El expresidente de la Feria de Abril catalana, pendiente de juicio por desvío de fondos: “Los políticos venían en busca del voto andaluz”

Francisco García Prieto niega haber “cogido un duro” mientras espera su procesamiento

Francisco García Prieto, expresidente de la FECAC, en Barcelona, el 3 de mayo.Gianluca Battista

Francisco García Prieto se apoya en una muleta para cruzar la calle. Toma asiento con dificultad. La rotura de una vértebra lo tiene sumido en el dolor y le preocupa mucho más que la causa judicial que afronta desde hace ocho años por apropiarse, presuntamente, de fondos de la FECAC. García Prieto presidió durante tres décadas una federación que aglutina a las entidades andaluzas en Cataluña, organiza la Feria de Abril de Cataluña y fue, durante años, objeto de deseo de la clase política. “Me he podido equivocar...

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Francisco García Prieto se apoya en una muleta para cruzar la calle. Toma asiento con dificultad. La rotura de una vértebra lo tiene sumido en el dolor y le preocupa mucho más que la causa judicial que afronta desde hace ocho años por apropiarse, presuntamente, de fondos de la FECAC. García Prieto presidió durante tres décadas una federación que aglutina a las entidades andaluzas en Cataluña, organiza la Feria de Abril de Cataluña y fue, durante años, objeto de deseo de la clase política. “Me he podido equivocar, se han podido hacer algunas cuentas mal... Pero no me he llevado un duro”, cuenta García Prieto, nacido en La Dehesa (Minas de Riotinto, Huelva). A sus 77 años, permanece a la espera de que la Fiscalía concrete su acusación por el presunto desvío de unos dos millones de euros entre descuentos con las bebidas de la feria, gastos con tarjeta de crédito y subvenciones de administraciones públicas con las que supo tratar como nadie.

En el ostracismo desde 2013, cuando salieron a la luz las presuntas irregularidades y la junta de la fundación le obligó a dimitir, García Prieto es un hombre de poder. “Si algo he hecho en la vida es mandar. He mandado todo lo que he podido. Y lo echo de menos”. En el apogeo de su influencia, dirigentes de todos los partidos (pero en especial socialistas y convergentes) buscaban sin disimulo su compañía en el recinto ferial por su supuesta ascendencia sobre los votantes de origen andaluz en Cataluña. “Es posible que los políticos se hiciesen la foto conmigo en busca del voto andaluz, o al menos como una forma de dar a entender que estaban a buenas con los andaluces. Pero yo nunca le he dicho a nadie a quién tiene que votar”.

Mantuvo relación con personajes como Jordi Pujol, un hombre “con don y poder” que apoyó con vehemencia la Feria de Abril y por el que siente admiración: “Ahora hay buenos o malos gestores. Pero faltan políticos de raza como él”. Caídos ambos en desgracia más o menos por las mismas fechas, mantienen todavía hoy un contacto fluido. “Con Pujol tenemos pendiente una comida para cuando los dos salgamos de todo esto”, dice en alusión a dos procesos judiciales cuyo final no se vislumbra aún y que ambos afrontan con las fuerzas cada día más mermadas por la edad y el deterioro físico.

Cuenta que otro expresident catalán, el socialista Pasqual Maragall, le ofreció ser diputado en el Parlament. “Me dijeron que quería verme y que fuera a su despacho. Yo le dije que si quería hablar tenía que venir a la sede de la FECAC. Lo hizo. Estuvimos juntos 10 minutos. No nos entendimos y rechacé su oferta”. García Prieto se sentía mucho más cómodo a los mandos de la federación, una plataforma de influencia que le permitía tener comiendo de su mano a los máximos dirigentes de los partidos. “Me he llevado bien con casi todos. Yo también he sido muy político, he jugado mis bazas”, confiesa.

Su cercanía con el poder le permitió arrancar convenios y subvenciones con casi todas las administraciones: los ayuntamientos que han albergado sucesivamente la Feria de Abril, la Diputación de Barcelona, la Generalitat e incluso la Junta de Andalucía. A Josep Lluís Núñez (exmandatario del Barça), Pujol y el propio García Prieto se les llegó a bautizar, en la prensa de la época, como los tres presidentes “intocables” de Cataluña.

A la espera de la Fiscalía

Las generosas subvenciones con las que se regó a la Feria de Abril están ahora, en parte, bajo sospecha. El pasado noviembre, un juez de Barcelona dio por concluida una investigación que arrancó en 2015 y que llegó a archivarse en dos ocasiones. El magistrado dice ahora que hay indicios de delito como para llevar a juicio a García Prieto y a otras siete personas (incluidos sus dos hijos) por actuar “con ánimo de lucro” y quedarse dinero de la FECAC. Los hechos, de distinta naturaleza, ocurrieron a partir de 2008. El expresidente y sus hijos se apoderaron, presuntamente, de más de 429.000 euros en descuentos y bonificaciones que la organización había acordado con la empresa Damm por el suministro de cerveza para la feria. García Prieto obtuvo, según el auto judicial, otros 1,2 millones procedentes de ingresos por la venta de bebidas. También aprovechó su control absoluto sobre la FECAC y la Fundación del mismo nombre —con la que formalmente se firmaban los convenios de la feria— para “justificar mendazmente” las ayudas públicas.

La causa sigue reabierta por el empeño de la Fiscalía, que en breve concretará si como es previsible pide penas de prisión. El juez llegó a decretar un embargo de bienes por dos millones, que fue revocado tras la petición de la defensa. García Prieto admite que pudieron producirse irregularidades contables porque antes “las cosas se hacían de otra manera” y “había más compadreo”. Cita un ejemplo que consta en la causa: pagó con una tarjeta de crédito de la FECAC la reparación de su Audi A6 por 2.150 euros. Cuenta que previamente avisó a la entidad porque no aceptaban su tarjeta (no era una visa) y que reintegró el importe de inmediato. Recuerda que siempre se ganó la vida de comercial, pero se arrepiente de no haber exigido cobrar como presidente de la FECAC, un cargo no remunerado al que dedicó media vida.

El hombre que dibujó una feria multitudinaria que, año tras año y siempre según la organización, se cerraba con más de un millón de visitantes achaca ese éxito personal a las “envidias” de personas a las que atribuye su caída en desgracia.

Dice que no quiere volver a la FECAC, pero lamenta haber perdido el altavoz público del que gozaba para despacharse, por ejemplo, con el procés: “Fue una locura de cuatro que explicaron una milonga a los demás. No entendía lo que estaba pasando”. Y se enorgullece de que dirigentes actuales sigan preguntándole su opinión sobre tal o cual alcaldable. Defiende su legado igual que intenta hacerlo Pujol, al que regresa una y otra vez, vidas entrecruzadas que explican parte de las relaciones de poder en la Cataluña contemporánea. “Un día, [el expresident] dijo que la FECAC había hecho posible la integración de los andaluces. Yo diría que unimos a todos. Hicimos que los catalanes llegaran a Andalucía y que los andaluces llegaran a Cataluña”.

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