Colau destina una cuarta parte de las inversiones a su plan de transformación de calles y plazas de Barcelona
Las obras de mejora de Via Laietana, la superilla, Meridiana, el tranvía, Glòries o mejoras en los barrios copan casi 200 millones
En el último presupuesto de su segundo mandado y en vísperas a las elecciones de mayo de 2023, el Plan de Inversiones previsto por el gobierno de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, destina una cuarta parte del gasto a su plan de transformación de calles y plazas de la ciudad. Es habitual que los últimos años de mandato haya mucho gasto en piedra, en obras ...
En el último presupuesto de su segundo mandado y en vísperas a las elecciones de mayo de 2023, el Plan de Inversiones previsto por el gobierno de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, destina una cuarta parte del gasto a su plan de transformación de calles y plazas de la ciudad. Es habitual que los últimos años de mandato haya mucho gasto en piedra, en obras de mejora, que es lo que luce ante los vecinos en campaña electoral. En este caso, además, se junta un frenesí pocas veces visto, que tiene la ciudad patas arriba, porque va todo un año con retraso: el de la pandemia, que obligó a parar todas las obras en 2020, precisan fuentes del área de Economía.
De 769 millones de euros de inversiones previstas, solo el capítulo de vías públicas, parques y jardines, y transporte de viajeros supera los 190 millones, un 25% del total. En estos apartados hay obras que llevan la marca de los comunes, como las del Plan de Barrios, la creación de ejes verdes en el Eixample o en la calle de Pi i Margall. La reurbanización de la plaza de les Glòries tras la inauguración del túnel que ha soterrado el tráfico y permitirá crear la estación del tranvía delante del museo del Diseño (18 millones). La prolongación del tranvía hasta Verdaguer (10 millones) O pacificaciones de grandes vías de ciudad como la Meridiana (14 millones) o Via Laietana (18 millones).
Con estas dotaciones (o también las pacificaciones de entornos escolares, 4,2 millones) se aseguran que las obras avancen sea cual sea el resultado de las elecciones de finales de mayo de 2023. En el capítulo de vías públicas figura también La Rambla (6,2 millones) o la losa de Sant Antoni (tres millones entre el derribo y la reurbanización).
Las inversiones en la vía pública también incluyen los presupuestos participativos y las obras de mantenimiento en los distritos, y entre 830.000 y dos millones de euros para que cada zona de la ciudad elija qué proyectos quiere hacer. Estas últimas partidas están pensadas para que cada concejal de distrito (la mitad son de Barcelona en comú y la otra mitad del PSC) pueda lucir en el territorio que gobierna.
Es el caso, en distritos socialistas, de la Ronda de Dalt (Horta-Guinardó), puente de Santander (a caballo entre Sant Andreu y Sant Martí) o Palo Alto (Sant Martí). También hay cinco millones en distintas partidas para de material u obras en edificios de la Guardia Urbana (una cartera, la de seguridad, que regenta el grupo municipal que capitanea Jaume Collboni, y que también gana un notable peso en las nóminas del Ayuntamiento, por la contratación de agentes). Y casi 20 millones para mercados (cinco para mejoras, 7,4 para el de Horta, 6,7 para la Abacería), otra área de los socialistas.
Otras cifras grandes del plan de inversiones son la aportación de 20 millones a la Autoridad del Transporte Metropolitano (ATM, donde la mayoría la tiene la Generalitat), 54 millones para un fondo de contingencias de inversiones que se llama “reserva de ciudad” (hay otro fondo de contingencias para gastos corrientes), 24 para equipamientos vinculados a los servicios sociales o 44 para vivienda. También hay una millonada, 125, que llevan la marca de los fondos Next Generation, en parte destinados a la Superilla Eixample. Estos figuran en la columna de las previsiones, pero todavía no están disponibles.
Bajando a proyectos o equipamientos concretos, el PIM incluye cinco millones para la biblioteca y centro cívico de la Sagrada Familia, tres para la de Sant Antoni, diez para terminar la rehabilitación del recinto de la antigua Fabra i Coats, u ocho para la reurbanización de la calle de Vila i Vilà. Hay también 2,8 millones para la reurbanización de la plaza del antiguo Canódromo, casi cinco millones para el nuevo puente de Santander (una obra largamente reivindicada en los polígonos de Sant Martí), la construcción del centro de acogida de animales (1,7 millones), o el edificio de la Via Laietana números 8 y 10 (2,4 millones) y la rehabilitación de Palo Alto y su conversión en una incubadora de industrias creativas (tres millones). La regeneración urbana del castigado barrio del Besòs araña 10 millones más.
El PIM recoge otras inversiones previstas de menor cuantía pero de impacto en su entorno y que llevan años y años de retraso. Como el derribo del cine Pere IV, en el barrio del Besòs (500.000 euros), la rehabilitación del Hivernacle de la Ciutadella (500.000 más). Y también hay fondos para equipamientos culturales y museos, o para instalaciones deportivas (polideportivos de La Sagrera, Espronceda, Sancho de Ávila, cambio de césped en pistas exteriores).
Los presupuestos, aprobados inicialmente gracias a ERC y Junts
En plena batalla preelectoral, el equipo económico del Ayuntamiento de Barcelona logró sacar adelante la aprobación inicial del presupuesto de 2023. Fue en la comisión de Economía hace diez días y tras una batalla dialéctica que acabó en mucho ruido y pocas nueces: desde la oposición, tanto ERC como Junts acabaron absteniéndose para facilitar el primer trámite de las cuentas. Ahora el proyecto afronta la exposición pública, las alegaciones y las negociaciones políticas. La idea es aprobarlos en el último pleno del año, el de diciembre. Por lo menos las ordenanzas, que entran en vigor el 1 de enero. Desde el día de la comisión no se ha vuelto a hablar de las cuentas, que hasta ahora han contribuido a aprobar (con voto afirmativo o abstención) sobre todo desde ERC. El gobierno de Colau asegura que quiere negociarlas, pero también admiten que no sería ninguna catástrofe prorrogar los actuales, que superan los 3.400 millones de euros, una cifra abultada que no supondría ningún drama repetir.
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