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Así es el piloto para remontar los resultados en Matemáticas en Cataluña: “Los maestros ven que hay una forma optimista de enseñar la materia”

El programa Florence, con una duración de tres años, se ha puesto en marcha este curso en 200 centros educativos

Es 5 de junio y toca clase de fracciones. La frase asustaría a muchos, pero los alumnos de 5º de primaria de la escuela Giroi de La Garriga (Vallès Oriental) se muestran entregados a la lección. Mientras siguen las explicaciones de la maestra, practican con un pedazo de hoja rectangular que van doblando sucesivamente para poner en práctica las fracciones. Y cuando la profe pregunta, no faltan manos alzadas. “Hacemos cosas diferentes y divertidas y aprendes muchas cosas, y te quedas con las ganas de experimentar en casa”, cuenta María, una de las alumnas, mientras hace otro pliego al papel.

Esta escuela ha estrenado este año el programa piloto Florence, que busca mejorar los resultados en Matemáticas, la asignatura pendiente en gran parte de los centros educativos, tanto para alumnos como profesores. Hasta ahora, el colegio Giroi ya seguía otros programas de didáctica de las matemáticas, que no funcionó. “Veíamos que los alumnos no consolidaban los aprendizajes y que los resultados empezaban a caer, así que el claustro acordó hacer un cambio”, explica la directora, Lluïsa Vigas.

El programa piloto, bautizado así en honor de Florence Nightingale —enfermera británica que destacó como experta en estadística y, de hecho, fue la primera mujer en ser aceptada en la Royal Statistical Society— tiene una duración de tres años, un presupuesto de 2,5 millones. En el proyecto participan de 200 centros (120 escuelas y 80 institutos) que pueden, voluntariamente, aumentar entre una y cuatro horas semanales de matemáticas (que salen de las horas de gestión autónoma) y además reciben material manipulativo.

El Florence cuenta con 14 profesores referentes (12 para primaria y dos para ESO), especialistas en didáctica de las matemáticas, cuya misión es enseñar al resto de docentes otra forma de explicar la materia. Nesa Bermejo es una de estas referentes, que tiene a su cargo una decena de centros del área del Maresme y el Vallès Oriental, como el Giroi. “Las escuelas que piden entrar en el Florence lo hacen porque necesitan una línea común de centro, porque ven que cada maestro va a la suya. Y también, claro, buscan mejorar los resultados”, afirma Bermejo.

Este primer año, el programa arrancó a medio curso, así que se dedican más “a una toma de contacto y sensibilización de los profesores”. De momento solo lo han aplicado en 4º y 5º de primaria y Bermejo es quien imparte la clase a los chavales cada dos semanas, mientras la tutora observa y aprende las nuevas técnicas. Pero de cara al próximo curso, la persona de referencia ya será una maestra de la escuela, el apoyo exterior será menos frecuente y el programa llegará a más cursos.

El programa actúa en dos ámbitos. El primero, en la enseñanza de las matemáticas para hacerlas atractivas a los alumnos. En este centro hacen sesiones de hora y media en que los chavales “investigan, comparten y reflexionan”. “El objetivo es que a los alumnos les gusten las mates, que les pierdan el miedo, y si podemos mejorar resultados, perfecto. Porque las matemáticas están en todos lados y las necesitarán cuando sean mayores”, incide la directora, que también es profesora especialista en matemáticas.

El segundo ámbito es formar a los profesores del centro. “Los maestros enseñamos como aprendimos de pequeños, pero con errores adquiridos y miedo a probar otras cosas”, apunta Bermejo. El principal obstáculo de un programa de este tipo, pero también la clave de su éxito, es la actitud del claustro. “Siempre hay maestros más reticentes, que no quieren salir de su zona de confort y no quieren probar nuevos métodos. Pero aquí hacen de alumnos, practican con los materiales y ven que hay varias formas de llegar al mismo punto. La idea es que vean que hay una forma optimista de enseñar las matemáticas”, añade Bermejo.

El centro lleva poco tiempo con el programa, pero ya ha notado una buena predisposición entre el claustro. Laia Frutos, que ejerce de tutora desde hace 20 años, observa atenta las explicaciones de Bermejo a sus alumnos de 5º. Asegura que, en todo este tiempo, ha probado diferentes métodos de enseñanza de la materia. “En este le veo el sentido a las matemáticas. Son actividades sin techo ni pared, así que son adaptables a los diferentes niveles. Además, les hace pensar y descubren que no hay solo una forma de hacer las cosas”, apunta.

También ha habido un cambio de actitud de los alumnos, aseguran las docentes. “Este método les gusta mucho porque ven que pueden participar y avanzar cada uno a su ritmo”, dice Frutos. En ello coincide la referente del Florence, que lo sintetiza en una experiencia. “Una vez un niño me dijo: ‘Es la primera vez que me siento bien haciendo las mates’”.

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