El “canibalismo interno” se extiende en el PSOE a la espera del día después de Sánchez
No hay un movimiento “estructurado” pero distintas fuentes socialistas ven que hay quienes se están posicionando para el futuro
Hace poco más de un año el PSOE cerró su 41º Congreso Federal en Sevilla con un mensaje del reelegido secretario general, Pedro Sánchez, a la ofensiva, intentando elevar la moral de los socialistas en un momento muy difícil por una agenda judicial muy inten...
Hace poco más de un año el PSOE cerró su 41º Congreso Federal en Sevilla con un mensaje del reelegido secretario general, Pedro Sánchez, a la ofensiva, intentando elevar la moral de los socialistas en un momento muy difícil por una agenda judicial muy intensa. La situación ahora es peor, mucho peor. En la foto de la comisión ejecutiva federal ya no está el entonces secretario de Organización, Santos Cerdán, ni su antecesor, José Luis Ábalos, ambos imputados por corrupción. Las investigaciones judiciales se multiplican y, en la cúspide de este montón de desechos, el caso Paco Salazar, otro hombre del presidente, acusado de acoso sexual y abuso de poder.
Hay quien sostiene en el PSOE que la suma de todos los frentes está propiciando una situación de “canibalismo interno” para controlar el partido después de Pedro Sánchez. Son muchos los que ven fuego amigo del sanchismo contra el sanchismo y, aunque aún nadie ha bajado a poner nombres y apellidos, los de los damnificados que Sánchez ha dejado en el camino son los primeros en citarse.
“Se están echando pulsos de lo que va a ocurrir después de Pedro Sánchez”, asegura un dirigente veterano afín al presidente del Gobierno. “Se trata de debilitar a Sánchez pensando en el postsanchismo”, asegura un dirigente regional. “Esto es una pelea del sanchismo contra el sanchismo aprovechando la oportunidad de los casos Salazar, Ábalos y Cerdán para resituarse y hacerse con el partido”, sostiene un secretario general provincial. En ese contexto, interpretan algunas fuentes socialistas que Adriana Lastra haya sido la voz más exigente que se ha encontrado Sánchez en el caso Salazar.
La dirigente asturiana fue un apoyo leal a Sánchez desde los inicios y dimitió como vicesecretaria general tras una pugna con Cerdán en la que el líder socialista se decantó por este último. Ahora es delegada del Gobierno en el Principado. Mide mucho sus intervenciones públicas, pero marca con claridad su perfil como referente feminista en un PSOE avergonzado por los comportamientos de quienes han estado en la cúpula. “Cada vez que hay un escándalo o una mínima critica se culpabiliza al dedo que señala y eso ya harta”, objeta un antiguo dirigente territorial.
Otro cuadro orgánico que ha apoyado a Sánchez desde las primarias de 2014 comparte que “está claro que ya han empezado los movimientos”. “Hay quien pretende hacer caja orgánica”, coincide un dirigente andaluz. Un integrante de la dirección del PSC, lo ve de forma parecida: “Es una guerra de posiciones. Alguien se cree que va a haber elecciones antes que tarde y se está posicionando de cara al futuro”.
A la tensión por los casos de corrupción, se ha sumado esta semana las nuevas acusaciones de acoso sexual. En privado, algunos dirigentes admiten el temor de que el mecanismo habilitado en el PSOE para facilitar las denuncias termine siendo un arma utilizada internamente. El argumento que esgrimió Toni González, alcalde de Almussafes (Valencia), que aseguraba ser víctima de una “venganza”, pero dimitió este sábado de sus cargos orgánicos forzado por la líder territorial, Diana Morant. “Mi gran temor es que pueda haber alguna denuncia falsa, de gente interesada en sacar rédito. Ahí perderemos todos ideológicamente como partido y ganará la ultraderecha, que es experta en convertir un ejemplo en la regla general”, advierte un secretario de Organización de una de las mayores federaciones. Discrepa un ministro con poder orgánico: “Cuando haya un caso hay que reaccionar y punto”.
Casos “individualizados”, no un movimiento crítico
Todas las fuentes consultadas, críticas o alineadas con Ferraz y La Moncloa, niegan que haya ninguna “revolución” en marcha, aunque el ambiente que se respira en el PSOE está cada vez más revuelto. “Son casos individualizados y sin nexo de unión”, explica un diputado del Congreso.
Sánchez no tiene un movimiento crítico en contra, más allá de la oposición pública de Emiliano García Page y de algunos veteranos sin ningún peso orgánico. Los dirigentes territoriales que empezaban a cuestionarle como Juan Lobato, Luis Tudanca o el fallecido Javier Lambán fueron renovados en los últimos congresos. Desde entonces, federaciones de peso como Andalucía, la valenciana, Madrid o Aragón están dirigidas por ministros, que empezarán a medirse en las urnas a partir de febrero. En el caso del PSOE andaluz, hay quienes piensan que será después de las autonómicas, aun sin fecha, cuando producirá “una implosión”. En comunidades como Cantabria y Murcia hubo primarias muy reñidas en las que se reabrirá la pelea interna si los comicios no van bien. En Galicia, a los malos resultados se suma esta semana la crisis provocada por uno de sus hombres fuertes tras las acusaciones de acoso sexual. José Tomé ha dimitido como presidente de la Diputación de Lugo y secretario provincial, pero sigue como alcalde y diputado no adscrito.
Distintas fuentes niegan que haya algo “estructurado”, aunque si hay gente pensando en el postsanchismo “desde hace mucho tiempo” es porque fue el propio Pedro Sánchez el que propició esta situación cuando amagó con dimitir cuando se tomó cinco días de reflexión (del 24 al 29 de abril de 2024) tras la imputación de su esposa. Lo descartó, tras oír las súplicas de los dirigentes socialistas en un comité federal catártico para que se quedara. “En esa situación nos sitúa el propio presidente cuando amagó con irse. Muchos pensamos: ¿y ahora qué hacemos? A todos se nos vino gente a la cabeza y eso sigue en la cabeza de muchos”. En julio pasado, Sánchez admitió en el Congreso que llegó a plantearse dimitir tras el informe de la UCO sobre Santos Cerdán. Ahora, cada vez que tiene oportunidad, repite que quiere volver a presentarse.
Hay quien ve un cierto paralelismo con la situación que se produjo en octubre de 2016 cuando el aparato del partido se puso de acuerdo para echar a Sánchez de la secretaría general para apoyar la investidura del líder del PP, Mariano Rajoy, como presidente del Gobierno, como así ocurrió. “Cuando, como es natural, se pierdan las elecciones, hay dos posibilidades: que Pedro se retire o siga. Y hay a quien no le interesa eso ni esperar a que hay un acuerdo entre PP y Vox. Se va a reproducir lo que ocurrió en 2016 en la investidura de Rajoy: apoyar al PP sin Vox”, asegura un dirigente que vivió en primera persona y cerca de Sánchez ese drama. Otros creen que ese escenario es más improbable ahora, después de las alianzas de PP y Vox.
El PSOE está en medio de todas las tormentas en un momento de gran debilidad institucional (solo preside Cataluña, Castilla La Mancha, Asturias y Navarra y cogobierna en Euskadi) y orgánica. Es un partido marcado por el hiperliderazgo de Sánchez y con una sede federal todavía en shock tras la imputación de sus dos ex secretarios de Organización. La actual, Rebeca Torró, ha tenido un bajísimo perfil desde su nombramiento en julio pasado. Llegó al cargo en medio de la polémica salida de Paco Salazar, en quien Sánchez confiaba para vigilar la sala de máquinas del partido. Distintas fuentes aseguran que quien ahora se ocupa de los asuntos internos más delicados y el seguimiento de los frentes judiciales es otro veterano, Antonio Hernando, recuperado por Sánchez en 2021 tras romper en las primarias de 2017. Según fuentes de la cúpula del PSOE, tiene un despacho en la quinta planta de Ferraz, una sede en la que se ha borrado el rastro de los sanchistas que arrasaron al lado del presidente tras la gran batalla interna de las primarias de 2017.