Junts afronta dividido la semana decisiva sobre el futuro del Govern
El discurso de Puigdemont por el 1-O tensa una negociación al límite con ERC
Arranca la semana definitiva para la continuidad del actual Gobierno catalán, cuya estabilidad está más comprometida cada hora que pasa. El viernes, teóricamente, se conocerá si la militancia de Junts quiere o no seguir gobernando con ERC. Pero el camino hasta allí está lleno de citas susceptibles de precipitar la ruptura ya no solo entre los socios del Govern, sino también en el seno de Junts. Pese al no de los republicanos a la propu...
Arranca la semana definitiva para la continuidad del actual Gobierno catalán, cuya estabilidad está más comprometida cada hora que pasa. El viernes, teóricamente, se conocerá si la militancia de Junts quiere o no seguir gobernando con ERC. Pero el camino hasta allí está lleno de citas susceptibles de precipitar la ruptura ya no solo entre los socios del Govern, sino también en el seno de Junts. Pese al no de los republicanos a la propuesta de Junts para zanjar la crisis (y que incluía la restitución de Jordi Puigneró como vicepresident), este domingo se reunieron el president Pere Aragonès y el número dos de sus socios, Jordi Turull. Solo acordaron emplazarse para seguir hablando.
Que cualquier gesto o declaración en estos momentos puede hacer volar los pocos puentes que restan ha quedado claro el pasado sábado, en el acto por los cinco años del referéndum ilegal del 1-O organizado por el Consell per la República. Allí el expresident Carles Puigdemont había desdeñado el referéndum pactado que reclama Aragonès y ha erigido al Consell, que él mismo dirige, como el órgano que debería coordinar todo el independentismo. Todo un torpedo contra Aragonès pero también contra los sectores de Junts que no desean romper el Ejecutivo.
Diseño de la pregunta
La principal incógnita es si la paciencia de los republicanos aguantará hasta el viernes, el día que se conocen los resultados de la consulta a los más de 6.000 afiliados de Junts. Aragonès recordó el sábado que está en su mano decidir si sus socios no se definen rápido. El martes, el jefe del Govern presidirá la reunión semanal del Consell Executiu con la silla del vicepresidente vacía, pues Junts descarta reemplazarle. Una foto que en las filas de ERC molesta, pues creen que mina la institucionalidad. Otra situación incómoda será el miércoles, cuando habrá sesión de control al president. Cualquier cosa puede salir del choque dialéctico quincenal entre Albert Batet, jefe de filas de la bancada de Junts, y Aragonès.
El president se cobró con la cabeza de su número dos la deslealtad de que sus socios no le informaran de que le invitarían, en pleno debate parlamentario, a someterse a una cuestión de confianza. Algunos miembros de la cúpula de Junts se echaron las manos a la cabeza cuando descubrieron el viernes que se incluía su regreso en la lista de condiciones. Esa posibilidad se había debatido el día anterior pero se alertó de que convertirla en exigencia mataba la negociación. El otro elemento de fricción es la pregunta que se someterá a votación de las bases, ya que no es lo mismo votar un acuerdo de la dirección que una propuesta abierta.
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