Finestres, una librería con chimenea y butacas
Sin casi cobertura para móvil, petición de silencio y 45.000 libros en diversos idiomas en un ambiente inglés, ejes de la nueva tienda barcelonesa promovida por el empresario Sergi Ferrer-Salat
Media docena de sofás, dos tresillos, lámparas en las mesillas, moqueta y una escalera de madera para llegar a los anaqueles más altos de madera oscura y trabajada, cargados de clásicos entre autores y colecciones (La Pléyade, la obra completa de Pla, los títulos de la Deutsche Klassiker Verlag…). Todo alrededor de una chimenea donde crepitan unos troncos… Aunque éstos sean virtuales, por el resto el Club Diógenes no debe diferir mucho, ni en lo estético ni en lo filosófico, del homónimo que frecuentan ...
Media docena de sofás, dos tresillos, lámparas en las mesillas, moqueta y una escalera de madera para llegar a los anaqueles más altos de madera oscura y trabajada, cargados de clásicos entre autores y colecciones (La Pléyade, la obra completa de Pla, los títulos de la Deutsche Klassiker Verlag…). Todo alrededor de una chimenea donde crepitan unos troncos… Aunque éstos sean virtuales, por el resto el Club Diógenes no debe diferir mucho, ni en lo estético ni en lo filosófico, del homónimo que frecuentan Sherlock Holmes y su hermano Mycroft y donde impera una máxima: el silencio. Ese ámbito es el icono de la nueva librería Finestres, casi 600 metros cuadrados de aire inglés que este jueves abre sus puertas con 42.000 libros en Barcelona (Diputación, 249).
Suelo de madera, grupos de sofás enmarcados por alfombras y colores granate o verde bosque tras los estantes no dejan de ser manifestaciones externas de una librería singular, promovida por el empresario farmacéutico Sergi Ferrer-Salat, y que en otoño tendrá, justo enfrente, en el número 250, un hermano pequeño de casi 200 metros cuadrados, en los bajos adyacentes a la catalogada Casa Garriga Nogués. Ahí se acomodarán unos 13.000 títulos de artes, cómic e ilustración.
La personalidad de la propuesta se da apenas entrar, donde en vez de la narrativa se halla el no tan comercial ensayo, pero sin secciones canónicas clásicas. “Hay un discurso, un juego, a medida que se avanza por los estantes”, ha apuntado en la presentación de la librería Àurea Perelló, directora de un establecimiento con 14 personas, nueve de las cuales, libreros. Así, el visitante se encuentra con el apartado Amor, al que siguen Sexualidad, Porno, Deseo, Construcción de género, Sufragistas… Más adelante, al epígrafe Cambio climático le acompañan Ecología bioética, animales, Evolución humana, Mente y Cerebro, Caminar… Es decir, campos de interés, afinidades electivas, nubes de conceptos, como si se respondiera al tan digital planteamiento ‘Si le ha gustado esto, quizá también le guste…’.
En la sección de narrativa, poesía y teatro se recupera una clasificación más tradicional, por géneros y narrativas nacionales, si bien ahí se hace evidente una de las apuestas más genuinas: los títulos tienen a su lado las traducciones a otras lenguas cuando existen. Y es que entre las 35.000 referencias del catálogo de Finestres casi un tercio responden a libros en inglés, francés, italiano, alemán y portugués, amén de en gallego y euskera. En esa línea, Juan destaca la “voluntad de un ser una librería de fondo, como demuestran los estantes hasta arriba, y decantada hacia las humanidades; mezclaremos novedades con pilas de libros de largo aliento”.
Prácticamente nula cobertura para móviles y la imposibilidad de conectar ordenadores, amén de unos pilotos en el techo con aviso luminoso de silencio que “se encenderán si crece el ruido: se invita a leer y a tomar un té… en la cafetería exterior”, fija la directora, son otras señas de identidad de Finestres, que remata su voluntad de ser centro cultural con una programación de clubs de lectura (que arrancará en septiembre) y ciclos culturales, los primeros ya en mayo. “Tendremos veladas con autores, que harán lecturas en directo, huyendo siempre de presentaciones ortodoxas y sin encadenarnos a la actualidad; queremos rivalizar con otras instituciones culturales de Barcelona” apunta el escritor Kiko Amat, uno de los tres programadores de las actividades de Finestres, junto a la también autora Marina Espasa y la scout literaria Camila Enrich. “Queremos transmitir conocimientos casi más que vender”, remacha Espasa.
Premios para Camila Sosa y Albert Pijuan
En esa línea de proyecto cultural, ayer presentaron ya en la librería a los ganadores de los primeros premios Finestres de narrativa a obra publicada en castellano y catalán, dotados con 25.000 euros cada uno, que recayeron en Las malas, de la argentina Camila Sosa (Tusquets), y en Tsunami, de Albert Pijuan (Angle Editorial). En mayo se fallarán las dos becas destinadas a promover sendas obras de ensayo en catalán y castellano, con unas bolsas de 20.000 euros.
La librería Finestres apunta, así, casi a un homenaje al “poder transformador extraordinario de los libros, ventanas de evasión, pero también de toma de conciencia, de búsqueda de equidad social, de justicia medioambiental; el proyecto lo queremos iconoclasta, marcado por la autenticidad y alejado de presiones comerciales, pensando en enriquecer cultural y espiritualmente Barcelona”, apunta Ferrer-Salat, quien ya ejerce de mecenas cultural en el mundo de la música. Siempre en segundo plano, pero controlándolo todo, negándose a hacer pública la inversión realizada (“hemos vendido el alma”, zanja), da la sensación de que, tras transformar el espacio físico que fue el de su restaurante Monvínic, había hecho realidad su librería ideal: cuando la tienda se ha vaciado, se ha acomodado en una de las butacas para leer y trabajar.