Caída del tráfico, lluvia y viento dejan el aire más limpio de Barcelona en décadas

La Agencia de Salud Pública compara la contaminación de la ciudad con la del Cap de Creus, el Montseny o Collserola

Horizonte limpio de Barcelona, el pasado viernes, visto desde la montaña de Montjuïc.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

La combinación entre la drástica caída del tráfico, de hasta un 80%, como consecuencia de las restricciones a la movilidad por el estado de alarma para luchar contra el coronavirus, y los últimos días de lluvia y viento han desplomado la contaminación en Barcelona. Coincidiendo con las tres semanas de confinamiento para frenar la emergencia sanitari...

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La combinación entre la drástica caída del tráfico, de hasta un 80%, como consecuencia de las restricciones a la movilidad por el estado de alarma para luchar contra el coronavirus, y los últimos días de lluvia y viento han desplomado la contaminación en Barcelona. Coincidiendo con las tres semanas de confinamiento para frenar la emergencia sanitaria, la ciudad ha registrado nueve de los días con el aire más limpio de los últimos 20 años.

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Los datos se extraen de las estaciones que miden la contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2, indicador de las emisiones del tráfico) en la ciudad de Barcelona. Son las ubicadas en el Eixample y en Gràcia, con valores entre 8,9 y 18,7 microgramos por metro cúbico, señala el portal Contaminació.Barcelona.

La situación es inédita desde hace dos décadas. La Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) ha ido publicando informes de seguimiento de la calidad del aire desde que el día 14 comenzó el confinamiento. El último, que comprende las mediciones realizadas desde el 14 de marzo al 2 de abril, recoge muestras en las 11 estaciones de la ciudad y concluye que la caída acumulada de dióxido de nitrógeno es del 69% y la de partículas, del 46%. Los actuales niveles cumplen de pleno las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para la protección de la población, señala la responsable del Servicio de Calidad e Intervención Ambiental de la ASPB, Anna Gómez.

“En términos absolutos, el descenso es mayor en las calles que presentaban intensidades de tráfico también mayor y niveles más elevados de contaminación”, constata el informe, en el que también se asegura que “los niveles de la última semana en la ciudad de dióxido de nitrógeno y partículas son los equivalentes a los niveles habituales de entornos rurales y naturales” como el Montseny (en partículas, los niveles en Vall d’Hebron fueron inferiores a la media anual de 2018 de la sierra), Cap de Creus (también en partículas, el Eixample se alineó con el paraje natural) o Collserola (en dióxido de nitrógeno, los niveles en algunos puntos de la ciudad han registrado la media del Observatorio Fabra).

Como en el Montseny

La ASPB señala que el NO2 se situó la semana pasada en medias de entre 8 y 15 microgramos por metro cúbico en las estaciones próximas al tráfico. Y en las estaciones de fondo, no próximas a los coches, puntualmente los niveles han caído más: el 1 de abril, en la Ciutadella, la media diaria fue de 4,1 microgramos. En el Montseny, la media anual está entre 3 y 4.

En el caso de las partículas PM10, los niveles de la última semana se han situado entre 18 y 11 microgramos por metro cúbico, mucho más bajos que las medias del año 2019. En otro contaminante como es el black carbon (el hollín emitido por los vehículos diésel) se han detectado caídas de hasta el 79% en estaciones de medición como la del Eixample. El ambientólogo e impulsor de Contaminació.Barcelona, Miquel Ortega, afirma que “la situación derivada de la alarma por el coronavirus está dando una pausa en la contaminación de la ciudad”, que demuestra que “reducir el tráfico reduce dos grandes problemas como son la contaminación y el ruido”.

Caída del tráfico

Otra fuente que ha analizado el aire durante la crisis ha sido Lobelia. La firma emplea un sistema de medición que cruza datos de las estaciones metropolitanas, datos de la Generalitat, de tráfico, modelos meteorológicos y otras variables, como la densidad de población. Con este cálculo, indican que durante la quincena anterior al confinamiento la media de NO2 en la ciudad fue de 28 microgramos por metro cúbico; y del 15 de marzo al 1 de abril se ha reducido hasta 14,4. “Es relevante que las bajas concentraciones son consistentes en el tiempo, nunca habíamos tenido niveles tan prolongados y nunca había habido tan poca diferencia entre dentro y fuera de la ciudad”, apunta su directora, Laia Romero.

Parte de los buenos datos han sido posibles gracias a una reducción drástica de la movilidad. Solo en el área metropolitana, el tráfico rodado ha disminuido un 75% en un día normal comparado con un día laborable de febrero. Las principales caídas se han dado en los accesos al interior de la ciudad, que implican 1,24 millones de viajes menos en vehículos privados. En el transporte público, hay un 10% de viajeros, el uso del taxi ha caído un 95% y la movilidad en bicicleta, un 87%.

La presión del ruido cae a la mitad

El portal Contaminació.Barcelona explica que la disminución del tráfico también ha impactado en el ruido, cuya presión ha caído a la mitad, según ha detectado la red SmartCitizen, formada por 15 estaciones. Esta red ha detectado que desde el confinamiento, en el Eixample el ruido cayó de 67 decibelios a 61, que supone un descenso de la presión acústica del 50%. Los sensores también captaron el silencio en los patios escolares y en las calles secundarias (de 58 a 52 decibelios). El experto Miquel Ortega recuerda que en Barcelona la mortalidad asociada al ruido fue cuantificada en 2016 por investigadores del ISGlobal en la revista Environmental Health Perspectives en 599 muertes prematuras. “El ruido tiene un efecto inmediato, por estrés; y provoca alteraciones hormonales, cambios en los niveles de glucosa, dificultad para descansar y afectación cardiovascular”, enumera. Ortega también recuerda que la OMS endureció en 2018 los estándares y lo fijó en 53 decibelios, “un nivel que soporta el 55% de los vecinos de Barcelona por el tráfico continuo, un zumbido que ahora ha desaparecido”.

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