equipaje en un carrito. Foto: ÁNGEL SÁNCHEZ | Vídeo: EPV

X podría ser el visitante número 202.000 del festival internacional reggae Rototom Sunsplash de Benicàssim (Castellón). Solo con cruzar el recinto ya es posible conocer su país o ciudad de origen. También si ha accedido en transporte público o con vehículo particular. Si se aloja o no en la acampada del festival. Su edad y si viene en familia. Qué, cuánto y cómo consume durante su estancia, gracias al sistema cashless. Y esto es solo una pequeña muestra.

Sobre esa delgada línea roja que transita entre el...

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X podría ser el visitante número 202.000 del festival internacional reggae Rototom Sunsplash de Benicàssim (Castellón). Solo con cruzar el recinto ya es posible conocer su país o ciudad de origen. También si ha accedido en transporte público o con vehículo particular. Si se aloja o no en la acampada del festival. Su edad y si viene en familia. Qué, cuánto y cómo consume durante su estancia, gracias al sistema cashless. Y esto es solo una pequeña muestra.

Sobre esa delgada línea roja que transita entre el big data (análisis de macrodatos) y el universo big brother, de lo que no cabe duda es de que un festival como Rototom Sunsplash, con una asistencia media de 30.000 personas diarias, genera una cantidad ingente de datos que, canalizados y gestionados, pueden ser un aliado para el propio festivalero, la organización de la cita cultural, promotores, sector turístico local y hasta para el mismísimo planeta.

Está claro que los festivales del futuro serán digitales, sostenibles y eficientes o no serán, indican desde el sector. También que el big data lleva ya unos años instalado en la escena festivalera. Pero: ¿cómo digerir todo este torrente informativo, exprimirlo y rentabilizarlo social, cultural, económica y ambientalmente? Es aquí donde emerge el nuevo sistema de festivales inteligentes que ampara e impulsa el Instituto Valenciano de Tecnologías Turísticas (Invat·tur), y que subirá estas macrocitas culturales al carro, definitivo, de la inteligencia artificial.

“Los festivales son productos turísticos de primer nivel. No se pueden desligar de la inteligencia artificial ni de la cultura de la gestión de datos”, indica el secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer. Igual que se mide el impacto de un crucero o de una feria, “deben poderse medir la huella y la recompensa que deja un evento musical; el sector debía tener un piloto de festival inteligente”, puntualiza Colomer. Ese proyecto piloto nace en la Comunidad Valenciana y hará que los primeros festivales inteligentes en España sean valencianos. Con ellos se cubre una asignatura pendiente. “Nos anticipamos a la tendencia del turismo nacional, este proyecto se alinea con la política estatal de destino inteligente”, apuntan desde Invat·tur.

Información convertida en datos medibles y con impacto real

Además de cuantificar de forma más afilada el impacto económico que dejan —el último recuento oficial, de 2019, cifró en 950 millones de euros el balance festivalero de la escena valenciana—, el nuevo modelo quiere transformar el bum de datos que fluye por un festival en una herramienta global y colectiva capaz de mejorar su posicionamiento como destino turístico y la experiencia del visitante. ¿Cómo? Aportando información actualizada del entorno, disponibilidad de alojamientos, comunicados municipales del destino donde se celebra el festival, alertas o avisos meteorológicos, por ejemplo.

Se trata de utilizar los soportes tecnológicos existentes, como aplicaciones, redes sociales, sistema de pago cashless o portal web, pero de forma coordinada e integrada, y ponerlos al servicio del sector en su conjunto.

El objetivo es que los promotores conozcan los beneficios del modelo y dispongan de una hoja de ruta para su materialización que les permita predecir lo que hay que cambiar o mejorar, según explica Francisco Morcillo, uno de los impulsores de esta guía de festivales inteligentes. Para este consultor especializado, el dato se ha convertido en “el eje tractor de todo lo que está ocurriendo”, porque los eventos no tienen solo un impacto cultural, sino también turístico y “hay que sacarle el máximo rendimiento”, recalca.

Gracias a esta guía se conseguirá conocer la afectación de los festivales en la economía y la ciudadanía, analizando los eventos en tres categorías: grandes festivales, medianos festivales y festivales de experiencia. “Tratamos de analizar qué pasa antes, durante y después del evento”, señala.

Con este nuevo sistema, el recientemente celebrado SanSan Festival, que comparte recinto en Benicàssim con el Rototom y el FIB, aspira a lograr la plena digitalización de la información que gestiona ya en el campo del turismo. “Nosotros vendemos y gestionamos directamente las plazas hoteleras de Benicàssim o de Oropesa a través de nuestra web, conectando establecimientos con nuestro público para ofrecer un producto que garantice una experiencia única”, explica el director del SanSan, Roberto Recuero. “Nuestro objetivo es implementar esa intercomunicación de datos en el plano digital, y ahora estamos dando los primeros pasos”, indica en alusión al nuevo modelo.

Esta plataforma global tendrá también su reflejo en el planeta. Prevé reducir la huella de carbono de la macrocita midiendo, por ejemplo, el sistema de transporte utilizado por el público o sus hábitos de reciclaje. Sobre el impacto planetario de estas medidas se pronuncia Fiachra McDonagh, coordinador de solidaridad y acciones verdes del Rototom: “Si tenemos datos podemos actuar, valorar lo que estamos haciendo, saber cómo y por qué y asegurarnos un impacto para nuestras acciones”, dice. El festival invierte cada año 350.000 euros para blindar su sello verde. McDonagh cree que la plataforma del Invat·tur, al permitir el trabajo en red con otros eventos, puede reducir el coste y mejorar la eficacia de sus políticas ambientales. De hecho, otra de las herramientas que promueve es la medición automatizada de residuos generados, así como la medición sensorizada del ruido.

La seguridad también gana en este proyecto, que aspira a optimizar los datos para controlar el número de accesos y personal dimensionado al detalle; informar al público sobre el acceso más despejado u ofrecer un sistema de avisos de aglomeraciones para la organización. También impulsa una nueva pulsera con información sanitaria integrada, lo que ayudará a mejorar el rastreo de contactos sanitarios.

El listado de datos medibles sigue: se podrá consultar en tiempo real la ocupación de escenarios y barras, ver la programación y obtener información actualizada y personalizada del entorno. Todo, en aras de perfilar una edición con un cartel musical de 10, segura, ágil, eficiente, sostenible y cien por cien experiencial.

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