Junts condiciona el veto a la ultraderecha en Ripoll a tener la alcaldía
La alcaldable del partido se arroga prioridad en las negociaciones y se desmarca del frente común sellado entre ERC, PSC y la CUP
El tira y afloja por la alcaldía de un municipio de 10.000 habitantes del Prepirineo de Girona ha dejado expuesta la carta de principios de Junts per Catalunya. En Ripoll, Esquerra, el PSC y la CUP tienen cerrado un forzado pacto de gobierno con el objetivo de cortarle el paso...
El tira y afloja por la alcaldía de un municipio de 10.000 habitantes del Prepirineo de Girona ha dejado expuesta la carta de principios de Junts per Catalunya. En Ripoll, Esquerra, el PSC y la CUP tienen cerrado un forzado pacto de gobierno con el objetivo de cortarle el paso al partido ultra Aliança Catalana, vencedor de las elecciones, pero de Junts depende que la balanza se incline hacia un lado o el otro. El reparto poselectoral ha puesto ante el espejo las proclamas políticas contra la ultraderecha, y obliga a tomar partido en un dilema que acarrea consecuencias inciertas. Sílvia Orriols, la líder de Aliança Catalana, equipara su victoria en las municipales a “un homenaje póstumo” a las víctimas de los atentados 17-A en Barcelona y Cambrils.
Junts per Catalunya gobernó el último mandato en Ripoll, igual que anteriormente lo había hecho Convergència i Unió de manera holgada. Pero el 28 de mayo resquebrajó la composición del ayuntamiento, dando un mazazo a Junts, pasó de 8 ediles a 3, y propulsando a Aliança Catalana como fuerza más votada. La lista que encabezaba Orriols sacó 6 concejales, a tres de la mayoría absoluta, pero con el doble de votos que Junts y con la alcaldía asegurada si no hay una mayoría alternativa. Aliança Catalana es un partido independentista de marcada ideología islamófoba y, desde la misma noche de las elecciones, tomó forma la posibilidad de articular un frente común contra la ultraderecha. La unión de Junts, ERC, PSC y la CUP sumaría 10 concejales, y excluye a los ultras y a un exmiembro de Junts que se ha integrado en un partido independiente.
“Si hubiera una suma de otras fuerzas políticas que quieren encabezar este grupo, les daremos apoyo en la investidura y luego nos mantendremos al margen, pero siempre desde la oposición”, declaró tras la noche electoral Manoli Vega, cabeza de lista de Junts. En sus manifestaciones, recuperadas este miércoles por RAC1, la candidata asumía el pobre resultado en las elecciones y se descartaba para comandar una alternativa a Aliança Catalana. En dos semanas, la situación ha cambiado. “Como segunda fuerza más votada, lo lidero yo”, declara ahora. “O salgo yo o sale Sílvia Orriols”, insiste. “La pelota la tienen los otros partidos”, ratifica, y descarta que Junts vaya a dar su apoyo “gratuito” a nadie.
El cambio de parecer, la propia alcaldable de Junts reconoce que ha dado “un giro”, ha cogido con el pie cambiado a los ideólogos del acuerdo municipal contra la ultraderecha que, el lunes, llegaron a dar por hecho el pacto. “Si no me votan a mi estarán dando el apoyo a Aliança Catalana”, advierte Vega. También destaca que, en ese gobierno que ella se ofrece a comandar, no tiene lugar la CUP, porque es un partido “extremista”. Sin los anticapitalistas, el pacto alternativo a Aliança Catalana queda cojo. Podría contar con el voto del edil independiente, pero Manoli Vega tampoco lo ve con buenos ojos, al tratarse de un desertor de su partido.
Los titubeos de Junts en Ripoll replican el cambio de criterio que ha expresado la dirección de la formación. El domingo, Laura Borràs, presidenta de Junts, expresó su opinión sobre los planes para tejer un cordón sanitario a la extrema derecha catalana: “Yo no soy partidaria. Pienso que si defiendo que contradecir la voluntad popular cuando nos perjudica no es correcto, hacerlo cuando nos favorece, tampoco”. Más tarde, Borràs matizó su postura, asegurando que “siempre” ha combatido a la extrema derecha, pero añadiendo que la estrategia de no dejar gobernar a la lista más votada solo agrava el problema. Al día siguiente, la ejecutiva del partido corrigió a la presidenta, manifestando que en lo que refiere a arrinconar a la ultraderecha el partido no tiene dudas: “La posición es incuestionable”, afirmó Miriam Nogueras.
El expresident Carles Puigdemont escribió en Twitter un largo comentario donde apelaba a la carta de Derechos Humanos de la Unión Europea y advertía que existe “una línea roja” que delimita “con quien te puedes entender y con quien no”.
Mientras se alarga el culebrón por decidir quien va a mandar en Ripoll los próximos cuatro años, Orriols se queja de tener poco altavoz mediático y muestra una hiperactividad en las redes sociales. Este miércoles se presentó, de nuevo, como víctima de una campaña persecutoria y volvió a relacionar inmigración con delincuencia y con el cobro de ayudas sociales.
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