Feijóo, en busca de un relato
El PP admite el peso electoral en la decisión de ir a la investidura, mientras algunos sectores cuestionan una apuesta destinada al fracaso
“Ahora tenemos el foco del país”, afirman en el equipo de Alberto Núñez Feijóo. Los colaboradores del líder del PP no ocultan parte de los motivos que les han decidido a afrontar una investidura a sabiendas de que será fallida, con un largo preludio de un mes: utilizar la ocasión como una gran plataforma electoral por si acaso se repiten los comicios. Feijóo busca protagonismo y apuntalar el relato de que ganó las elecciones, que los populares creen que la izquierd...
“Ahora tenemos el foco del país”, afirman en el equipo de Alberto Núñez Feijóo. Los colaboradores del líder del PP no ocultan parte de los motivos que les han decidido a afrontar una investidura a sabiendas de que será fallida, con un largo preludio de un mes: utilizar la ocasión como una gran plataforma electoral por si acaso se repiten los comicios. Feijóo busca protagonismo y apuntalar el relato de que ganó las elecciones, que los populares creen que la izquierda intenta frustrar.
En Génova rechazan que la investidura se pueda convertir en un problema por la gestión de expectativas, al alentar la improbable hipótesis de que Feijóo gobierne, un asunto que sí preocupa en algunos sectores del PP. “El PSOE también se equivoca con las expectativas”, argumentan en el cuartel general popular. “Ellos alimentaron la idea de que Feijóo no era un candidato posible. El Rey les ha dicho que sí lo es. Y ahora Sánchez va a tener que escuchar el discurso de investidura de Feijóo, sentado ahí delante. Eso es una cura de humildad para él. Además, el PP cerrará todas las intervenciones durante el debate. El país nos va a escuchar”.
Los populares admiten que la posibilidad de que la investidura salga adelante es remota, pero reivindican su derecho a intentarlo. “Ya sabemos que la izquierda está en el discurso de ‘rendíos, no tenéis nada que hacer’. Pero hoy tenemos en el Congreso más síes que el PSOE, 172 frente a 152. Por eso hemos recibido el encargo del Rey. Para que la investidura prospere hay tres vías: la abstención de Junts, la reconsideración del PNV o que alguien haga un movimiento inesperado. Somos realistas, el PNV ha dicho que no, pero no sabemos lo que va a pasar dentro de 35 días”, admiten en el entorno de Feijóo.
La estrategia, una vez la vía del partido vasco y de Junts queden cegadas casi de inmediato, será trasladar la presión al PSOE. “El PNV no se puede mover porque el PP no puede complementar el Gobierno vasco, a diferencia del PSOE”, analiza un presidente autonómico del PP. “Pero es importante demostrar que somos capaces de dialogar, y la presión se va a poner sobre el PSOE. A Sánchez esto le va a poner en un aprieto”, considera este barón. “Sánchez quiere que parezca que los 11 millones de votos que sacó la alternativa no han existido y que tampoco ganó el PP. Pero como no sabemos si va a haber de nuevo elecciones, ese movimiento de la investidura, aunque sea fallida, es fundamental para dar la vuelta a ese relato. A Feijóo no le va a desgastar, por lo menos la gente habrá visto que ganó las elecciones. El relato cambia. A quien le va a pasar factura es a Vox, y como haya elecciones en Murcia, va a sufrir”. Este presidente autonómico aboga por presionar a Sánchez instándole a una reunión con Feijóo.
Pero 35 días hasta la investidura son muchos días, y algunos en el PP se preguntan por qué se ha optado por un plazo tan largo cuando no se tienen apoyos. El reto es llenar de contenido político todo septiembre. El PP ha regalado más tiempo a Sánchez para negociar su mayoría alternativa. El líder del PSOE tiene tres meses, hasta el 27 de noviembre, fecha en la que se convocarían de forma automática las elecciones si nadie logra ahormar una mayoría.
En Génova explican que debieron elegir ante una disyuntiva: o un plazo demasiado corto, de cinco días, o demasiado largo, ya que era necesario saltar todo septiembre para que la hipotética repetición electoral no cayera en Navidad. “No habríamos elegido 30 días, pero tampoco cinco. Si la investidura se hubiera celebrado esta semana que viene, se habría reducido a liquidarlo en tres días laborables y no habríamos conseguido nada. En 35 días, en cambio, no lo sabemos”.
Algunas voces en el PP advierten de los riesgos de esta estrategia. “Un mes para constatar si te apoyan o no es una locura, se nos puede hacer muy largo. Y como el PSOE llegue a un acuerdo con Junts mientras tanto, estamos jodidos. Ese es el riesgo. Si Sánchez es listo, se pone ya a negociar”, alerta un dirigente veterano. “Yo habría ido a una investidura corta, con esta opción das más tiempo a Sánchez. Ellos han visto la posible jugada y Armengol [Francina, presidenta del Congreso] ha aceptado muy rápido las fechas que le propusimos”.
Dudas ante la estrategia
Aunque el partido, en general, comparte la decisión de Feijóo —“hay que evitar la decepción de los votantes, diciéndoles que ha hecho todo lo que tenía que hacer”— algunos dudan de que la estrategia esté bien aterrizada. “Hay que saber gestionar la frustración cuando no se logre la investidura. Estás jugando una partida que sabes que va a fracasar. Lo que habría que decir es que no tenemos los apoyos. Porque luego el tiempo te pone en tu sitio”, reflexiona un dirigente integrado en una corriente que ya lleva tiempo cuestionando que Feijóo insista en que puede salir investido.
Ese sector pedía ya hace días que la cúpula dejara de alimentar la “ficción”. Consciente o no de esas voces, la dirección ha rebajado las expectativas y, tras el encargo del Rey, admite que es “muy difícil” que la investidura prospere, aunque se mueve en la contradicción de tener que alentar alguna posibilidad para mantener el interés sobre el debate.
Algunos sectores anticipan que si la investidura fracasa, como todo parece indicar, Feijóo “va a tener que hacer cambios en el equipo para dar un nuevo impulso al partido”. Muchos interpretan que por eso no ha nombrado todavía a los portavoces en el Congreso y el Senado, porque prepara una remodelación interna para después de la probable derrota.