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La gestión del PP hunde aún más la valoración de los andaluces sobre su sistema sanitario

Las encuestas muestran que, pese a la promesa de Moreno de arreglar la sanidad, la sociedad andaluza ha pasado a ser la más descontenta con su funcionamiento

Antes de las elecciones andaluzas de diciembre de 2018, casi nadie creía que el PSOE fuera a perder el poder. Encuestas en mano, resultaba poco verosímil. Y sin embargo, o quizás por eso, Juan Manuel Moreno no paraba de repetir una muletilla: “Cuando sea presidente”. Una y otra vez. “Cuando sea presidente”, anunciaba el candidato del PP, Andalucía será un titán económico. “Cuando sea presidente”, adiós al impuesto de sucesiones. Así acto tras acto, promesa tras promesa.

No había terreno más fé...

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Antes de las elecciones andaluzas de diciembre de 2018, casi nadie creía que el PSOE fuera a perder el poder. Encuestas en mano, resultaba poco verosímil. Y sin embargo, o quizás por eso, Juan Manuel Moreno no paraba de repetir una muletilla: “Cuando sea presidente”. Una y otra vez. “Cuando sea presidente”, anunciaba el candidato del PP, Andalucía será un titán económico. “Cuando sea presidente”, adiós al impuesto de sucesiones. Así acto tras acto, promesa tras promesa.

No había terreno más fértil para la promesa que la sanidad pública, el punto flaco de Susana Díaz, que sufrió manifestaciones masivas contra su gestión. “Cuando sea presidente”, se comprometía Moreno en mayo de 2018, los salarios de los sanitarios subirán para que “no se tengan que ir”. “Cuando sea presidente”, añadía durante la campaña, gestionarán la sanidad “profesionales, no políticos”. A mes y medio de las urnas, lanzaba un mensaje que ahora le recuerdan sus adversarios en plena crisis de las mamografías: “Lucho para que las mujeres afectadas por el cáncer de mama tengan esperanza. Cuando sea presidente, me comprometo a garantizar los tratamientos oncológicos en 30 días”.

Todo incidía en una idea recurrente que Moreno usaba desde la campaña anterior: “Cuando sea presidente, Andalucía tendrá la sanidad que nos merecemos”.

Contra pronóstico, Moreno fue presidente. Aunque lo logró con solo 26 diputados del PP, gracias a Ciudadanos y a Vox, desde entonces se ha consolidado. En 2025 subió a 58 escaños, cifra que lleva tatuada —literalmente: se tatuó la muñeca con el número— y que supera por tres la mayoría absoluta. Y las encuestas muestran hasta ahora que lo que fue durante cerca de 40 años un feudo socialista hoy es un fortín popular.

Pero hay algo que se le ha resistido a Moreno: la sanidad, su quebradero de cabeza. No solo porque haya recurrido ya a cuatro consejeros, ni porque haya tres gerentes del Servicio Andaluz de Salud investigados por contrataciones a dedo, ni porque se haya mantenido el goteo de protestas. Además de todo ello, Moreno no se ha acercado ni remotamente a convencer a los andaluces de que tienen “la sanidad que nos merecemos”. La crisis del cribado cae sobre una sociedad instalada en el descontento sobre el funcionamiento del pilar sanitario del Estado del bienestar.

Con el PP en el poder, los principales indicadores de opinión pública sobre el desempeño de la sanidad pública han caído. En no pocas ocasiones, con serios empeoramientos. No es que antes hubiera una visión idílica. Ya en la etapa del PSOE, Andalucía se había colocado entre las comunidades más descontentas. Pero los números se han hundido aún más. La serie de barómetros sanitarios del CIS, con 7.800 entrevistas en cada entrega, arroja dos conclusiones. La primera, que la comunidad es la menos satisfecha, cuando antes de la llegada al poder del PP ese puesto lo ocupaba Canarias. La segunda, que el deterioro de los indicadores es más marcado que en el conjunto del país.

Notas al sistema

Andalucía sale mal parada cuando el CIS pregunta por la nota de satisfacción, siendo 1 la mínima y 10 la máxima, con seis áreas del sistema sanitario público: atención primaria, consulta con el especialista, tres tipos de urgencias —en hospital, en atención primaria y vía 061 o 112— e ingreso hospitalario. En cinco de ellas —todas, menos ingreso hospitalario—, la evolución de las notas entre el barómetro de octubre de 2018, último con el PSOE, y el de abril de 2025, el más reciente, es más negativa en Andalucía que en el conjunto de España, incluso aunque en los cinco casos el punto de partida andaluz era más bajo. En lo que respecta a consulta especializada, la nota cae del 6,72 al 5,3; en atención primaria, de 7,01 al 5,59.

Aunque las diferencias entre comunidades no son grandes, resultado a resultado componen una imagen: Andalucía, que ya venía en el grupo de rezagados, se queda aún más atrás. La media de sus seis notas pasa entre 2018 y 2025 de ser la segunda más baja, por delante de Canarias, a ser la más baja de todas. Los encuestados de la comunidad con capital en Sevilla son los que arrojan una peor nota de satisfacción en tres de las seis áreas: atención primaria, urgencias 061 y 112 y urgencias en atención primaria. En otras dos, Andalucía es penúltima y antepenúltima. En cuatro de las seis, hay un empeoramiento en la posición con respecto al resto de comunidades, un descenso en lo que se podría llamar el ranking de satisfacción.

“Si en toda España pesa el factor covid, en Andalucía el fuerte descontento con la atención primaria, primera toma de contacto con el sistema, provoca un arrastre hacia abajo del prestigio de todo el conjunto", señala Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. “Esto no cae del cielo. Cómo funciona la atención primaria no es algo que los andaluces vean por televisión. Lo viven. No funciona igual en todas partes, pero es frecuente que esa puerta al sistema tenga problemas para abrirse. Eso lo contamina todo", añade.

En el periodo 2018-2015, el porcentaje de andaluces que piensan que el sistema sanitario funciona “bastante bien” o “bien” en España ha bajado del 60,8% al 36,3%, más que en el conjunto del país (70,3% a 53,9%). Algo similar, más atenuado, ocurre al pedir a los encuestados una nota de satisfacción con el sistema sanitario público. La puntuación en Andalucía ha caído del 6,2 al 5,5, con más fuerza que en España (6,65 a 6,15). En ambos casos, Andalucía era en 2018 la segunda comunidad que presentaba una opinión más oscura, por detrás de Canarias. Ahora ya es la última.

“Aunque estas dos preguntas son sobre España, la respuesta está determinada por la experiencia en cada comunidad, porque es una competencia transferida. Así que los resultados muestran un descontento no solo más pronunciado en Andalucía, sino también un empeoramiento más marcado”, explica March.

Tiempos de espera

El porcentaje de andaluces que declaran que son atendidos por el médico de familia el mismo día que lo piden o al siguiente cae durante la etapa del PP del 46,1% al 12,6%, más que en España (47,7% a 21,4%). Si hace siete años había cuatro comunidades en peor posición que Andalucía, ahora no hay ninguna.

¿Y cuántos días transcurren desde que se pide la cita hasta el día fijado?, pregunta el CIS a los encuestados. La media en Andalucía ha pasado desde 2018 de 3,72 a 10,63 días, una subida de más del 185%. En ese periodo, en España ha pasado de 4,77 a 8,78, lo que supone un alza porcentual 100 puntos inferior a la andaluza. Comparándose con las demás, Andalucía ha perdido cinco puestos hasta situarse, otra vez, en última posición.

Andalucía también empeora su registro más que el conjunto de España en cuanto a las demoras superiores a seis meses en la atención por el especialista, según las respuestas recabadas por el CIS. Aunque en este apartado sigue mejor que la media, pierde dos puestos en la clasificación. Todo ello se acaba reflejando cuando se pide a los encuestados que comparen su sistema sanitario autonómico con el resto. En 2018, cerca de un 30% de los andaluces veían mejores sus servicios sanitarios. En abril de 2025, el CIS pregunta cómo ven los servicios que presta, los medios, la organización y la financiación de su sistema sanitario comparados con el resto. Los porcentajes de los andaluces que los ven mejores van del 16,2% (medios) al 6,2% (financiación), siempre lejos del 29,3% de 2018.

Seguros privados

Las pistas del creciente descontento también llegan del Centro de Estudios Andaluces (Centra), dependiente de la Junta. En junio de 2019, cuando puso en marcha su barómetro, un 7,9% veía la sanidad como el primer problema de Andalucía, por detrás de la política y el paro. En el último estudio del Centra, con datos de junio de este año, el porcentaje es del 16,1%, ya solo por detrás del desempleo, lacra histórica de la comunidad. En ese mismo periodo, siguiendo con el Centra, quienes creen que la sanidad es el primer problema de España han pasado del 6,4% al 1,8%. Es decir, bajan mientras quienes piensan que sí lo es en Andalucía se duplican.

De vuelta al CIS, aunque ahora al barómetro general, la percepción de la salud como uno de los tres problemas que más afectan personalmente a los encuestados también ha subido en Andalucía (del 15,5% al 27,3%) más que en España (del 14,1% al 22,1%). Si en 2018 había cinco comunidades en las que los ciudadanos estaban más preocupados por la sanidad que los andaluces, ahora hay solo dos.

No todas son opiniones comparativamente sombrías. Por ejemplo, la visión de los andaluces sobre la evolución de las listas de espera es, vista en conjunto, algo mejor que la que tiene el total de los españoles. No obstante, con los datos por delante, Joan Carles March ve en Andalucía un estado de opinión “particularmente negativo dentro de una tónica general ya de por sí negativa”. Y advierte sobre un círculo vicioso: “El deterioro alto de la visión sobre la atención primaria y la atención del especialista hospitalario, muy vinculada a la obtención de un diagnóstico, supone un fuerte incentivo para la fuga hacia la sanidad privada, lo que a su vez provoca una falta de compromiso con el sistema público que acaba incidiendo negativamente en el mismo”. A March le preocupa que la crisis del cribado alimente esta dinámica.

Entre 2018 y 2024, el porcentaje de asegurados privados ha crecido más en Andalucía (25,5%) que en el conjunto de España (22,91%), con datos de la patronal Unespa. La comunidad ha pasado de ser la séptima con mayor porcentaje de seguros privados sobre el total de la población a ser la quinta. Sin entrar en el caso andaluz, Juan Simó, autor de Salud, dinero y atención primaria, afirma que hay vinculación entre el deterioro de la confianza en un sistema sanitario y el auge del aseguramiento privado. Y señala que dicho auge favorece una menor inclinación a “protestar por el deterioro” del sistema público.

La consultora política Daniela S. Valencia cree el hecho de que en Andalucía “sea vox populi que el sistema de salud tiene problemas serios” es uno de los tres factores que condicionan ahora negativamente las posibilidades de la Junta de lidiar con la crisis de los cribados. Los otros dos son que Moreno llegó al poder “haciendo bandera de arreglar la sanidad” y que, más de seis años y medio después, ya no vale el “comodín de la herencia recibida”. A eso se suma, añade la directora de la consultora Vibrante, que el Gobierno andaluz ha cometido “errores graves” durante la crisis, como “mostrar falta de empatía por parte de la ya exconsejera, transmitir sensación de descontrol por parte de Moreno y solo exhibir firmeza como reacción a las afectadas”.

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