Los últimos de Ferraz en el ocaso del “noviembre nacional”: del sueño de asaltar La Moncloa a rezar el rosario bajo la lluvia

Las protestas contra la ley de amnistía frente a la sede nacional del PSOE pierden fuelle tras un mes de disturbios y momentos esperpénticos

El manifestante José Andrés Calderón dirige el rezo del martes en la parroquia del Inmaculado Corazón de María, esquina con la calle Ferraz, donde 150 personas se concentran para protestar contra la amnistía.Claudio Álvarez
Madrid -

Después de un noviembre de furia en las inmediaciones de la sede nacional del PSOE en la madrileña calle de Ferraz, las escaleras de la parroquia del Inmaculado Corazón han comenzado diciembre con relativa tranquilidad. Todas las tardes, a partir de las 19.20, un pequeño grupo se reúne junto a la iglesia para profesar su fe. El líder del rezo es un joven llamado José Andrés Calderón que está convencido de que el abandono del catolicismo ha sumido a la nación en una crisis “espiritual”. “España ha ganado todas sus batallas con el rosario en la mano. La izquierda está adoctrinando a nuestros jóv...

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Después de un noviembre de furia en las inmediaciones de la sede nacional del PSOE en la madrileña calle de Ferraz, las escaleras de la parroquia del Inmaculado Corazón han comenzado diciembre con relativa tranquilidad. Todas las tardes, a partir de las 19.20, un pequeño grupo se reúne junto a la iglesia para profesar su fe. El líder del rezo es un joven llamado José Andrés Calderón que está convencido de que el abandono del catolicismo ha sumido a la nación en una crisis “espiritual”. “España ha ganado todas sus batallas con el rosario en la mano. La izquierda está adoctrinando a nuestros jóvenes y edificando la sociedad sobre la muerte de Dios que pronosticó Nietzsche”, afirma.

Atrás han quedado las escenas que sacudieron el barrio durante las primeras semanas del mes pasado, cuando cientos de jóvenes se enfrentaban violentamente a la Policía y amenazaban con asaltar el Congreso o La Moncloa para defender España de un supuesto golpe de Estado. Colocados en la primera línea de unas protestas a las que cada día asistían otras miles de personas —estas concentradas de forma pacífica para mostrar su rechazo a la ley de amnistía—, acabaron haciéndose con todo el protagonismo tanto en la calle como en las redes sociales y dando lugar a un fenómeno viral.

El éxito de la investidura de Pedro Sánchez el 16 de noviembre supuso un punto de inflexión y, desde entonces, la intensidad y la afluencia a las movilizaciones ha decaído mucho. Este miércoles, solo 75 personas acudieron a Ferraz para mantener la “movilización permanente” que reclamó en los inicios de la protesta el líder de Vox, Santiago Abascal. Los que resisten, de edad mucho más avanzada, han sustituido los petardos, las bengalas y la quema de contenedores por la resignación, las tazas de caldo caliente o las oraciones. El “noviembre nacional” que gritaban las consignas de los primeros días ha terminado, pero Ferraz conserva a sus últimos representantes.

Para que no decaigan los ánimos, esta semana un matrimonio trae una mesa, dos grandes cazos, un cucharón y un montón de vasos. El tenderete improvisado cada tarde tiene ofertas tan variadas como poéticas: “Vodka-limón, Marlaska maricón”, “sándwich de jamón, despierta Borbón” o “caldo de jamón, prisión para el felón” son algunas de sus promociones.

—Tome, señora, un caldito caliente, que hace frío.

—¿Qué cuesta? Vengo en autobús desde Sevilla, solo te puedo dar la voluntad: 50 céntimos.

Durante todo el mes de noviembre, estas calles han sido testigo de todo tipo de mensajes contra la prensa, la Constitución, el Gobierno o la Monarquía. Una vez iniciada la legislatura, las cifras de asistencia a las protestas reflejan una tendencia a la baja: 200 asistentes el lunes, 150 el martes y 75 este miércoles, inicio del puente festivo en Madrid.

Los inicios de la movilización

La expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre se sumaba a cientos de ciudadanos, convocados a través de las redes sociales, a la protesta contra la ley de amnistía y el Gobierno de Pedro Sánchez, el 11 de noviembre, cerca de la sede del PSOE de la calle Ferraz, en Madrid. Rodrigo Jiménez (EFE)

Aunque la organización juvenil ligada a Vox, Revuelta, ha estado al frente de la mayoría de las protestas, la mecha se prendió coincidiendo con una conferencia del expresidente José María Aznar, que tachó a Pedro Sánchez de “peligro contra la democracia” e instó a movilizarse. “El que pueda aportar, que aporte; el que pueda hacer, que haga”, indicó durante un acto a principios de noviembre. Un día más tarde, el acuerdo de investidura entre el PSOE y ERC provocó la primera concentración de cientos de ciudadanos ante la sede socialista. Otra dirigente histórica del PP, Esperanza Aguirre, recogió el guante y participó en la protesta cortando el tráfico en Ferraz. Así daba comienzo una serie de movilizaciones que durante un mes paralizaron el barrio y provocaron daños en el mobiliario urbano por valor de 28.000 euros, según el Ayuntamiento.

Las convocatorias comenzaron a ser azuzadas por Revuelta. Los ultras tenían ira para todos. La Constitución se convirtió de pronto en “enemiga de la nación”. Los vivas a Franco, las banderas preconstitucionales y el Cara al Sol eran parte del decorado. Incluso la heráldica de la bandera española fue sustituida por un nuevo logo encargado de dar nombre a este levantamiento ciudadano: “noviembre nacional”. La monarquía tampoco se salvó: Felipe VI fue tildado de “masón”, “traidor” o “cómplice” del supuesto golpe cuando propuso a Sánchez como candidato a la investidura.

Dos semanas de disturbios y frases virales

Manifestantes ante la sede del PSOE en la calle de Ferraz, en la noche del 14 de noviembre, con muñecas hinchables.Kiko Huesca (EFE)

Fue durante la segunda semana de protestas cuando se produjeron las jornadas más intensas. El 7 de noviembre —la noche más violenta—, el tuitero y agitador Alvise Pérez y el líder de Desokupa, Daniel Esteve, lideraron a una columna de manifestantes que abandonó Ferraz y cruzó la Gran Vía para dirigirse al Congreso, ante la perpleja mirada de los peatones. En el camino, varios ultras recordaban el asalto al Capitolio de los simpatizantes de Donald Trump en 2021. “Los americanos, esos sí que saben hacer las cosas a lo grande”, decía uno. Finalmente regresaron a Ferraz —aunque un grupo amagó también con montar una marcha hacia La Moncloa— y la noche estuvo marcada por los disturbios, con 30 agentes heridos.

El 9 de noviembre se registró el récord de asistencia (8.000 personas), coincidiendo con la firma del acuerdo entre el PSOE y Junts, aunque la cifra queda muy lejos de los 80.000 manifestantes que acudieron a las convocatorias del PP en Sol el 12 de noviembre o los 170.000 de Cibeles el día 18.

La indignación de las masas por la actuación policial se convirtió en rutina. Los asistentes tachaban a los agentes de ser “cómplices del sanchismo” o proferían insultos homófobos contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Este choque con la Policía pronto dio paso al primer mártir de Ferraz: un joven manifestante cuya imagen se hizo viral tras difundir en su cuenta de X que los agentes le habían atacado con gas lacrimógeno por “putodefender España”. También corrió por las redes la imagen del joven equipado con un yelmo y una bandera carlista que no dejaba de repetir “viva cristo rey” ante las cámaras, o la del autoproclamado Capitán España, famoso por el escudo con el que pretendía “proteger a Santiago Abascal”. El líder de Vox acudió a la concentración del 13 de noviembre acompañado de Tucker Carlson, el presentador estadounidense despedido de la cadena Fox por difundir bulos. Y el machismo no tardó en hacerse presente, como quedó patente la noche del 15 de noviembre en la que un grupo de manifestantes llevó unas muñecas hinchables que, según ellos, eran “las ministras del PSOE”.

Pinchazo ultra en la investidura de Sánchez

Un manifestante grita "viva cristo rey" durante una de las jornadas de protesta en Ferraz de noviembre.Diego Sánchez

La investidura de Pedro Sánchez marcó un antes y un después. Aunque se esperaba una gran movilización, las protestas solo lograron reunir a medio millar de personas en los alrededores del Congreso el día de la votación, el 16 de noviembre. Mientras la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, expresaba su gusto por la fruta en el interior del hemiciclo, unos pocos replicaban en el exterior acordándose de la madre del recién electo presidente. La violencia no solo fue verbal, pues el diputado socialista Herminio Sancho fue agredido por un grupo de ultras mientras desayunaba en un bar cercano.

La reelección de Sánchez reavivó las protestas en Ferraz, con 4.000 asistentes esa noche, pero, desde entonces, rara vez alcanzan el millar, y esta semana han sido apenas unas decenas.

Un grupo de manifestantes se arrodilla durante el rezo de el martes en las protestas contra la amnistía en la calle Ferraz de Madrid.Claudio Álvarez

Las calles que antes vibraban contra el golpe de Estado ahora reclaman que rezar no es delito. El calor de las bengalas se ha transformado en tazas de chocolate y lo que un día fue un barrio cercado por las vallas policiales recupera la circulación de sus coches, el paseo de sus vecinos y los brindis en sus bares.

Mientras la actualidad cambia el foco a la ruptura entre Podemos y Sumar, los cinco años de bloqueo del Consejo General del Poder Judicial o la operación salida del puente de diciembre, José Andrés Calderón vuelve a subir las escaleras de la parroquia, agarra su megáfono y agradece el apoyo de sus compañeros antes de comenzar a rezar el Rosario para proteger la unidad de España. Son los últimos frente a Ferraz.

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