El ‘narco’ se hace fuerte en Estepona
Las bandas internacionales que operan en la Costa del Sol aumentan su presencia en la localidad malagueña en busca de playas más tranquilas para alijar
Llegó, disparó y huyó. La madrugada del pasado 5 de octubre un encapuchado irrumpió armado en un club nocturno de Estepona (Málaga, 74.493 habitantes) e hirió en el pie a uno de los clientes del establecimiento, desde el que escapó en un Volkswagen gris plata. La violenta escena no es casual en esta localidad malagueña, donde el crimen organizado se ha ido asentado en los últimos años. Lo...
Llegó, disparó y huyó. La madrugada del pasado 5 de octubre un encapuchado irrumpió armado en un club nocturno de Estepona (Málaga, 74.493 habitantes) e hirió en el pie a uno de los clientes del establecimiento, desde el que escapó en un Volkswagen gris plata. La violenta escena no es casual en esta localidad malagueña, donde el crimen organizado se ha ido asentado en los últimos años. Los episodios relacionados con narcotráfico se suceden, además, cada vez con más frecuencia. El hallazgo de un arsenal con más de 50 armas en un piso de la ciudad este verano es un ejemplo, como los habituales alijos en las playas. “La delincuencia se está trasladando, poco a poco, a Estepona desde Marbella”, subraya un agente policial. Otro destaca que la localidad marbellí, eso sí, sigue siendo “la capital” del narcotráfico de la Costa del Sol. Según el Ministerio del Interior, la criminalidad creció un 6,5% en Estepona entre 2019 y 2022.
Las organizaciones criminales han encontrado en Estepona un refugio para operar con sus mercancías ilegales, mano de obra de la que tirar para los alijos y escondites para los fardos, huyendo de la mayor presión policial en Campo de Gibraltar. La inversión en ladrillo por parte de empresas pantallas de mafias internacionales es una amenaza constante. Algunos narcotraficantes han mudado también sus residencias a la localidad. Es lo que hicieron algunos de los miembros de la banda criminal formada por británicos que intentaron asesinar a tres irlandeses en el lago de las tortugas —en suelo marbellí— en septiembre de 2022 y que fueron detenidos a principios de este año por la Policía Nacional.
“El narcotráfico se mueve ya indistintamente de un lado a otro”, explica uno de los policías que lucha contra el crimen organizado en la Costa del Sol. Otro agente destaca, por ejemplo, que buena parte de los alijos de hachís que llegan hasta la provincia malagueña lo hacen en playas del término municipal de Estepona. La elección se debe, según fuentes especializadas, a que esta es una costa más tranquila, con menos turismo y presenta zonas más aisladas donde realizar las operaciones lejos de miradas ajenas. Hay vecinos, como los del entorno de Guadalmina, que avisan a Policía Local, Policía Nacional o Guardia Civil cansados del movimiento nocturno cerca de sus casas. Sus llamadas se repiten cada vez más. “Los residentes están muy preocupados y hartos”, sostiene un agente policial de Estepona. Lo confirman desde la Asociación de pesca deportiva ‘La Rada’, con un centenar de socios. Denuncian que los narcos roban sus embarcaciones para llevar gasolina a las narcolanchas en alta mar. “Algunas aparecen luego en Málaga o Algeciras, otra llevaba migrantes a bordo. Se las llevan y hacen lo que quieren con ellas”, denuncian fuentes de la entidad, que subrayan que hay días en los que ven las bandas operar a plena luz del día junto a sus barcas. “Algún día ocurrirá una desgracia”, advierten.
“En Estepona se han interceptado más alijos últimamente porque esa costa es algo más inhóspita”, apunta Carlos Tejada, fiscal antidroga de Marbella, que señala que la ciudad marbellí “suena más porque es un lugar mucho más mediático, pero no se diferencia apenas a nivel operativo con Estepona”. Como ejemplo, Tejada recuerda uno de los casos más importantes de los últimos años, el del llamado clan de ‘Los Suecos’. Fueron juzgados esta pasada primavera por dos asesinatos: uno de ellos cometido en Marbella y otro en Estepona. “Al final les da igual, para ellos es todo lo mismo”, apunta Tejada, que destaca la “gran labor policial” y, también, la dificultad de acabar con la gran presencia del narcotráfico en la Costa del Sol desde hace décadas.
En este litoral tiene su base el Grupo de Respuesta Especial para el Crimen Organizado (GRECO), así como los miembros de la Unidad de Droga y Crimen Organizado, ambos de Policía Nacional. También trabaja el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil. Todos luchan contra bandas internacionales dedicadas al tráfico de hachís y marihuana, aunque cada vez más también a la cocaína, como muestran los 700 kilos encontrados en el salón, junto al sofá, en un piso en 2019. Suelen ir armados. “En el narcotráfico es el día a día”, afirma un investigador especializado, que destaca que pistolas y revólveres se han vuelto cada vez más habituales en los registros. La operación Rambo lo confirmó: este verano se anunció el hallazgo, en un piso de Estepona deshabitado desde noviembre de 2021, de medio centenar de armas, entre ellas ocho subfusiles y 12 escopetas, además de 15 silenciadores, 30 pasamontañas y dos balizas. Su destino, el crimen organizado, no es ningún secreto. Hay más episodios, como el de las dos personas que resultaron heridas después de que los embistiera un coche lleno de fardos durante una persecución policial en septiembre de 2020. O cuando, un mes más tarde, un grupo de narcos intentaron el secuestro de un miembro de una banda rival y, al no conseguirlo, le dispararon en una pierna y un brazo, a modo de aviso.
Falta de recursos
La mayor presencia del narco choca con la raquítica Policía Local de Estepona. No es su función principal, pero se enfrentan a una delincuencia organizada importante. “Nos tenemos que coordinar con Guardia Civil o Policía Nacional casi de forma alegal porque nosotros apenas podemos hacer nada: somos muy pocos”, explican fuentes de este cuerpo de seguridad, que señalan cómo este verano hubo varios incidentes entre bandas rivales, como cuando un grupo quemó la puerta de una vivienda de lujo. “Creemos que fue un aviso a sus rivales”, dicen desde la policía esteponera, cuyos representantes en el Sindicato Profesional de Policías Municipales de España llevan meses quejándose de los amplios turnos que deben cumplir, la falta de medios, la escasez de agentes en la calle. “Más de un viernes ha habido solo una patrulla para todo el término municipal, con casi 80.000 vecinos y urbanizaciones por todas partes”, explican fuentes de este cuerpo. La escasez de personal y el aumento del narcotráfico también son ya parte del debate político local, como muestran las preguntas realizadas sobre el tema por la portavoz de la oposición, la socialista Emma Molina. La mayoría, sin respuesta.
Los agentes denuncian que a veces se enfrentan a episodios relacionados con narcotráfico en clara minoría o que la delincuencia doméstica también les supera. Ponen como ejemplo al hombre arrestado hace unos días por intentar quemar a su pareja y su hija o la pelea en el puerto de la ciudad el pasado 22 de octubre entre dos personas que acabó con una de ellas trasladada al hospital Costa del Sol con siete heridas por arma blanca. “Solo pudieron acudir cuatro policías. Es un peligro”, denuncian las mismas fuentes. El Ayuntamiento de Estepona ha rehusado responder las preguntas formuladas por este diario acerca del aumento del crimen organizado y de las carencias de la Policía Local.