Sin noticias del Guggenheim ‘verde’
El Gobierno vasco activa un plan estratégico para la reserva natural de Urdaibai sin incluir expresamente el nuevo museo
Las instituciones vascas tenían todo preparado para construir un nuevo Museo Guggenheim en la comarca de Busturialdea-Urdaibai, en plena reserva de la biosfera, pero el lehendakari Urkullu se encargó de dejarlo en punto muerto a las puertas de convocar las elecciones autonómicas del próximo 21 de abril. A finales de enero planteó “abrir un proceso de reflexión” durante los próximos dos años para analizar la “viabilidad” del megaproyecto cult...
Las instituciones vascas tenían todo preparado para construir un nuevo Museo Guggenheim en la comarca de Busturialdea-Urdaibai, en plena reserva de la biosfera, pero el lehendakari Urkullu se encargó de dejarlo en punto muerto a las puertas de convocar las elecciones autonómicas del próximo 21 de abril. A finales de enero planteó “abrir un proceso de reflexión” durante los próximos dos años para analizar la “viabilidad” del megaproyecto cultural, una iniciativa que ha recibido la contestación de vecinos de la zona y de grupos ecologistas. El Gobierno vasco ha aprobado esta semana la elaboración de un plan estratégico interinstitucional para la reactivación socioeconómica de la mencionada comarca, en el que no se hace ninguna referencia al futuro museo proyectado en Gernika y Murueta.
La expansión del Guggenheim de Bilbao hacia la costa de Urdaibai comenzó a planificarse en 2008 y ha evolucionado hasta concretarse en un modelo de museo bicéfalo. En una antigua fábrica de Gernika se crearía un centro de estudio y residencia de artistas y en Murueta se instalaría un observatorio, un museo y espacio expositivo. Una senda verde en paralelo al río Oka uniría estas dos infraestructuras. El último cálculo económico cifra en 127 millones la inversión necesaria para acometer esta “ampliación discontinua” del Guggenheim. La Diputación de Bizkaia ya había anunciado destinar 40 millones para el proyecto y el Gobierno central también se comprometió a aportar la misma cantidad para arrancar con el proyecto cultural.
El patronato del museo Guggenheim Bilbao, en el que participan la dirección americana y las instituciones vascas, acordó en su última reunión celebrada en diciembre pasado abrir un periodo de dos años de reflexión, este y 2025, para decidir si sigue adelante con la ampliación en Urdaibai. Urkullu fue quien dio a conocer días después que se había decidido conceder una moratoria al proyecto. Las dudas que ahora se ciernen sobre el Guggenheim de Urdaibai han trastocado los planes electorales del candidato del PNV, Imanol Pradales, uno de los más firmes defensores del nuevo museo mientras ha dirigido el departamento de Infraestructuras de Bizkaia y que sigue manteniendo que su ejecución es “viable”, ha dicho durante la precampaña.
La decisión de poner en cuarentena el futuro museo se acompasa ahora con el lanzamiento de un plan de revitalización para la zona (20 municipios con alrededor de 46.000 habitantes) que acoge la única reserva de la biosfera en el País Vasco. El Ejecutivo autónomo considera que “la comarca requiere una estrategia de desarrollo socio-económico propia y adaptada a su realidad, a las necesidades de sus habitantes y de su entorno natural y a los condicionantes y las oportunidades derivadas de su catalogación como espacio protegido”.
Con esta finalidad se trazará “un diagnóstico compartido con los principales agentes sociales y económicos de la comarca” sobre la diversificación industrial y económica, el aprovechamiento sostenible de los recursos agropecuarios y pesqueros, y el control del turismo en la zona y su relación con el saneamiento y abastecimiento de aguas, la movilidad, las infraestructuras, la cultura y la regeneración urbana y medioambiental. Ese plan estratégico, cuya elaboración también ha aprobado este jueves la Diputación de Bizkaia, determinará los proyectos más adecuados para revitalizar el entorno de Busturialdea-Urdaibai. No se cita en ningún momento si cabe o procede un Guggenheim como el que está previsto. El futuro museo en la costa captaría a 148.000 visitantes al año, según la memoria presentada por el Guggenheim bilbaíno. Su explotación contribuiría a mantener 692 empleos y generaría una riqueza de 39 millones anuales.
Urkullu no ha sido el único en enfriar la ampliación del Guggenheim. El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha manifestado esta semana en el Congreso que el proyecto “genera graves problemas” desde el punto de vista medioambiental y urbanístico. En una respuesta al presidente del PP del País Vasco y diputado por Álava, Javier de Andrés, el ministro ha remarcado que en su opinión la cultura y el medio ambiente deben ir “siempre de la mano”.
Los vecinos han acogido con reticencias esta iniciativa. Eider Gotxi, de la plataforma Guggenheim Urdaibai Stop, solo espera de las instituciones “la paralización definitiva” del proyecto. Y con respecto al plan estratégico que se redactará, afirma que “Busturialdea lleva muchos años esperando que las instituciones hagan inversiones en la zona. Planes se han hecho muchos, aunque estén en los estantes de las administraciones. “Los museos Guggenheim están de sobra” en esta área protegida de Bizkaia, dice. El colectivo Ekologistak Martxan sostiene que el museo tendrá “efectos negativos” en la ciudadanía de la comarca y supondrá “transformar el patrimonio histórico y natural del pueblo para beneficio de los intereses privados”.
Erroxeli Ojinaga, de la plataforma ciudadana Zain Dezagun Urdaibai, aseguró a este diario que el proyecto museístico es “la muerte anunciada” para la comarca, “un tiro en la nuca al régimen de protección” ambiental por estar incluido en la red europea Natura 2000 y tener la declaración como Zona de Especial Conservación (ZEC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). El grupo Futuro Vegetal arrojó este pasado martes pintura roja en la puerta del Guggenheim en Bilbao en protesta por el proyecto de este centro en la reserva de Urdaibai: “En un contexto de emergencia climática, continuar priorizando los pelotazos urbanísticos frente a la protección de la biodiversidad es abocarnos al caos climático”, señaló en una nota este colectivo para justificar su acto de “desobediencia civil”.
El impulso de un plan estratégico responde, según la explicación dada por el Gobierno vasco, a la necesidad de mejorar las condiciones de una zona en la que “está en riesgo la transformación del tejido económico e industrial, el desarrollo de nuevos proyectos empresariales, así como la generación de nuevos puestos de trabajo”.