España confía en el pragmatismo de Trump para evitar el choque ideológico entre ambos gobiernos

Cuba y Venezuela marcarán las relaciones con una Administración cuya política exterior hablará más español que nunca

La reina Letizia, el rey Felipe VI, el presidente Donald Trump y la primera dama, Melania Trump, en el despacho Oval en 2018.Susan Walsh (AP)

Felipe VI no acudirá este lunes a la toma de posesión de Donald Trump, como hace habitualmente con los presidentes latinoamericanos. En EE UU no existe la tradición de invitar a mandatarios extranjeros a estos actos. Por eso, la representación de España la ostentará la embajadora en Washington, Ángeles Moreno. Pero no será la figura española más destacada en la ceremonia. Entre los invitados estará el líder de Vox, Santiago Abascal, presidente de ...

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Felipe VI no acudirá este lunes a la toma de posesión de Donald Trump, como hace habitualmente con los presidentes latinoamericanos. En EE UU no existe la tradición de invitar a mandatarios extranjeros a estos actos. Por eso, la representación de España la ostentará la embajadora en Washington, Ángeles Moreno. Pero no será la figura española más destacada en la ceremonia. Entre los invitados estará el líder de Vox, Santiago Abascal, presidente de Patriots.eu, el partido que agrupa a las fuerzas de la ultraderecha europea más afines a Putin. La lista de huéspedes de Trump incluye también a gobernantes como el húngaro Orbán, la italiana Meloni, el argentino Milei o el salvadoreño Bukele.

Todos ellos forman parte de la que Pedro Sánchez calificó el pasado martes como la “internacional reaccionaria”, parafraseando al francés Emmanuel Macron. Ante los 130 embajadores españoles, el presidente del Gobierno criticó también a quienes “hablan sin tapujos” de “rediseñar fronteras” (como en Groenlandia) o “rebautizar mapas” (por el golfo de México); es decir, Trump. El dibujo que hizo de la política exterior española es el negativo del que representa el nuevo inquilino de la Casa Blanca: defensa del multilateralismo y un orden internacional basado en reglas, apuesta por el proyecto europeo y el libre comercio, lucha contra el calentamiento global y “gestión inteligente de las migraciones” frente al cierre de fronteras.

El riesgo de colisión, desigual, entre estas dos visiones contrapuestas del mundo es real, admiten fuentes diplomáticas, y no se puede esperar que Abascal contribuya a evitarlo. Las palabras con las que saludó el pasado lunes a los periodistas en su primera rueda de prensa de 2025 fueron: “Feliz año nuevo a todos. A ver si este es el año que nos libramos del sátrapa de La Moncloa”. Tampoco Alberto Núñez Feijóo puede hacer de mediador: el PP se ha quedado sin interlocutor en EE UU tras el giro del Partido Republicano a la extrema derecha.

Pese a ello, fuentes diplomáticas españolas confían en que “se imponga el pragmatismo” en la nueva Administración y no solo se evite el choque sino que incluso se colabore en asuntos de interés mutuo. Y subrayan que Sánchez habló por teléfono con Trump el pasado 12 de noviembre para felicitarle por su victoria electoral, en una conversación que fuentes gubernamentales españolas califican de “cordial”. Estos son, salvo imprevistos, las principales temas que marcarán la agenda España-EE UU bajo el mandato del nuevo presidente:

América Latina y Cuba. Nunca en el Departamento de Estado se había hablado tanto español como a partir de ahora. El secretario de Estado, Marco Rubio, hijo de exiliados cubanos, es el primer hispano que ocupa el puesto. Su número dos, Christopher Landau, hijo de un diplomático estadounidense de origen austriaco, nació en Madrid, vivió con su familia en Sudamérica y ha sido embajador en México, por lo que también habla español. Además, Trump ha nombrado a Mauricio Claver-Carone, de ascendencia cubana y española, expresidente del Banco Iberoamericano de Desarrollo (BID), como enviado especial para América Latina. Y también ha elegido a un estadounidense nacido en Cuba, Benjamín León Jr, como embajador en Madrid. Con estos mimbres, fuentes diplomáticas no dudan de que América Latina, y Cuba en particular, marcará la relación con España. En su examen (hearing) ante el Senado, el pasado miércoles, Rubio dejó claro que Cuba volverá a ser incluida en la lista de países patrocinadores del terrorismo, de donde la sacó Biden esta misma semana. España consiguió recientemente que EE UU levantase el veto a los dueños de la cadena de hoteles Meliá, a los que Washington negaba el visado, pero la reactivación de la ley Helms-Burton, suspendida parcialmente a última hora por Biden, puede alentar las demandas contra empresas españolas que utilizan bienes confiscados por el régimen cubano. Rubio también anunció su propósito de revisar la licencia que permite a la petrolera estadounidense Chevron operar en Venezuela después de que Maduro consumase su fraude electoral; lo que afectaría directamente al negocio de Repsol en dicho país. Trump no recibió al opositor Edmundo González cuando visitó EE UU a principios de enero, pero lo ha reconocido como “presidente electo” y lo ha invitado a su toma de posesión. La posibilidad de que Trump y Maduro llegasen a un ten con ten a cambio de petróleo y control de la migración parece evaporarse y también la de una estrategia común entre Washington y Madrid.

Amenaza arancelaria. La imposición de aranceles del 10 al 20% a los productos europeos —del 60% a los chinos— es la amenaza más inmediata para la UE que supone la llegada de Trump. Las exportaciones a EE UU representaron en 2023 el 4,9% del total de las españolas y sumaron 21.000 millones, equivalentes al 1,25% del PIB. España está menos expuesta que otros países europeos como Alemania y Francia a la imposición de aranceles por parte de Washington, según la Cámara de Comercio de España, pero podrían sufrir sectores como el farmacéutico, alimentario o energético; sin contar con la participación española en la cadena de valor de bienes exportados por otros socios europeos o el efecto colateral de un descarrilamiento de la locomotora alemana. Ya en su primer mandato, la Administración Trump impuso aranceles del 25% al aceite de oliva, el vino y los quesos españoles por la disputa de las ayudas públicas a Airbus y Boeing; y todavía sigue vigente la tasa del 30% que grava a la aceituna negra española de mesa por la presión del lobby de California. El margen de maniobra del Gobierno español es muy limitado, ya que la política comercial es competencia de la Comisión Europea, pero fuentes diplomáticas subrayan que, al contrario que otros países europeos, la balanza comercial con EE UU es deficitaria para España y sugieren que hay margen para importar más crudo y gas natural licuado (GNL) estadounidense, pese a su fuerte aumento tras la invasión de Ucrania.

La OTAN y la base de Rota. Si no lo hacen antes, Pedro Sánchez y Donald Trump se verán por primera vez las caras en la cumbre de la OTAN en La Haya (Países Bajos), el 24 de junio. Es previsible que el nuevo inquilino de la Casa Blanca exija a los aliados que eleven su gasto militar hasta el 5% del PIB, una exigencia inasumible para España, que ni siquiera podrá cumplir su compromiso de llegar al 2% en 2029 si se prorrogan los Presupuestos y por el fuerte crecimiento de la economía española. Lo que sí puede hacer España es comprar más armamento americano, objetivo último de Trump: Defensa tiene sobre la mesa la posible adquisición de hasta 50 cazas F-35 de quinta generación para sustituir a los F-18 del Ejército del Aire y los Harrier de la Armada al final de su vida operativa. El año próximo tiene prevista su llegada el sexto de los destructores de última generación destacados por EE UU en la base naval de Rota (Cádiz), que la han convertido en punta de lanza del escudo antimisiles de la OTAN y del despliegue de la Navy en el mar Negro y el Mediterráneo oriental: entre sus misiones recientes ha estado la defensa de Israel frente a ataques de Irán.

Israel y Marruecos. Aunque la alianza entre EE UU e Israel no ha flaqueado con la Administración Biden, Trump podría llevarla a un nuevo nivel; durante su anterior mandato ya ordenó trasladar la Embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, ignorando las resoluciones de la ONU. Con el nuevo presidente, se aleja la posibilidad de celebrar una nueva Conferencia de Paz sobre Oriente Medio para consagrar la fórmula de los dos Estados, que España se ofreció a albergar. Además, la agencia marítima de EE UU mantiene abierto un expediente contra el Gobierno español por vetar la escala de tres buques con armamento para Israel, lo que podría acarrear fuertes sanciones. España ha aducido que se trata de un asunto político, no administrativo, que debe tratarse en el marco del diálogo entre ambos gobiernos, pero no parece que la nueva Administración vaya a ser muy receptiva a los argumentos de Madrid. En el flanco sur, es previsible que Trump culmine el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, que hizo tras perder las elecciones de 2020 a cambio de la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel. En plena crisis diplomática con Israel —que mantiene vacante su Embajada en Madrid— la entente de Trump, Netanyahu y Mohamed VI puede crear nuevas complicaciones a la diplomacia española.

El papel de Felipe VI. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero recurrió a los buenos oficios del rey Juan Carlos para engrasar la relación con el estadounidense George W. Bush tras la retirada de las tropas de Irak en 2004. ¿Podría repetirse ahora la situación? Trump invitó a los Reyes a realizar una visita de Estado a EE UU en 2020. El viaje se tuvo que suspender por la pandemia de la covid, pero quedó claro que al mandatario norteamericano y a su esposa les complacía recibir a una pareja de reyes modernos y joviales que hablaba fluidamente inglés. En 2026 hay dos acontecimientos cuya conmemoración justificaría una visita de Estado: el 250 aniversario de la independencia de EE UU, con el apoyo de la Corona española; y medio siglo de la visita del rey Juan Carlos, quien meses después de la muerte del dictador prometió en el Congreso estadounidense que habría democracia en España. Que una nueva visita se realice dependerá, según fuentes de La Zarzuela, de lo que decida el Gobierno a la vista de cómo sean las relaciones entre los dos países.

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