Cuatro de cada diez catalanes, sin vacaciones

Pese a la mejora de los datos macroeconómicos, una parte importante de la sociedad tiene el piloto encendido de enero a diciembre

Colas de pasajeros este mediodía en la Terminal 1 del aeropuerto de El Prat de Barcelona.Alejandro Garcia (EFE)
Estefanía S. Vasconcellos

Hablar de vacaciones no es hacerlo, necesariamente, de viajes, sino del derecho al descanso. En 2023, más del 40% de la población de Cataluña aseguraba que, por motivos económicos, no podía irse de vacaciones al menos una semana al año. En ese mismo periodo, la región recibía más de 18 millones de visitantes extranjeros (el 21,2% de los 85 millones que llegaron a España, según el Instituto Nacional de Estadística). Las grandes empresas del sector, agrupadas en la patronal Exceltur, auguran que las cifras de 2024 serán aún mejores en cantidad de llegadas, gasto y creación de empleo.

El turismo supone el 12% del PIB catalán (casi el 13% en España), y es uno de los principales motores de crecimiento del país. Según las últimas previsiones del Ministerio de Economía, llegaremos al 2,4% en 2024. Como imaginarán, ahora vienen los peros.

El primero: que el crecimiento no genera bienestar por sí mismo. No lo genera si los costes humanos, sociales y medioambientales son altos y tampoco si no se reparten de forma justa los beneficios. Costes como la proliferación de pisos turísticos y la escasez de vivienda digna y asequible; la precariedad laboral en muchas actividades del sector; la extenuación de los recursos naturales y urbanos; la disneyficación del centro de las ciudades y, de fondo, la conversión de cualquier territorio y forma de vida en un producto del capitalismo global.

El segundo: que cuando hablamos de vacaciones no lo hacemos necesariamente de viajes, sino de otra cosa. Hablamos del derecho al descanso y al disfrute del tiempo libre. Un tiempo que, para muchas personas, solo alcanza para reparar y poner a punto la máquina para seguir trabajando, dentro o fuera de casa. Reparación del esfuerzo físico y mental. Puesta a punto de todo lo necesario para seguir en pie: alimentación, vestimenta, tareas del hogar y cuidados.

En realidad, ¿quién puede descansar? Quien no está en estado de agobio permanente. Y en 2023, cuatro de cada diez personas tenían motivos para estarlo. El 38,5% de la población catalana afirmaba que no podría hacer frente a un gasto imprevisto de 600 euros como por ejemplo cambiar la caldera o tener una avería en el coche. El 40,3% tuvo que reducir la compra de carne o pescado debido a la inflación, y una cifra similar renunció a un tratamiento médico por no poder permitírselo (ir al dentista, principalmente).

Son datos de la encuesta Vivir la desigualdad, elaborada por Oxfam Intermón junto a la agencia 40dB, y revelan que, pese a la mejora estadística de los datos macroeconómicos (crecimiento, creación de empleo y moderación de la inflación), una parte importante de la sociedad tiene el piloto encendido de enero a diciembre, con el inexorable efecto de esa luz roja en la salud mental, en la posibilidad de planificar la vida y proyectarse a futuro. En el sueño, en los sueños.

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