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Hilo Doble: personas en riesgo de exclusión de Málaga que convierten en moda las lonas de los festivales

Esta empresa social tiene acuerdos con eventos y ONG para vender los bolsos y carteras que fabrica reciclando sus banderolas en desuso

Sobre las mesas hay tijeras e hilos, patrones, retales de colores. Al fondo, varias máquinas de coser en plena ebullición que cinco especialistas manejan con soltura y dedicación. Alrededor del taller, pequeño, soleado, cubren las paredes estanterías repletas de bolsos, tarjeteros, bandoleras, carteras o mochilas. Son objetos singulares: no hay dos iguales porque es prácticamente imposible. Están fabricadas con lonas que sirvieron para publicitar eventos municipales, exposiciones en museos o festivales como el Canela Party. Remachadas con cámaras de bicicleta pinchadas, son parte de las colecciones que el equipo de la empresa social Hilo Doble diseña y confecciona desde su nacimiento en 2019. “Reciclamos materiales, pero también a personas en riesgo de exclusión social”, afirma orgullosa Alicia Cueto, una de las fundadoras de una compañía donde la facturación no es lo más importante: reutilizar, innovar y lograr inserciones laborales son el gran objetivo.

Las instalaciones de esta minúscula fábrica se ubican en una de las habitaciones de la casa de acogida que la Asociación Ciudadana AntiSida de Málaga (Asimas) tiene en la barriada de El Palo, al este de la capital malagueña. Es un lugar que nació en los años 80 para trabajar con personas con VIH y, poco a poco, fue evolucionando hacia otras enfermedades y situaciones sociales. Finalmente, se ha especializado en personas sin hogar: desde chicas jóvenes que son expulsadas de los centros de menores cuando cumplen 18 años a migrantes en situación administrativa irregular o mujeres de más de 65 años que hasta hace nada residían entre cartones en la calle.

La escasez de recursos ha impulsado siempre la creatividad. “De una camiseta hacíamos una bolsa, con los vaqueros una funda para la sombrilla de la playa. Era pura economía doméstica”, recuerda Cueto, que es también la presidenta de la Asimas. Hace unos años se topó con la empresa de inserción social Aidei, impulsada por otra asociación, Arrabal. De la unión de esfuerzos nació Hilo Doble y su objetivo de reciclar. Se hicieron con antiguas máquinas de coser —algunas llegadas desde Mayoral— y con el paso de los años se ha consolidado como referente y acumula reconocimientos por su labor.

El sistema de trabajo es sencillo. Cualquier empresa, organización o institución puede donar sus lonas publicitarias o moquetas de congresos sin pisar. A partir de esos materiales, el equipo cose con ellas una amplia variedad de productos: desde bolsas de playa a fundas para objetos como botellas, móviles, vinilos o libretas. Las venden —sobre todo— en su web y todos los ingresos se reinvierten en la compañía. “Por ley no podemos obtener beneficios, así que lo que se consigue sirve para contratar a más personas, adquirir maquinaria y comprar todos los materiales que necesitamos, como bobinas o cremalleras”, cuenta Ana Guzmán, técnica de inserción en Aidei. Hoy hay cinco personas empleadas, que pueden estar un máximo de tres años en plantilla, puesto que la idea es que este sea un trabajo puente hacia el mercado laboral.

Cerca de cruzarlo está Piedad López, de 57 años, cuyo contrato finaliza en diciembre. “Esto es maravilloso, pero ya toca otra cosa. Tengo expectativas en varios sitios: ojalá se cumplan”, cuenta la mujer, que llegó a Hilo Doble gracias a sus conocimientos en costura y las inmensas dificultades que tenía para encontrar trabajo después de criar a su hijo. Mientras, Rocío Ríos, de 44 años, arranca su camino: llegó en Semana Santa con un contrato de un año que espera alargar todo lo que pueda. Estudió Arte Dramático y se formó como Técnico Superior de Realización Audiovisual. Ha trabajado en mil cosas, hasta que fue madre soltera y todo se le complicó. “Me encontré de repente en riesgo de exclusión, nadie me llamaba para trabajar y apenas tenía apoyo familiar. Esta es una oportunidad increíble”, asegura.

“Hacemos virguerías”

Quienes donan las lonas obtienen beneficio —llevarlas a un punto limpio les obligaría a pagar por ello— y, a cambio, Hilo Doble obtiene gratis la base para diseñar y elaborar sus colecciones. Desde el Festival de Málaga hasta el Brisa Festival, hay multitud de donaciones. En el patio, junto al taller empiezan a acumularse los rollos de lona. Por eso ahora la empresa ha ido un paso más: busca que quienes las entregan luego adquieran las piezas manufacturadas con ellas. Es lo que hace Cruz Roja —que compran tarjeteros, llaveros, bolsos o fundas para portátiles cosidas con sus propias banderolas— o Amnistía Internacional. Y lo que también hizo el artista Javier Calleja con las lonas de su gran exposición de 2023 en Málaga. “Es la mejor fórmula. Y nos adaptamos a lo que necesiten los clientes porque aquí se puede hacer de todo: contamos con más de un centenar de diseños. Y si no lo tenemos, lo inventamos entre todos”, relata Aurora Pareja, jefa del taller. “Hacemos virguerías”, añade mientras muestra unas alforjas para bicicleta o unos bolsos elaborados con carteles del Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga.

Otra fórmula de éxito es la ideada por el equipo de Canela Party. Ellos regalan las banderolas del evento y, al año siguiente, ofrecen un espacio a Hilo Doble para que las vendan en el recinto que acoge cuatro días de conciertos. “Es una vía que queremos estudiar con otros festivales como ese, porque ha funcionado muy bien”, destaca Alicia Cueto, que ha iniciado contactos con citas como Otoño Sal (Almería) o Fulanita Fest (Fuengirola). También tienen acuerdos con el Málaga CF o el Museo Carmen Thyssen, que les brinda un rinconcito en su tienda en centro de Málaga para vender la producción. Ahora tienen en sus mesas las lonas del Día del Orgullo LGTBI+ de Torremolinos y las que la ilustradora Olga de Dios diseñó para el baile de máscaras del Círculo de Bellas Artes de Madrid en el pasado carnaval. También les gustaría disponer las banderolas que inundaron la ciudad para anunciar la primera edición de la San Diego Comic-Con en Málaga. “Queremos tener lo mejor para vender más y, así, contratar a más personas para darles una nueva oportunidad”, concluye Cueto.

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