El estudiante que descubrió un expolio yihadista
El embajador libio en España recibe 12 piezas saqueadas para financiar al Estado Islámico recuperadas en 2018 en una operación policial que comenzó con la investigación de un arqueólogo
Morgan Belzic parece un veinteañero con sus rizos rubios y su sonrisa cortés. En realidad, hace tiempo que superó los 30, pero prefiere no desvelar su edad porque cada año juega con sus estudiantes a que estos la adivinen. Es arqueólogo, investigador y profesor en instituciones como la Escuela del Louvre, la Universidad de Poitiers y el Instituto Nacional de Historia del Arte de Francia. En 2016 se encontraba recopilando información para su tesis doctoral sobre los yacimientos arqueológicos de las ciudades del mediterráneo ...
Morgan Belzic parece un veinteañero con sus rizos rubios y su sonrisa cortés. En realidad, hace tiempo que superó los 30, pero prefiere no desvelar su edad porque cada año juega con sus estudiantes a que estos la adivinen. Es arqueólogo, investigador y profesor en instituciones como la Escuela del Louvre, la Universidad de Poitiers y el Instituto Nacional de Historia del Arte de Francia. En 2016 se encontraba recopilando información para su tesis doctoral sobre los yacimientos arqueológicos de las ciudades del mediterráneo de Libia. En su búsqueda, se topó con algo inesperado: varias de las piezas que estaba estudiando y que debían encontrarse en sus enclaves originales se vendían en tiendas de antigüedades. Lo denunció. Unos meses después, recibió la llamada del FBI.
Este es el inicio. El último capítulo de esta historia se vivió este viernes en un hotel de Madrid en un acto simbólico en el que se entregaron estas piezas al embajador de Libia en España, Walid Abu Abdula. Dos mosaicos que representan a Píramo y Tisbe, los Romeo y Julieta mitológicos, un Hércules, otras teselas que simbolizan la primavera... Y también esculturas de una necrópolis que homenajean a una joven aristócrata fallecida y un torso con la cabeza desprendida. En total, 12 obras de arte expoliadas de tres yacimientos en Libia aprovechando la inestabilidad en la que vive en el país desde 2011, tras la caída de Gadafi. Y no las robaron unos saqueadores cualquiera, sino que la policía considera que el dinero obtenido de su venta ilegal sirvió para financiar al Estado Islámico. Eran una parte de las denominadas “antigüedades de sangre”.
Se trató de la primera operación policial desarrollada en el mundo contra la financiación del terrorismo a través del expolio de obras de arte de territorios bajo el control de grupos terroristas. Esta vía de ingresos era una sospecha que no había podido ser confirmada hasta esta investigación. En ella fue detenida un galerista catalán que, según la policía nacional, había tejido “una red de proveedores por todo el mundo que le permitía el acceso a piezas arqueológicas de diversas civilizaciones”. El hombre incluso había participado en diferentes foros académicos sobre la destrucción del patrimonio histórico de Oriente Medio por parte de los grupos terroristas y hasta había criticado a los que adquirían piezas de estos territorios. Ahora se le acusa de delitos de financiación del terrorismo, pertenencia a organización criminal, receptación, contrabando y falsificación documental. La española era solo una de las ramas en las que se dividió la investigación para rastrear las obras expoliadas, en la que también estaba involucrada el FBI, que aquel día llamó a Belzic. “Fue un shock, aunque me habían prevenido de que me iban a llamar con un mail cinco minutos antes”, bromea.
“Identificamos en esta web al menos diez esculturas que estaban a la venta en el mercado internacional. Desde ese momento hasta que comenzó la investigación en Francia y España, muchas de ellas ya habían sido vendidas. Hemos concluido que un tercio del patrimonio de Libia ya ha sido expoliado”, recalca el profesor. Los principales afectados son dos yacimientos de Apolonia y Cirene, necrópolis ubicadas al noreste del país. “No trabajo solo, sino con otros arqueólogos del mundo”, recalca. Después de estas primeras investigaciones, son varios los expertos del arte que colaboran con las fuerzas de seguridad para encontrar todo el patrimonio perdido. “Solo con la venta de esculturas funerarias libias, calculamos que se ha movido en el mercado entre 40 y 100 millones de euros. Esto significa que el mercado es enorme y que tenemos mucho trabajo por delante”, sentencia Belzic.
La entrega, por el momento provisional de las piezas, la ha ordenado la justicia española a la espera de que se celebre el juicio en la Audiencia Nacional. Por ese motivo, por ahora las obras permanecerán bajo el recaudo de la embajada libia en España con la esperanza de que algún día puedan volver a su casa. Este retorno tiene un especial significado para los países expoliados, que han visto cómo los grupos terroristas y criminales se movían entre el caos para desplumarlos de su arte y su historia. Es una práctica común, cuando empieza la guerra, sale el arte. Como ejemplo, la policía española recuperó hace unas semanas un tesoro ucranio valorado en 60 millones de euros que un pope había robado de una iglesia en 2016, poco después de la batalla por la anexión de Crimea.
El profesor Walda Hafed fue fundamental para certificar el origen de estas obras. “¡Son únicas! Esta pieza no se podría encontrar en ningún otro lugar del mundo”, exclama señalando un busto funerario. El experto cree que el arte es un elemento fundamental para “preservar la identidad libia”. Y destaca: “Algo que es muy importante en este momento”. El territorio se encuentra en estos momentos dividido, en una zona gobernada por un Gobierno apoyado por la ONU y otra bajo el mando de un general.
El profesor Hafed es consciente de que devolver estas obras a países con tanta inestabilidad puede levantar suspicacias, pero, para él, existe un “consenso” en que las piezas deben estar en manos de sus legítimos dueños. “Existen muchos retos: la dificultad para localizar las obras, para establecer la propiedad con claridad, la seguridad y la financiación. Pero esperamos que este acto sea el que abra un camino para que los países recuperen lo que han perdido”, reflexiona Hafed. Para el director general de museos y arqueología de Libia, Mohamed Alfaloos, este acto significó una declaración de intenciones de su país a la hora de demostrar que quiere recuperar todo el arte perdido y poner “medidas para evitar que los traficantes saqueen los yacimientos”.
Cuando se celebre el juicio, para el que aún no hay fecha, se dará el primer paso para que exista una sentencia firme que permita que estas obras regresen a Libia, algo que ya ha sucedido con anterioridad. El propio Balzic participó en la repatriación de unas esculturas al museo de arte de Libia hace unos meses. Llevaban 30 años expuestas en el museo de arte metropolitano de Nueva York (Estados Unidos). Aquellas que se encuentran en los salones privados de millonarios que adquieren las obras son las más difíciles de recuperar. El patrimonio del país africano ya se vio muy dañado por la actividad de los saqueadores en los 80 y los 90.
Esta entrega en Madrid para su custodia provisional ha tenido tal relevancia simbólica para el país que reunió en el acto a una decena de embajadores de las naciones árabes en España. Emilio Ramírez es el abogado de la embajada libia y no duda en describir este acto como “histórico”. “Han sido recuperadas otras piezas de otros lugares, pero nunca un lote tan importante, tanto en cantidad como en relevancia”, afirma. Después de esta vendrán otras, ya que hay abiertas otras investigaciones en una docena de países del mundo, explica Belzic, para rastrear todo el patrimonio artístico saqueado. No todos los arqueólogos son Indiana Jones, pero a ninguno le gusta que el arte acabe en manos de los saqueadores. Prefieren que esté en un museo.