Pedro Sánchez y Cataluña: de la normalidad al conflicto político, según convenga
El presidente regresa a una retórica que contradice el “Cataluña ha vuelto” de Salvador Illa para acercarse a Junts
Parecía la cuadratura del círculo: dos presidentes socialistas en la Moncloa y en la Generalitat de Cataluña. Junts no quería creer que Pedro Sánchez estuviera dispuesto a priorizar a Salvador Illa como president en lugar de blindar la estabilidad de la legislatura en el Congreso, pero lo imp...
Parecía la cuadratura del círculo: dos presidentes socialistas en la Moncloa y en la Generalitat de Cataluña. Junts no quería creer que Pedro Sánchez estuviera dispuesto a priorizar a Salvador Illa como president en lugar de blindar la estabilidad de la legislatura en el Congreso, pero lo imposible terminó siendo posible en agosto de 2024. Después del coste que el PSOE había pagado por la política de Sánchez en Cataluña (los indultos, primero; y la amnistía, después), los socialistas catalanes entregaban a su líder un gran trofeo: la normalización política de Cataluña tras el procés.
Parecía que todas las piezas encajaban, pero un año y medio después ni Pedro Sánchez ni Salvador Illa tienen presupuestos y el presidente ha hecho dos entrevistas seguidas este martes hablando de nuevo de “conflicto político”. A Míriam Nogueras, látigo de Carles Puigdemont en Madrid, le sigue pareciendo poco: “Seguimos donde estábamos, mantenemos la posición”, ha señalado en una comparecencia 24 horas después. Al reconocer los incumplimientos que antes negaba, Sánchez pone a Junts de nuevo debajo de los focos e intenta deslizar una pista de aterrizaje para el regreso político de Puigdemont. El físico no depende de él.
Con su líder fuera de España y en la oposición en Cataluña, a Junts le irritaba quedar como el pagafantas de Sánchez, quedarse atrapado en el doble juego del PSOE: en Suiza mantenía una negociación con verificador internacional sobre el “conflicto político” mientras Sánchez e Illa recorrían España presumiendo de la derrota del independentismo, que por primera vez en 44 años no tiene mayoría en Cataluña. Por eso regresa Sánchez de forma deliberada a la retórica del “conflicto político”, que contradice la fuerza del “Cataluña ha vuelto” del mensaje de Salvador Illa.
Que Junts sea socio en Madrid y oposición en Cataluña forma parte de la complejidad de la ecuación política española en la que, a pesar de todo ello, Salvador Illa sigue siendo el principal aliado de Sánchez en el PSOE. Fue él quien se hizo la foto con Puigdemont en Bruselas en el arranque del curso, en septiembre pasado, para intentar facilitar las cosas al Gobierno. Fue él quien acudió al auxilio de Sánchez en la Moncloa en junio pasado, cuando estalló el desastre de Santos Cerdán. Pedro Sánchez sigue siendo un gran activo político para los socialistas en Cataluña y Salvador Illa gestiona ese capital buscando el equilibrio entre los intereses de unos y otros.
Así ha sido hasta ahora. Habrá una nueva prueba de fuego en el primer trimestre del año que viene cuando María Jesús Montero, responsable de Hacienda y candidata del PSOE Andalucía, ponga sobre la mesa su sistema de financiación autonómica. El acuerdo para la financiación singular por el que el PSC logró los votos de ERC (y dejó a Junts en la oposición) sigue sin concreción y de su desarrollo dependen los presupuestos de Cataluña. Eso es lo que está esperando ERC. El PSOE ha logrado convencerse de que los del Estado están “sobrevalorados” (así lo llegan a decir en privado, alegando que los fondos europeos han dado el margen que necesitan) pero Salvador Illa no puede vivir de las prórrogas y no puede consolidar su proyecto sin unas cuentas propias.
La estabilidad de Salvador Illa dependerá del movimiento que haga Sánchez con la financiación singular pero, en Madrid, Pedro Sánchez necesita ahora desafinar con Illa para lograr la estabilidad o, al menos, dar la sensación de que sigue habiendo partido en esta legislatura. En eso están, en seguir buscando la cuadratura del círculo con dos presidentes socialistas y dos socios independentistas que compiten entre ellos en un tablero catalán revolucionado por Aliança Catalana. Y elecciones tan relevantes como las de Andalucía, de fondo. Todo un conflicto de intereses políticos, sí.