La Generalitat borra las huellas de la dictadura de Primo de Rivera del Saló Sant Jordi

La emblemática sala recupera las pinturas renacentistas originales tras retirar las historicistas colgadas en los años 20 del siglo pasado

El president Pere Aragonès, durante el acto de restitución del Salón Sant Jordi del Palau de la Generalitat tras la retirada de las obras pictóricas añadidas durante la dictadura de Primo de Rivera.Andreu Dalmau (EFE)

Durante la dictadura del general Primo de Rivera (1924-1931), el presidente de la Diputación de Barcelona, Josep M. Milà i Camps, acabó de restaurar el Saló de Sant Jordi, revistiéndolo de todo un repertorio de telas anacrónicas y de carácter historicista. Las paredes plasmaban momentos de la historia de España, algunos de ellos relacionados con Cataluña, como el recibimiento de los Reyes Católicos a Colón en Barcelona, en la que se ve a unos indios rindiéndoles pleitesía o el Compromiso de Caspe. En esa estancia este miércoles ha sonado Jo vinc d’un silenci, tema escogido para remarcar la importancia del pasado en el camino hacia el futuro. Porque hoy el Saló de Sant Jordi del Palau de la Generalitat ha recuperado su aspecto renacentista original, una vez ha finalizado el proceso de retirada de las obras de la Dictadura.

El regreso a Cataluña de Josep Tarradellas en 1976. O la concesión de la medalla de oro a las artistas líricas a Alicia de Larrocha y Montserrat Caballé. O la celebración de la primera Copa de Europa del Barça en 1992. El Saló Sant Jordi ha sido testigo de momentos emblemáticos de la historia reciente de Cataluña. “Era imperativo recuperar la grandeza, la majestuosidad, el vigor, la energía y la vitalidad del Saló de Sant Jordi. La Generalitat no se identifica con un ideal histórico catolicista, integrista y colonialista de esas pinturas”, ha subrayado el presidente en funciones, Pere Aragonès, este miércoles en un acto al que han asistido el presidente del Parlament, Josep Rull, y el expresidente Quim Torra, y bajo cuyo mandato se creó, en 2019, la Comisión que acordó la retirada de las pinturas.

A principios del siglo XVII, Francesc Oliver de Boteller, abad de Poblet y 75º presidente de la Generalitat, encomendó al artista Pere Blai la ampliación de la casa gótica hacia el lado de Sant Jaume, para construir una nueva capilla más grande y abrir el edificio hacia la antigua Casa de la Ciutat. Casi 16 meses de trabajo frente a 860 metros cuadrados de superficie de pintura han permitido que en julio de 2024 el Palau de la Generalitat recupere su estilo original.

La Generalitat no se identifica con un ideal histórico catolicista, integrista y colonialista de esas pinturas”, subrayado Aragonès

Desde el 2 de mayo de 2023, los técnicos, arquitectos y restauradores han trabajado para eliminar hasta 24 pinturas de gran formato, ubicadas en las paredes laterales, y 45 obras de menor tamaño situadas en los paramentos y reversos del techo de la sala. Al extraer estas pinturas sobre óleo, el espacio ha revelado los restos de la arquitectura y ornamentación del maestro renacentista Pere Blai. “Hace poco menos de un año, el Saló era el producto de los años de dictadura, lleno de construcciones y pinturas oscuras que dificultaban la visibilidad de la arquitectura. Ahora podemos presumir de haber recuperado su aspecto diáfano”, ha señalado Mireia Mestre, directora del Centro de Restauración de Bienes Muebles de Cataluña (CRBMC).

Arrastradas las pinturas de la dictadura, devolver la luminosidad, amplitud y ligereza renacentista al Saló, ha requerido priorizar las tareas de limpieza, y los trabajos de consolidación y recuperación del estuco de cal original y de la policromía que envuelve los arcos del techo. El acabado arquitectónico de los paramentos se ha mantenido igual que el del techo, priorizando la recuperación de la masilla original, en los frisos y fajas entre los capiteles, como se sabía que existían desde 1600 hasta 1926. Durante la investigación, los encargados del proyecto descubrieron pinturas murales al fresco de Joaquín Torres García que habían quedado tapadas por la pintura de la dictadura en 1926.

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En 1932, Josep Tarradellas, como conseller de gobernación de la Generalitat, dio comienzo a la retirada de algunas de las pinturas nacional-católicas del Saló Sant Jordi para dejarlo tal y como era antes de la dictadura de Primo de Rivera. Pero el inicio de la Guerra Civil, en 1936, paró todo el proceso de restauración. Cuando se aprobó el nuevo proyecto en 2019, los expertos de la comisión encargada aseguraron que la decoración pictórica se podía retirar porque no era arte, sino un relato histórico cargado de contenido político autoritario y antidemocrático. “Ahora que la Generalitat es la expresión de nuestra voluntad democrática, recuperamos un símbolo de inspiración catalana para el futuro”, ha subrayado Aragonès, antes de que comenzaran a sucederse las primeras notas de Els Segadors.

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