Las entradas irregulares de migrantes crecen un 66%: las salidas desde Mauritania se disparan y Marruecos refuerza el control
Los desembarcos en Canarias aumentan un 126% y las entradas en Ceuta un 143%. Los malienses se convierten en la primera nacionalidad por encima de los marroquíes
Hace poco más de un año, en mitad del verano, España era el único país mediterráneo que lograba contener la inmigración irregular. Un hito tan efímero que se pulverizó un par de meses después con un espectacular repunte de la ruta canaria que se mantiene hasta hoy. Ese escenario se ha dado la vuelta: ahora España, es junto con Grecia, el únic...
Hace poco más de un año, en mitad del verano, España era el único país mediterráneo que lograba contener la inmigración irregular. Un hito tan efímero que se pulverizó un par de meses después con un espectacular repunte de la ruta canaria que se mantiene hasta hoy. Ese escenario se ha dado la vuelta: ahora España, es junto con Grecia, el único país mediterráneo donde crecen las entradas irregulares, según las cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). A 15 de agosto, el Ministerio del Interior ha registrado la llegada, por tierra y por mar, de 31.155 personas, un 66% más que en el mismo periodo de 2023, aunque las cifras revelan un frenazo respecto a principios de este año. Marruecos controla cada vez más las salidas, mientras el desafío está ahora más al Sur, en Mauritania. Y el escenario no va a mejorar por el avispero del Sahel, con un puñado de países en serias dificultades. “La presión está ahí y seguirá aumentando porque continúan desplazándose riadas de refugiados de todo el Sahel y la zona subsahariana a las costas africanas con la intención de emigrar”, mantienen fuentes del Ministerio del Interior.
En el año del Pacto Migratorio europeo, y en el que se han visto dificultades para que las autonomías se solidaricen en la acogida de menores, la inmigración —con especial énfasis en la irregular— tiene cada vez más peso en la política. Ha sido uno de los asuntos capitales en las últimas convocatorias electorales, como las francesas o las europeas. E incluso gana protagonismo en la política española, con una inflexión en el discurso del PP y el habitual argumentario de Vox, Alvise Pérez o Aliança Catalana en escalada.
El fuerte repunte en las entradas se explica por la ruta canaria, la vía por la que se juegan la vida el 70% de los migrantes que entran de forma irregular a España, y cuyos números (22.304 entradas) se han más que duplicado respecto al año pasado. Pero las cifras de aumento —aunque pueda parecer contradictorio— camuflan un frenazo respecto a comienzos de este año. Un dato para ilustrarlo: las llegadas a las islas han pasado de 7.000 en enero y más de 4.000 en febrero a poco más de 2.000 en julio. Y otro más: el 66% de incremento en las llegadas totales a España es elevado, pero queda muy lejos del 524% con el que se cerró el mes de enero. Desde entonces, el porcentaje ha ido en descenso. “El aumento registrado a principios de 2024 en las islas todavía repercute estadísticamente en las cifras, a pesar de que los desembarcos se han estabilizado más o menos en los niveles del año pasado en el mismo periodo”, ilustra Flavio Di Giacomo, portavoz de la OIM.
La clave estará en los cuatro meses finales del año, cuando predominan las calmas en el Atlántico, mejora la navegabilidad y es probable que se multipliquen los cayucos que se lanzan al mar. El volumen es imprevisible: lo único seguro es que supondrá, sin duda, un empeoramiento de la situación en la que viven casi 6.000 menores acogidos en Canarias para la que todavía no hay solución. Esto, sin embargo, no significa que se cumplan las previsiones que algunos políticos han aireado en las últimas semanas como oficiales y que aseguran que podrían entrar al archipiélago más de 70.000 personas. “Ese dato no tiene ninguna base, no es posible calcularlo”, aclaran diversas fuentes del Ministerio del Interior.
Lo que sí aparece en los informes confidenciales de las fuerzas de seguridad es la situación crítica que atraviesa Mauritania, adonde volverá el presidente Sánchez a finales de mes para reforzar la colaboración con el país africano. La gira incluirá también Gambia y Senegal, punto de partida de rutas migratorias aún activas pero más controladas que a finales del año pasado. Las llegadas desde las costas mauritanas de más de 13.000 personas suponían al cierre del primer semestre un crecimiento del 6.000%, según fuentes dedicadas al control de fronteras. Ese fortísimo incremento esconde también cierto descenso en los desembarcos en los últimos meses, después de haberse disparado en enero y febrero. Las llegadas, aunque constantes, fueron reduciéndose tras la visita a Nuakchot en febrero de Sánchez y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la que prometieron ayuda financiera por 500 millones de euros.
De cualquier forma, la situación en el país, que vive su propia crisis de refugiados, preocupa porque no hay visos de que mejore. “La presión de candidatos a la emigración de origen maliense en Mauritana es enorme y la situación en Malí solo empeora. Por otro lado, el éxito de los que alcanzan las islas Canarias [a pesar de los cientos de naufragios] ha atraído a más gente de otras nacionalidades para intentar llegar. Se habla de bolsas de candidatos a la emigración de entre 100.000 y 500.000 personas”, explica una fuente dedicada al control de fronteras. El país está desbordado y quiere más ayuda. “Mauritania tiene interés en contener la inmigración. No solo por el dinero que venga de la UE, sino también porque para ellos es una cuestión de seguridad, pero la situación es cada vez más complicada”, añade esta fuente.
El perfil de quienes parten de Mauritania plantea nuevos desafíos. Hay un detalle que ha llamado la atención de las fuerzas de seguridad y es que están emigrando los propios mauritanos. “Estas llegadas nos indican un aumento del descontento de la población local, porque hasta ahora no había un número relevante de mauritanos que quisiese emigrar en cayuco”, explica esta fuente. Pero el dato más llamativo en la coyuntura actual es que, por primera vez, los malienses son la nacionalidad más numerosa de los que arriban a España de forma irregular. Entre los más de 9.000 malienses registrados, según datos policiales, los hay incluso que han desembarcado en las islas Baleares a través de la ruta argelina.
La llegada de malienses dibuja un nuevo escenario que exige a las autoridades españolas otros enfoques. España, a diferencia de Italia y Grecia, ha podido presentar todos estos años su inmigración irregular como eminentemente económica y prestar menos atención a sus compromisos internacionales con el asilo. Aunque los nacionales de Malí también migran por razones económicas, son uno de los perfiles más claros de posibles refugiados porque proceden de un país en el que los conflictos y el terrorismo se extienden cada vez por más zonas desde 2012. Que los principales desembarcados tengan un perfil de refugiado debería obligar a las autoridades a garantizar que tienen acceso a pedir protección internacional, y que su solicitud sea registrada como dispone la Convención de Ginebra de 1951 y la legislación comunitaria, incluido lo acordado en el Pacto Europeo de Migración y Asilo que contempla que pueda pedirse asilo en el propio puerto.
Control marroquí, despunte argelino
Mientras el panorma en la vertiente atlántica es incierto, Marruecos mantiene un férreo control de sus costas del norte y del sur así como de las del Sáhara Occidental. El despliegue se ha traducido en un descenso de alrededor de un 30% de las entradas desde esas zonas al cierre del primer semestre, según fuentes policiales. Pero más allá de los números, que el Ministerio del Interior sigue sin hacer públicos en detalle, se han registrado algunos episodios que revelan que la presión de Rabat está desplazando a los emigrantes hacia el sur de la región. Un ejemplo de ello es que han aparecido en Canarias refugiados sirios y pakistaníes que habrían partido desde Mauritania y Senegal, un perfil que raramente usa esa ruta y que tradicionalmente emigra desde las costas marroquíes o argelinas.
La aparición de sirios, pakistaníes o bangladesíes en los cayucos revela otra tendencia que preocupa a las fuerzas de seguridad. “Cada vez que aparece un asiático en una ruta que no es la habitual, es una señal de que las redes de tráfico de personas se están profesionalizando y conectando con otras”, explica una fuente de las fuerzas de seguridad.
Ruben Andersson, experto en migraciones y catedrático de antropología en la Universidad de Oxford, también vincula parte del auge de la ruta canaria con la mano dura en el norte de Marruecos. “La represión en una parte de la frontera conlleva ese desplazamiento a otro lugar. A corto plazo, los Gobiernos apuestan por ese control para poder tapar el problema, pero a medio y largo plazo, la represión no resuelve”, defiende el experto.
El frente abierto en Marruecos es Ceuta, donde las entradas por vía terrestre (que incluyen a los que llegan a nado) han crecido un 173% y suman ya 1.605 personas. También sigue sin atajarse el negocio de las narcolanchas cargadas de inmigrantes, un fenómeno “que se está consolidando y ha venido para quedarse”, como lamentan fuentes policiales. “La irrupción de las narcolanchas [con cerca de 200 embarcaciones contabilizadas] fue muy llamativa porque significaba la apertura de una nueva rutas, aunque los números no fueran tan grandes. La cuestión aquí es que con poca gente, a la que cobran 10.000 euros por el viaje, hacen mucho dinero y hay una cifra negra impresionante de embarcaciones que no se detectan”, añade esta fuente.
Por su parte, las llegadas desde Argelia han despuntado cerca de un 15% en el primer semestre, según fuentes policiales, un repunte que se hace notar sobre todo en las islas Baleares. Argel, enfrentado a Rabat, mantiene suspendidas las devoluciones de sus nacionales desde marzo de 2022, cuando se abrió una crisis bilateral por el respaldo de España a la solución marroquí para el futuro del Sáhara Occidental.
Andersson echa en falta un “planteamiento más estratégico” que incentive vías legales y seguras para emigrar y que tenga en cuenta los desequilibrios demográficos y de oferta de mano de obra entre Europa y África. También pide calma: “Las cifras de entrada a Canarias y por las fronteras europeas son una gota en el océano en comparación con las personas que emigran de forma legal”. En concreto, las 31.155 entradas irregulares en lo que va de año suponen apenas un 5,6% de los extranjeros que se instalaron en España entre abril de 2023 y abril de 2024 y un 0,06% del total de la población.