En Fuentecantos todos son el alcalde

Un centenar de pueblos pequeños se rigen en España por concejos abiertos, una fórmula asamblearia que fomenta la implicación de los vecinos en el día a día

El alcade del pueblo soriano de Fuentecantos, Juan Carlos García (con camiseta de colores), junto a varios vecinos. Desde la izquierda, Daniela Vasa, María Bravo, Mariví Martínez, Blas Ortega y Eva García.Claudio Álvarez
Fuentecantos (Soria) -

La política de Fuentecantos (Soria) enciende al mismo tiempo a la acérrima comunista María Bravo y a su marido, orgulloso poseedor de un cuadro de Franco. Las ideologías opuestas se atenúan al debatir sobre el bien del pueblo, los asuntos del día a día, pues la voz de los 69 censados se escucha en las asambleas que rigen el Ayuntamiento. El alcalde, Juan Carlos García (Unidas Podemos), de 24 años, llegó al mando en 2019 proponiendo un modelo asambleario que ha sido reconocido oficialmente por la Junta de Castilla y León hace solo...

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La política de Fuentecantos (Soria) enciende al mismo tiempo a la acérrima comunista María Bravo y a su marido, orgulloso poseedor de un cuadro de Franco. Las ideologías opuestas se atenúan al debatir sobre el bien del pueblo, los asuntos del día a día, pues la voz de los 69 censados se escucha en las asambleas que rigen el Ayuntamiento. El alcalde, Juan Carlos García (Unidas Podemos), de 24 años, llegó al mando en 2019 proponiendo un modelo asambleario que ha sido reconocido oficialmente por la Junta de Castilla y León hace solo unas semanas: el Consistorio funcionará bajo concejo abierto, una fórmula presente ya en 108 pequeños pueblos españoles y que implica que las decisiones se votan en parlamento popular. García lleva operando así toda la legislatura —aunque formalmente era el pleno municipal el que ratificaba las medidas aprobadas por asamblea— y con una participación allende lo “político”: la gente se implica por Fuentecantos, dice. Una comunidad que se refleja en un mural de la localidad: “Somos iguales”.

Las reuniones de la asamblea popular se celebran los domingos previos a los plenos de los lunes. La vida familiar y laboral impiden que entre semana haya presencia suficiente en Fuentecantos. De ahí que, ante la presencia de periodistas un martes, García, más conocido como Juáncar, convoque de urgencia a algunos lugareños dispuestos a explicar el modelo. Un local del Ayuntamiento, usado como bar autogestionado durante los festejos, sirve como foro donde Daniela Vasa, Eva García, María Bravo, Mariví Martínez y Blas Ortega, de entre 48 y 65 años, explican el peso que en este municipio tienen sus opiniones. “¡Somos como Fuenteovejuna! Tenemos diferencias, pero participamos por la actividad del pueblo”, resume Bravo. A cada asamblea suelen asistir unos 20 o 25 vecinos, y otros muchos votan de forma delegada, según el alcalde. En esos encuentros se decide también, específicamente, en qué invertir el discreto presupuesto de Fuentecantos: 110.000 euros anuales.

Los presentes recitan atribuciones repartidas en cada momento según disponibilidad y ánimo: uno corta el césped de la iglesia románica, otra la abre al cura, otra atiende al bibliobús… y en conjunto preparan talleres de yoga, nutren la biblioteca local u organizan sesiones de restauración. En estas brilla la rumana Daniela, fenomenalmente acogida: “Nada más llegar se me presentó la Mariví y ahora somos íntimas”, dice. Mariví sonríe. “¡Mis compañeras me piden que no hable más de mi pueblo, que les doy envidia!”, pregona, feliz del asociacionismo en un lugar tan pequeño. Blas Ortega valora que gracias a este método ha aprendido a escuchar opiniones distintas y hasta cambiar su parecer en cuestiones donde partía con una idea preconcebida.

Iglesia románica de Fuentecantos, donde los vecinos abren al sacerdote con la llave que ellos poseen.Claudio Álvarez

La fórmula del concejo abierto —reservada por ley a municipios de menos de 100 habitantes— aumenta la implicación de los vecinos en la política local, según la doctora en Derecho Administrativo y letrada del Tribunal Constitucional Anabel Casares. Hasta 108 pueblos muy pequeños —la gran mayoría, en Aragón— se administran así en España, según datos del Ministerio de Política Territorial. La jurista recalca que “sirve para promover la eficiencia al tomar decisiones”. El asamblearismo evita “paracaidistas” colocados por los partidos y provoca “sentido de pertenencia”, que dé “menos miedo” participar, al tiempo que agiliza las actuaciones al reducir la burocracia, sostiene. Casares matiza, en todo caso, que estos municipios están sujetos a las normativas comunes para cualquier entidad, como las presupuestarias o financieras.

La Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local, de 1985, recogió las cláusulas del sistema. Funcionan como concejo abierto “los municipios que tradicional y voluntariamente cuenten con ese singular régimen de gobierno y administración” o “aquellos que por su localización geográfica, la mejor gestión de los intereses municipales u otras circunstancias lo hagan aconsejable”. Los ayuntamientos que quieran funcionar así deberán tener mayoría de dos tercios para impulsarlo y que, tras un informe favorable de la Diputación, la comunidad autónoma lo ratifique. Una vez oficializado, deberán esperar a las siguientes elecciones para elegir a su alcalde y a un sustituto.

Entre los 108 concejos abiertos de España se encuentra también la localidad soriana de Arenillas (46 empadronados), aunque su alcalde, Alberto López (PSOE), no conocía exactamente el estatus del lugar cuando llegó al cargo: “Me dijeron en la Junta que estábamos en el limbo, lo solicitamos en regla tras las elecciones de 2019″. El regidor, de 43 años, lleva cuatro así, y avisa: suena bien, pero manejar los conflictos puede resultar complicado. López valora la implicación de los vecinos, “aunque siempre hay quien protesta”.

Las asambleas en Arenillas, trimestrales, pueden eternizarse si algún participante no atiende. Él casi lloró en una ocasión cuando, tras exponer un asunto durante 40 minutos, un hombre le espetó, aludiendo al mismo tema: “¿Y de esto no vamos a hablar?”. Aun así, defiende el sistema para erradicar “caciques”. El ágora aborda las cuestiones clave, salvo las que “explotan” y que López acomete personalmente. La idea de hacer una pista polideportiva, por ejemplo, no prosperó; tampoco poner WiFi público, porque “la gente que lo necesita paga su satélite”. La tradición, cuenta, ha cambiado: donde antes solo votaban hombres entre botas de vino, ahora hablan todos y organizan un picoteo tras debatir si asfaltar calles, renovar tuberías o poner filtros para el agua.

Las miradas de Fuentecantos recaen en Juáncar. El alcalde, vestido con una llamativa camiseta fluorescente y tenedores enlazados como pulsera, explica que él, al llegar al cargo, prometió abrir la democracia. “Hay cosas que haría por mi ideología, pero represento a todos, no solo a mí o al que me vota. Ha aumentado la participación colectiva”, reflexiona el soriano, admitiendo entre risas que alguna reunión acarrea protestas o posiciones enfrentadas no tan fáciles de apaciguar. Su sello se nota más en su despacho, con una foto enmarcada del exlíder comunista Julio Anguita sobre el lema “Levántate y piensa”. “Las instituciones tratan a la gente como a niños. Aquí entendemos las cosas y remamos por el pueblo”, añade García. Dentro de unos meses se discutirá en Fuentecantos cómo adornar las calles por Navidad.

Neumáticos decorados por los vecinos y reciclados como jardineras en Fuentecantos.Claudio Álvarez

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