Fallece José Cadahía, el empresario que transformó Zeleste en Razzmatazz

Murió el pasado 10 de diciembre en Barcelona, pero su óbito no trascendió hasta días después

José Cadahía en 2000, cuando se hizo cargo de Zeleste.Arduino Vannucchi

Fue como un meteorito que ingresa en la atmósfera terrestre: rápido, brillante y fugaz. José Cadahía, empresario que gestionó Razzmatazz entre 2000 y 2008, falleció el pasado día 10 de diciembre en Barcelona, a los 49 años de edad, pero su óbito no trascendió hasta días después. Persona de carácter discreto, en las antípodas del glamour, carisma e histrionismo de otros compañeros de profesión, y amante de la música independiente, la que pautó los años noventa como indie, Cadahía, ...

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Fue como un meteorito que ingresa en la atmósfera terrestre: rápido, brillante y fugaz. José Cadahía, empresario que gestionó Razzmatazz entre 2000 y 2008, falleció el pasado día 10 de diciembre en Barcelona, a los 49 años de edad, pero su óbito no trascendió hasta días después. Persona de carácter discreto, en las antípodas del glamour, carisma e histrionismo de otros compañeros de profesión, y amante de la música independiente, la que pautó los años noventa como indie, Cadahía, con anterioridad un empresario de tintorerías que explotaba en España la cadena francesa 5A Sec, refundó Zeleste renombrándolo “Razzmatazz” (bullicio, algarabía) en honor a sus admirados Pulp, autores de una canción con ese título.

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El paso de espectador a empresario tuvo un ritmo tan acelerado como la música de baile y su empresa, en sociedad con Dani Fadiella, comenzó a expandirse llegando a crear un sello discográfico, Sinnamon, cuyo epicentro fueron, naturalmente, las bandas indies. Además, Cadahía comenzó a gestionar clubes como el recordado Mond Bar, en el barrio de Gràcia, y una programación estable en la no menos recordada sala Cibeles bajo el nombre de Mond Club antes de que aquel pintoresco edificio de la calle Córcega fuese derribado para dar paso a otro mucho más impersonal y ajeno a las sesiones y conciertos que la histórica sala cobijó a lo largo de su historia.

Pero no satisfecho con estas iniciativas, e intuyendo con acierto ya entonces que los únicos peces que sobreviven en el actual mundo de los negocios son los más grandes, Cadahía apostó fuerte por los festivales, creando en Barcelona el Summercase, cuya pretensión era competir de tú a tú con el Sonar y más específicamente con un Primavera Sound entonces aún no ciclópeo y que vio con muy malos ojos que su competidor se ubicase también en el Fòrum. Además, este festival creó una réplica invernal bajo el nombre de Wintercase.

Para mantener el pulso a sus competidores, Cadahía se lanzó a contrataciones de grandes artistas cuyos emolumentos resultaron finalmente fatales. Fue el caso de Radiohead, que actuaron en el Fòrum presentando In Rainbows en una suerte de festival centrado en la banda de Thom Yorke que se denominó Daydream (2.008). Pero esta carrera resultó finalmente una especie de huida hacia adelante, y las deudas comenzaron a amontonarse, resultando fatales para la economía de una empresa que además llegó a gestionar otras citas festivaleras como el Creamfields en Andalucía.

Cadahía, declarado fan de la Velvet, Ride, Suede, Bowie, los Beatles de Revolver y del White album, y de Perry Blake, acabó quebrando y haciendo mutis por el foro con destino a Sao Paulo. La vida siguió y tal y como él imaginó, los festivales siguieron creciendo y siendo comprados por empresas cada vez más gigantescas. Pero esta vez la visión, quizás traicionada por la pasión y falta de experiencia, no bastó para gestionar la explotación de la música que le ayudó a vivir y acabó arruinándolo.

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