Barcelona, entre las exposiciones de Banksy y Gaudí
Los responsables de la cultura de la ciudad discrepan sobre el valor de las muestras ‘blockbuster’ que acogen centros como las Drassanes y el Disseny Hub
Desde hace años, Barcelona busca un lugar para celebrar grandes exposiciones internacionales; las llamadas blockbuster o “revienta taquillas” que ofrecen empresas privadas a la carta. Tras desechar el pabellón Victòria Eugenia de la Fira de Montjuïc, hay dos espacios que tienen más números para serlo. Uno es la ...
Desde hace años, Barcelona busca un lugar para celebrar grandes exposiciones internacionales; las llamadas blockbuster o “revienta taquillas” que ofrecen empresas privadas a la carta. Tras desechar el pabellón Victòria Eugenia de la Fira de Montjuïc, hay dos espacios que tienen más números para serlo. Uno es la Sala Gran de las Drassanes, el edificio que acoge el Museo Marítimo de Barcelona; 1.700 metros cuadrados con un aforo, sin restricciones, de 1.000 personas que acaba de acoger una muestra dedicada a Escher. El otro es la sala de exposiciones temporales del Disseny Hub Barcelona; un espacio diáfano y moderno de 3.800 metros cuadrados con capacidad para 1.500 personas donde se puede ver, hasta marzo, una muestra sobre Banksy.
Quien más ha defendido la necesidad de las exposiciones blockbuster es Jaume Collboni. Del primer teniente de alcalde depende la concejalía de Turismo e Industrias Creativas que dirige su mano derecha, Xavier Marcé. Según Collboni, estas muestras sirven para “proyectar internacionalmente Barcelona y reactivar la vida cultural y de los museos de la ciudad, con nuevas ofertas que complementen las que existen”.
La posición de Collboni choca con la del responsable de la cultura de Barcelona, Jordi Martí: “No tengo nada en contra de estas exposiciones que todo el mundo espera encontrar cuando va a una gran ciudad, porque están en todos los lugares. Pueden tener un interés económico porque pueden ser atractivas para un público más masivo, pero no suman nada desde el punto de vista cultural, porque son lo que son. No quiero decir que sean mejores o peores que exposiciones como la de Gaudí del MNAC; son distintas y hay que saberlas distinguir”.
Martí duda del interés y rendimiento económico de las exposiciones “revienta taquillas” para los centros que las acogen: “No creo que los posicione y los ayude internacionalmente, ni les aporte nada como museos. No se puede ser tan cateto como para pensar que la distinción cultural de Barcelona va a venir por este tipo de ofertas. La apuesta cultural tiene que ser otra. El Icub tiene que preocuparse por la capacidad de los centros públicos de investigar y difundir como creo que están haciendo”. Y vuelve a poner de ejemplo la muestra sobre Gaudí del MNAC que realiza, a partir de 600 piezas y obras, una lectura del arquitecto más allá del tópico del genio solitario y que viajará al Museo de Orsay de París.
En julio de 2017, Collboni, siendo entonces concejal de Cultura, anunció que destinaría 2,5 millones de euros para reformar el pabellón Victòria Eugenia de Fira Barcelona y acondicionarlo como espacio museístico. Los gestionaría el MNAC, pero sería para cualquier otro museo que lo necesitara y acogería las grandes exposiciones en la ciudad. En el acto, Pepe Serra, director del MNAC, mostró en su cara el malestar por el anuncio que hipotecaba el pabellón con fines ajenos a su museo. Pero los planes de Collboni no se materializaron tras la ruptura del pacto entre Barcelona en Comú y el PSC.
Tras regresar al gobierno de la ciudad, en abril de 2021 Collboni anunció que la sala Gran de las Drassanes acogería, al menos durante tres años, estas exposiciones, gracias al acuerdo entre el Consorcio de las Drassanes Reales y Arthemisia-Evolucionarte. Del medio centenar de muestras que tiene esta empresa italiana en cartera se escogieron tres, las dedicadas a M. C. Escher, Marc Chagall y Claude Monet, que se verían entre 2021 y 2023. La única celebrada ha sido la primera, que cerró en octubre tras visitarla solo 55.728 personas. No está previsto, por ahora, celebrar ninguna más.
“Desde los años noventa, la Sala Gran, similar en tamaño a la Sala Oval del MNAC, acoge ferias y otras actividades, como las dos vueltas de las elecciones de Chile. Tras la última restauración se decidió que se alquilaría. Para nosotros es fundamental para equilibrar el presupuesto, pero se ha creado una confusión entre edificio y museo que no acaba de gustarnos”, asegura Enric Garcia Domingo, director del Marítimo desde y antes jefe de colecciones e investigación del museo.
En las Drassanes también se han podido ver, entre otras muchas, exposiciones como Bodies. Cadáveres en el museo (2007), Titanic. La exhibición (2012) o la basada en la exitosa serie Juego de Tronos (2017), que vieron más de 120.000 personas. En este último caso, explica García, se cerró un precio con la empresa Sold Out para ceder el espacio por 278.300 euros. En la exposición de Escher, los gestores del edificio recibieron un euro por entrada hasta que Arthemisia recuperó la inversión para acondicionar la sala y luego dos euros. El museo ha ingresado 70.916 euros. “Habríamos obtenido más alquilándola para fiestas y eventos. Igual la ciudad ganó en oferta, pero nosotros como museo, no lo sé”, prosigue.
Está en el aire seguir colaborando. “El acuerdo entre Arthemisia y el museo fue verbal, no escrito. Ahora sobre la mesa no hay una propuesta concreta para la siguiente exposición. No podemos tener bloqueada la sala y perder fuentes de ingresos, por lo que hemos organizado nuestro propio programa”, explica Garcia.
No será en 2022, porque la Sala Gran estará en obras desde mayo o junio todo el verano para mejorar la instalación de luz, temperatura y humedad. “Las de ahora no son aptas; algo que limita su uso y las empresas que piensen en montar una muestra han de asumir estos riesgos”.
“Estamos pensando en un proyecto con Arthemisia para 2023 que encaje con el museo. Pero eso ha generado cierta tensión con el Ayuntamiento, en concreto con Xavier Mercè que insiste; pero tengo que proteger los intereses del museo”, concluye Garcia.
Quizá por eso, los ojos ahora se han puesto en el Disseny Hub Barcelona, el enorme edificio de la plaza de les Glòries que acoge el Museo del Diseño, la Biblioteca del Clot, el FAD y el BCD. En noviembre se inauguró aquí una exposición con 70 obras de Banksy. Collboni remarcó en su inauguración el compromiso del consistorio por convertir la plaza de les Glòries y el 22@ en “un nuevo centro cultural de la ciudad” y en el “kilómetro 0 de la creación artística”. Y defendió, “sin complejos, la línea de exposiciones blockbuster que llegan al gran público”.
18.000 visitantes
La exposición es una de las que ofrece Sold Out, que desde 2018 ya la han visto, aseguran, tres millones de personas. En Barcelona, al mes de su apertura la habían visitado 17.985 personas; por lo que previsiblemente no se superarán los 100.000 visitantes cuando cierre, el 13 de marzo. Comisariada por Alexander Nachkebiya ofrece obras fundamentalmente de tres galerías: Deodato Art Gallery de Milán (Italia), Lilley Fine Art de Lisburn (Irlanda del Norte) y Socreart Gallery de Moscú (Rusia) que venden en sus webs obras de este artista esquivo y callejero.
En 2017, Sold Out trajo a este edificio la muestra del Victoria and Albert Museum de Londres dedicada a David Bowie que vieron más de 100.000 personas. En la de Banksy, “el Disseny Hub cede el espacio y parte de la infraestructura a cambio de que el promotor asuma los costes de la actividad. Una vez cubiertos, se establece un reparto de los potenciales beneficios que se generen”. Todo con la idea de “ofrecer propuestas de alto valor cultural a la ciudad y sus visitantes y posicionar al Dhub como espacio de referencia de grandes exposiciones internacionales”, explican desde el Disseny Hub, en la línea de lo que defiende Collboni.