Animales en campaña: concejalía propia, gatos contra la soledad y acompañamiento al duelo por la mascota
Los partidos ven en el aumento en el número de animales de compañía, derivado de la preocupación medioambiental, un filón a explotar electoralmente
La foto faunística nunca falla en campaña. Nada mejor para verse cercano al payés que colar una vaca o un pollo en la imagen del día o usar unos gatitos para edulcorar una ideología ultra como el de Marine Le Pen en los comicios franceses de 2022. Sin embargo, los animales están dejando de ser simples recursos gráficos en la política y ahora ocupan páginas y páginas de los programas electorales. Hay una realidad apabullante qu...
La foto faunística nunca falla en campaña. Nada mejor para verse cercano al payés que colar una vaca o un pollo en la imagen del día o usar unos gatitos para edulcorar una ideología ultra como el de Marine Le Pen en los comicios franceses de 2022. Sin embargo, los animales están dejando de ser simples recursos gráficos en la política y ahora ocupan páginas y páginas de los programas electorales. Hay una realidad apabullante que necesita atención y, claro, también arrastra una veda poco explorada de voto. Solo en Barcelona, el año pasado había tantos animales de compañía como niños menores de 12 años (unos 180.000 y 193.000, respectivamente según datos oficiales). Las mascotas no son solo un tema de compañía: son urbanismo y, también, economía.
Hay propuestas de todos los pelajes entre los partidos que compiten por la alcaldía de la capital catalana. La candidata en busca de la reelección, Ada Colau, apunta en el programa de Barcelona en Comú a la creación de “un servicio de acompañamiento de duelo y despedida de los animales de la familia”. Se trataría de “un servicio integral desde el momento del deceso hasta su destino final”. El Consistorio ya ha gastado un millón de euros en un horno crematorio para mascotas. Con una intencionalidad más retórica que real, ERC quiere prohibir las tiendas de venta de mascotas en la capital catalana. Y no contento con la existencia de la Oficina de Protección de Animales de Barcelona (OPAB), pide no solo reforzarla sino crear un órgano superior, con una regiduría específica sobre “derechos y bienestar de los animales. Los republicanos no quieren solo hacer una declaración política, la concejalía, asegura, estará dotada de “los recursos económicos y humanos”, para que desde allí se coordinen todos los servicios relacionados con la fauna, tanto doméstica como silvestre.
El programa de Anna Grau (Ciudadanos) ni menciona a los animales. Sí lo hacen el de Eva Parera (Valents), que curiosamente coincide con Colau al proponer el estímulo de adopción de animales por parte de adultos mayores como una fórmula de luchar contra la soledad. Que los gatos sean el centro de esa idea es la voluntad de comunes y republicanos. La creación de más pipicanes (fuente de choques tradicionalmente entre vecinos) está sobre la mesa y la alcaldesa sube la apuesta: abrir una segunda playa donde puedan ir los perros.
Las propuestas más transversales son las de poner fin a una década de retrasos en la construcción del el nuevo Centro de Acogida de Animales de Compañía de Barcelona, que en 2014 el entonces alcalde Xavier Trias negoció con el Ayuntamiento de Montcada i Reixac (donde se construirá) y cuyo proyecto aprobó el Gobierno de Colau el pasado marzo. Y avanzar en la tenencia responsable, con cursos en los colegios. Parera directamente apuesta por darle un enfoque pedagógico a los caballos de la Guardia Urbana con esa fórmula.
Cataluña fue pionera en tener una normativa propia sobre bienestar animal y el Ayuntamiento cuenta, desde 1966, con un Consejo Municipal de Convivencia, Defensa y Protección de los Animales. De ahí que la novedad no sea tanto la presencia del tema sino su ganancia en peso atómico en las promesas. Un vistazo, por ejemplo, a los programas electorales de la campaña de 2011 permite ver la evolución del mero cuidado a una perspectiva de derechos. El debate sobre qué hacer con el Zoo marcó la campaña de las municipales en 2011, con el PP hasta proponiendo su privatización.
En el programa de ERC de entonces, aparece 26 veces la palabra “animal”, contra las 79 del actual. La comparación entre 2015 y 2023 en la propuesta de los comunes muestra una diferencia 15-35. La recopilación de propuestas con que Xavier Trias aspira volver también deja ver la tendencia: de 15 a 54 referencias sobre animales. “Antes se veía como una cosa de tres frikis, éramos pocos los de verdad ‘animaleros’. La sociedad avanza y en este tema ya hay una revolución”, asegura Jordi Martí Galbis, número tres de esa lista. Opositores y coopartidarios reconocen que fue su implicación personal la que permitió darle relevancia a la ordenanza de tenencia de animales. Ahora, asegura en un dardo a Colau, que su “falta de diálogo” llega hasta las entidades animalistas y un plantón en el último plenario por parte de parte de las entidades en el consejo municipal de convivencia.
“El candidato que quiera representación tiene que incluir la agenda animalista en su programa”, asegura la abogada Nuria Murla, tras recordar que la legislación ya no ve a los animales como cosas desde enero del año pasado. La representante de la comisión de derechos animales del Colegio de Abogados de Barcelona cree que la oferta política se está ajustando a una demanda social que ya se ve también en los tribunales. ERC, por ejemplo, quiere promover que los adultos mayores tengan en cuenta a los animales de compañía en sus últimas voluntades o que se ajuste qué hacer con animales en caso de divorcio.
Y añade un concepto que terminará por imponerse: “La familia multiespecie es una realidad”. Otra cosa es que la política de verdad abrace los retos que ofrece. “Los políticos se están acercando ahora a las familias con mascotas, todos se hacen fotos, pero es una herramienta más de márketing. No creo que al final del día haya una preocupación real por los animales”. Mario Opazo, director del diario digital de perros Iker.
El más afectado es el PACMA, partido que hasta ahora disfrutaba de llevar la bandera más animalista en solitario. Beatriz Arévalo, la número dos en la candidatura de Barcelona, cree que sin embargo la normalización de una parte de su agenda les da la razón. “Hemos arrastrado al resto de partidos”, asegura. Nunca ha tenido representación y no cree que el nuevo panorama les quite votos. La formación, cree, que tiene que elevar el discurso “a la defensa de todo el medio ambiente”. En las pasadas elecciones municipales sacó 6.000 votos en Barcelona.
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