La candidatura de Salvador Illa en Cataluña replantea el escenario electoral
Los socialistas intentan evitar otro Govern monopolizado por el independentismo
Los socialistas catalanes han decidido pasar al ataque cuando el partido de las elecciones del 14 de febrero parecía ya decidido. El nombramiento por sorpresa y en el último momento del ministro de Sanidad, Salvador Illa, como candidato en los comicios autonómicos representa la apuesta decidida del PSC para intentar disputar la victoria a Esquerra Republicana y a sus socios independentistas. Sustituyendo en el último momento a Miquel Iceta por el ministro con más proy...
Los socialistas catalanes han decidido pasar al ataque cuando el partido de las elecciones del 14 de febrero parecía ya decidido. El nombramiento por sorpresa y en el último momento del ministro de Sanidad, Salvador Illa, como candidato en los comicios autonómicos representa la apuesta decidida del PSC para intentar disputar la victoria a Esquerra Republicana y a sus socios independentistas. Sustituyendo en el último momento a Miquel Iceta por el ministro con más proyección mediática del momento, los socialistas intentan dar un vuelco a las encuestas e impedir que los independentistas sigan monopolizando la Generalitat.
El objetivo no es otro que evitar un nuevo Gobierno netamente independentista y, en caso de no poder gobernar, facilitar acuerdos con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) para alejar del poder a los sectores secesionistas más duros que Carles Puigdemont sigue capitaneando desde su refugio belga. El movimiento, arriesgado por sustituir en un momento tan delicado al ministro de Sanidad, pilló a todos por sorpresa, comenzando por ERC. El partido favorito en todas las encuestas ve en el nombramiento de Illa un nuevo peligro para una candidatura de Pere Aragonès, quien en las últimas semanas ha sufrido, como presidente en funciones de Cataluña, el desgaste inherente a la gestión de la segunda ola de la pandemia, además de haberse convertido en el blanco de las críticas de sus hasta ahora socios de Junts per Catalunya.
La maniobra in extremis del PSC —que llegó cuando las listas ya estaban cerradas y solo pendientes de ser ratificadas por la cúpula del partido— busca que se tambalee la idea asumida por todos los actores políticos en Cataluña de que no hay alternativa a corto plazo a un Gobierno de corte independentista con ERC, Junts y apoyos de los antisistema de la CUP. La mayoría de encuestas hechas hasta ahora apuntaban a una victoria de ERC seguido muy de cerca por Junts per Catalunya, lo que parecía abocar a ambos partidos a intentar repetir una coalición de Gobierno como la que ha estado al frente de la Generalitat las últimas dos legislaturas. El PSC cree tener ahora a su alcance una palanca para hacerse imprescindible en la nueva gobernación, ya sea dentro del Ejecutivo con un acuerdo con Catalunya en Comú Podem y ERC —algo que todos los actores niegan en público— o bien desde fuera con apoyos puntuales a un Ejecutivo de Esquerra y los comunes. Cualquiera de las dos opciones seguiría facilitando que ERC mantenga su apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez en el Congreso a la vez que se gestiona la excarcelación de los condenados por el procés, ya sea por la vía del indulto o por la reforma del delito de sedición en el Código Penal. Con todo, el objetivo es la presidencia de la Generalitat: “No es una batalla para ser la segunda fuerza política del país, sino para lograr la presidencia de la Generalitat”, dijo este miércoles Miquel Iceta al comparecer junto a Illa. El todavía ministro respondió asegurando que quiere “ser útil para resolver la situación que vive Cataluña”.
El golpe de timón, sin embargo, tiene riesgos. Y la crítica de la oposición preguntándose si es oportuno que un ministro de Sanidad deje el cargo en el actual momento de la pandemia no ha hecho más que empezar.
El PSC, Iceta y el propio Illa habían negado hasta la saciedad —y hasta la misma víspera— la operación que este miércoles se acabó materializando. Si bien había consenso en que Illa podía ser un buen candidato de futuro, sus dirigentes creían que Iceta merecía ahora una última oportunidad como cabeza de cartel después de haber reflotado un partido que tocó fondo en las elecciones autonómicas de 2015.
Los socialistas creen tener las encuestas a su favor. Especialmente porque Illa ha saltado literalmente a la fama este año con su gestión de la pandemia. Pero también porque su temple le ha mantenido bastante al margen de la polarización extrema, tanto del procés como de la crisis sanitaria. De ahí que hoy, según los sondeos del CIS y los que hace la Generalitat, Illa sea el segundo político catalán mejor valorado, después de Oriol Junqueras (ERC), que no puede presentarse por estar en prisión e inhabilitado por el Supremo. La decisión de la cúpula socialista tampoco ha sido ajena al hecho de que Illa tenga mejor puntuación que Iceta en estos mismos sondeos: un 4,8 frente a un 4,3.
”Illa no va a antagonizar y ha conseguido capitalizar la gestión de la pandemia mejor que Pedro Sánchez”, considera el sociólogo José Juan Toharia, presidente de Metroscopia. “El perfil técnico y dialogante de Illa le da una vocación de transversalidad que en este momento puede tener buena acogida más allá de los electores tradicionales del PSC”, considera Toharia. No en vano, Illa estuvo desde el primer momento en el equipo negociador que consiguió que ERC facilitara la investidura de Pedro Sánchez, ahora hace un año. Cuando ha sido necesario, Illa también ha remado para facilitar acuerdos con los comunes, el partido hermano de Podemos en Cataluña, e incluso con Junts per Catalunya para gobernar la Diputación de Barcelona.
Los rivales
Probablemente por la transversalidad que muchos atribuyen a Illa, ERC es el partido que más duramente ha acogido el desembarco del ministro en la campaña catalana. “Illa representa la apuesta del PSC por ir a buscar los votos de Ciudadanos. Habrá que elegir entre Esquerra y el PSC”, tuiteó el equipo de Oriol Junqueras. Pese a los múltiples acuerdos que ERC ha alcanzado con los socialistas, tanto en el Congreso como en instituciones catalanas clave como el Ayuntamiento de Barcelona, Illa será el gran rival del candidato Pere Aragonès. La estrategia de ERC se centrará en recalcar que lo que busca el PSC es apartar al independentismo del Gobierno catalán cueste lo que cueste, incluso si para ello necesita pactar con el PP y Ciudadanos.
El resto de partidos ya han enfocado su estrategia en deslegitimar la apuesta de Illa y en decir que ha utilizado el Ministerio de Sanidad y algo tan desgraciado como una pandemia mundial para hacer su propia carrera política.
Ciudadanos puede ser el otro gran perjudicado por la nueva apuesta de los socialistas. Las crisis que viene encadenando el partido que en 2017 logró ganar las elecciones en Cataluña han llevado a los de Inés Arrimadas a pugnar ahora por un discreto cuarto o quinto puesto según las encuestas. Y los problemas no paran de crecer. La que fuera su líder y candidata en Cataluña hasta que fue apartada el pasado verano se fue este mismo miércoles de la formación con un portazo para fichar como número dos del PP de Cataluña. Y el día anterior el portavoz de Cs en el Ayuntamiento de Tarragona hizo lo propio para incorporarse a las listas del PSC. De “auténtica irresponsabilidad” tildó el candidato de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, que Illa deje ahora el Ministerio de Sanidad para convertirse en candidato.