Puigdemont se prepara para medir sus fuerzas en Junts ante las maniobras internas para un posible frente crítico
El expresidente catalán mantiene en el aire su futuro tras perder las elecciones, mientras su formación abre el debate por el liderazgo
Los diputados de Junts per Catalunya se han ido de vacaciones de verano con deberes para el otoño. La convocatoria del congreso del partido para el próximo mes de octubre, con dos años de adelanto, obliga a adoptar una posición sobre qué estrategia conviene a la formación al verse fuera de la Generalitat tras el ...
Los diputados de Junts per Catalunya se han ido de vacaciones de verano con deberes para el otoño. La convocatoria del congreso del partido para el próximo mes de octubre, con dos años de adelanto, obliga a adoptar una posición sobre qué estrategia conviene a la formación al verse fuera de la Generalitat tras el pacto entre su antiguo socio, Esquerra Republicana, y el PSC. “El contexto es nuevo”, ha admitido el secretario general de JxCat, Jordi Turull. Sin apenas presencia en cargos de poder institucional, y con la unidad independentista definitivamente fracturada, la formación mezcla el pragmatismo del mejor solos que mal acompañados con la épica del uno contra todos y pone el foco en definir quién debe llevar el volante del partido, una vez que Carles Puigdemont se ha vuelto a marchar a Bélgica. La formación posconvergente se reivindica como el último bastión válido que le queda al independentismo y pide capitanear una concentración de fuerzas “más allá del espectro de Junts” para dar un agarradero a quienes “se sienten huérfanos y con ganas de volverse a movilizar”.
Carles Puigdemont se comprometió durante la campaña por las elecciones catalanas a dejar la “política activa” si no lograba ser restituido como president. Alegó que en ningún caso se veía ejerciendo de “jefe de la oposición”. Recuperar la Generalitat o nada era el mensaje electoral. Junts obtuvo 35 escaños el 12 de mayo, siete menos que el PSC, pero a la hora de repartir despachos en el Parlament, el jefe de JxCat en la cámara autonómica, Albert Batet, decidió reservar para el expresidente catalán la oficina más noble de las que corresponden a los diputados de Junts. Tres meses después de los comicios, el despacho sigue vacío.
Jordi Turull cuestiona ahora la validez de la promesa de Puigdemont, con la idea de que el expresidente le acompañe en una apuesta conjunta para dirigir el partido. Son las dos figuras de mayor peso en Junts y se han repartido la toma de decisiones, sin que por ahora haya oposición. El congreso de octubre medirá qué apoyos conservan en la nueva etapa que se ha abierto. Puigdemont confeccionó a su gusto la candidatura para los comicios del pasado 12 de mayo, relegando a figuras contrastadas del partido para situar de número dos a Anna Navarro, una empresaria tecnológica sin experiencia en política y que ha pasado los últimos 30 años en Estados Unidos.
La derrota electoral no ha hecho aflorar el debate interno sobre la dependencia de Puigdemont, e incluso se hacen se hacen de tapadillo las críticas por la “desorientación” que causó en los diputados de Junts la irrupción en Barcelona, y posterior fuga, el pasado jueves 8 de agosto. Fuentes del grupo de JxCat en el Parlament señalan que “el desconocimiento sobre qué intenciones tenía era total”. El expresidente se había comprometido a estar presente en el debate de investidura pero, tras un breve discurso en las cercanías del Parlament, se escabulló de la vigilancia policial y se montó en un coche, junto a Jordi Turull, para escapar de Barcelona. “A partir de aquí todo fue una sensación de caos, y más cuando vimos que no había dado ninguna instrucción sobre la delegación de voto”, señalan las mismas fuentes.
El reglamento del Parlament permite a los diputados delegar el voto, si no pueden estar en el escaño. Puigdemont no activó ese trámite y la sospecha de que podía presentarse en el hemiciclo en cualquier momento sobrevoló distintas fases del pleno.
División interna
Una persona con rango dentro del equipo de Junts admite que “es posible que haya gente en el partido que no entienda o no comparta las recientes decisiones que ha tomado”. Sin embargo, señala que no hay motivos para abrir una brecha: “Dudo mucho de que haya alguien capaz de presentarse como alternativa al president Puigdemont”. Otra fuente del grupo parlamentario se pronuncia de manera similar. “Tal como van las cosas estas últimas semanas, no veo a nadie que se atreva a moverse del guion, porque será aplastado”, sentencia.
No todo el mundo dentro de JxCat lo ve de igual forma. “Las cosas van poco a poco, ahora se acaba de convocar el congreso y aún queda tiempo para hacer planes. Pero hay gente que se mueve y no es atrevido pronosticar que en el congreso habrá una alternativa a las intenciones de Turull”, resume otra fuente ejecutiva de Junts. El secretario general del partido no ha concretado qué planes tiene para el congreso, pero sí ha avanzado que “no es imaginable un relanzamiento de la estrategia independentista sin la participación activa del president Puigdemont”. La hipotética dupla formada por Turull y Puigdemont para controlar Junts implicaría apartar de manera definitiva a Laura Borràs de la presidencia de la formación. La expresidenta del Parlament ha visto cómo su influencia menguaba, coincidiendo con su condena judicial por trocear contratos públicos para beneficiar a un conocido.
En la carta dirigida a la militancia para anunciar la convocatoria del congreso del partido para el último fin de semana de octubre, la dirección de Junts alega la conveniencia de la cita porque, a su juicio, se ha producido “la ruptura del bloque independentista y la configuración de un Govern españolista, encabezado por Salvador Illa”. El congreso es el evento más determinante que contemplan los estatutos de cara a marcar la hoja de ruta política del partido y para escoger sobre quién recae el liderazgo. En 2022 se tuvo que celebrar en Argelers (sur de Francia), ante el riesgo de detención que implicaba para Puigdemont entrar en Cataluña. Quedan dos meses para el congreso de este año y, pese a la aprobación de la ley de amnistía, en Junts nadie tiene claro que no sea necesario volver a cruzar la frontera.
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