El festival 42 alza el vuelo a lomos de dragón
Ted Chiang, Lisa Tuttle y Catriona Ward, entre los invitados de la cuarta edición del encuentro de géneros fantásticos de Barcelona
No hay forma mejor de arrancar un festival de literatura fantástica que con dragones, muchos dragones. Y así lo ha hecho el 42, el festival de géneros fantásticos de Barcelona, que ha inaugurado el miércoles por la tarde su cuarta edición (hasta el domingo) en la Fábrica de Creación Fabra i Coats. El gran vestíbulo del espacio en que se desarrolla el festival está ocupado por una docena de dragones, desde los medievales como Fafnir de El cantar de los nibelungos pasando por Smaug (tan influenciado por el primero), de El Hobbit, de Tolkien, sin olvidar a Fújur, de La historia interminable, de Michael Ende, o Drogon, Viserion y Rhaegal de Canción de hielo y de fuego, de George R. R. Martin. Los escamosos seres, presididos por un largo dragón chino dorado, Huaxing, que sobrevuela las cabezas de los visitantes, componen la exposición Hic sunt dracones (aquí hay dragones, la evocadora frase de los mapas antiguos), la más vistosa del festival, que incluye otras (una dedicada a los 50 años de Mecanoscrit del segon origen de Pedrolo) , así como charlas, mesas redondas firmas de libros, talleres (cómo dibujar un dragón, con el maestro Ciruelo Cabral), teatro, los premios de la cita, y hasta un concurso de cosplay (caracterización de personajes de la cultura popular).
El 42 —cuyo nombre proviene de la célebre respuesta a cuál es el sentido de la vida arrojada por la súper computadora Pensamiento profundo de la desopilante La guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams (Anagrama)— cuenta este año con 150 autores de 15 países, entre ellos Ted Chiang, Lisa Tuttle, Catriona Ward, P. Djèlí Clark, la dragonera (precisamente) Rebecca Yarros, autora de la serie Alas de sangre-Empíreo (on line, el viernes), Stuart Turton, Attila Veres, T. Kingfisher (Ursula Vernon ) y Bernice M. Murphy (especialista mundial en la obra de Shirley Jackson, a la que se dedica una serie de actividades bajo el título de ShirleyCon). A destacar la presencia asimismo de Emmanuele Arioli, que ha descubierto un nuevo caballero artúrico y lo explica en Segurant, el caballero del dragón (Folioscopio).
El festival, en el que están también Emilio Bueso, Javier Calvo, Félix J. Palma o la cubana Elaine Vilar Madruga, ha tenido como menú de su primer día el miércoles, entre otras actividades, una charla inaugural de Albert Sánchez Piñol, una oportunísima mesa redonda sobre el agua, con la participación de Gabi Martínez, una conversación con la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda, autora de las inquietantes Mandíbula, Nefando o la reciente Chamanes eléctricos en la fiesta del sol (2024) y que se ha confesado fan del Diccionario de símbolos de Cirlot, y dos representaciones de obras de teatro fantástico, ambas con viajes en el tiempo, Isekai: historia de un secuestro (dirigida por Loredana Volpe, que proyecta subir a escena a Lovecraft) y Cuatrocientas (Inés Galiano). Directores y actores han protagonizado una animada mesa redonda sobre los retos de llevar al escenario obras de género y en la que se ha llegado a decir: “Somos la solución del teatro”.
Con gran entusiasmo ha hablado a este diario de dragones Eduard Martí Blanch, comisario de la exposición, que es ¡veterinario!, aunque advierte que nunca —de momento— ha tenido ningún dragón en su consulta. Ha explicado cómo los dragones fueron asociados con el infierno y el diablo por el cristianismo y desde entonces comenzaron a arrojar fuego (antes eran más como serpientes, venenosos), ha recalcado el poderoso simbolismo de la gran bestia —unos interesantes carteles en la exposición muestran los tamaños comparativos de, por ejemplo, Balerion con el Camp Nou (el dragón es más grande)—, y ha remontado la tradición occidental al Tifón de Ovidio. Preguntado por cuál considera el dragón más conocido, ha reflexionado que probablemente lo sea en nuestra cultura el dragón medieval genérico. De entre los dragones famosos ha recordado al basilisco de Rowling, a los dragones de Pern de Anne MacCafrey (cuyas novelas publicadas en los setentas por Acervo reedita ahora Roca editorial) y a los de Terramar, de Ursula .K. Le Guin. Pero ha subrayado que el tirón popular, el gran salto en la literatura de masas, se debe a los dragones de Juego de tronos de Martin.
El director del 42, Ricard Ruiz Garzón, ha recordado que pese a la dimensión que toman los dragones, y valga la expresión, y a que estamos en el Año del Dragón chino (y que viene Yarros), el festival no es monográfico sino que tiene siempre varios ejes temáticos, y que en esta edición “hay mucho terror”. La gente, “se ha cansado de lo distópico, dada la dificultad de acertar” y la idea de lo terrorífico y del monstruo como metáfora recorren el encuentro. Ha destacado el director la presencia de Ted Chiang —”traerlo era uno de mis sueños”— y ha considerado que estamos ante una edición en la que ya se ha consolidado la hibridación del público, en el que se mezclan jóvenes y adultos, gente del fandom y de la academia, y lectores en castellano y catalán. “Henos roto todas las barreras, no hay compartimentos estancos”, ha apuntado, “los visitantes vienen porque les interesan los autores y los libros y no le importa ninguna otra consideración, hemos creado comunidad”.
Preguntado sobre a cuál de los grandes maestros históricos le hubiera gustado traer al 42, ha dicho que a Ursula K. Le Guin, a la que lleva en su móvil. Lovecraft y Poe también le hubieran gustado, pero cree que le hubieran dado problemas. En cuanto a que las actividades se hagan, a diferencia de otros festivales literarios menos centralizados en un lugar, todas en Fabra i Coats, considera que contribuye a crear “sentido de comunidad”, que es un signo de identidad, y que ha servido para que mucha gente conozca la fábrica de creación.