90 especies sufren los efectos de las redes perdidas en fondos marinos
En los últimos 12 años se han extraído 123 artes de pesca del litoral catalán
Un total de 90 especies están afectadas por las redes perdidas en las profundidades de la costa catalana, 55 atrapadas por la “pesca fantasma”, -las presas quedan atrapadas en las redes y además sirven de cebo para otros animales, que también mueren-, y 35 por la erosión generada en los organismos que habitan en el fondo marino. El Departamento de Acción Climática ha recogido en un informe la evaluación del impacto de la...
Un total de 90 especies están afectadas por las redes perdidas en las profundidades de la costa catalana, 55 atrapadas por la “pesca fantasma”, -las presas quedan atrapadas en las redes y además sirven de cebo para otros animales, que también mueren-, y 35 por la erosión generada en los organismos que habitan en el fondo marino. El Departamento de Acción Climática ha recogido en un informe la evaluación del impacto de la pesca fantasma hasta 30 metros de profundidad entre Arenys de Mar y la frontera con Francia, basándose en los 123 artes extraídos en los últimos 12 años. Destaca el impacto sobre especies de elevado interés ecológico y comercial, como la langosta, el mero, el dental, el cabracho, la sepia, el coral rojo y las gorgonias. Otras 50 especies han usado el arte como sustrato para crecer.
Se estima que cada año llegan al Mediterráneo unas 3.000 toneladas de residuos, un 10% son artes de pesca perdidos o abandonados en fondos marinos. Una amenaza para la biodiversidad marina, ya gravemente amenazada por la elevada frecuentación, las especies invasoras y el cambio climático, entre otros. En todo el mundo se están tomando medidas.
En Cataluña las primeras retiradas de artes de pesca perdidos se hicieron en 2009 en el Parque Natural del Montgrí, Illes Medes y Baix Ter, -entonces Área Protegida- de la mano del responsable del momento, el biólogo Alex Lorente, fallecido en 2012. Hasta 2016 las extracciones sólo se realizaron en esa zona fruto de la colaboración con el Grupo de Investigación MedRecover (Universidad de Barcelona, IRBio). En 2017, con el impulso de la Dirección General de Políticas Marítimas y Pesca Sostenible, el proyecto “Evitemos la pesca fantasma” se amplió a todo el litoral catalán. Los objetivos eran sensibilizar a todos los sectores y estandarizar un protocolo de retirada que minimizara el impacto en los hábitats. Se centralizó la información para evaluar el impacto sobre los ecosistemas marinos y Acción Climática, a través de MerdRecover, ha hecho la primera valoración del impacto de la pesca fantasma en el litoral catalán desde 2009.
El informe concluye que los trasmallos son los artes que más se pierden (50%), y que la mayoría de los retirados estaban en sustratos rocosos con coralígeno (60%). El alto porcentaje de este arte se explicaría por que las profundidades de trabajo han sido de menos de 30 metros y porque es uno de los artes de pesca más comunes en la costa catalana, junto con las redes de arrastre, de cerco y de artes menores. En las modalidades de marisqueo, se encuentran las asas, los cangilones o los rastrillos de cadenas, y los aparatos de anzuelo, como los palangres o anzuelos de pesca recreativa. El hecho que la mayoría de avisos de localizaciones de artes de pesca provenga del sector del buceo, explicaría parte de los resultados obtenidos, como zonas, profundidades o hábitats.
El estudio también apunta a las condiciones meteorológicas como la causa principal de pérdida de los artes, seguida de la pesca ilegal. “En ésta última es clave la labor preventiva de oficio que hace inspección pesquera de la Dirección General”, asegura el jefe de Servicio de Control y Acción Marítimos, Joan Ylla, que detalla que “desde 2018 han incautado a furtivos 22 kilómetros de red que podía haber acabado en el fondo del mar”. Los resultados de este informe también servirán para actualizar el Protocolo de retirada de artes de pesca perdidos de Cataluña, de 2017, al que se sumará “el trabajo con el sector pesquero y una rápida de retirada de redes en puntos de alto valor ecológico o donde sean un peligro, a través de medios propios”, apunta Ylla. El proyecto ha contado con una inversión de 120.000 euros.