España busca su espacio en África

El Gobierno acelera sus visitas y contactos en el continente ante la presidencia del Consejo Europeo que asumirá en julio

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, el pasado 11 de enero en un aldea de Niamey (Níger) en la que la AECID mantiene un proyecto para contribuir a la seguridad alimentaria.David Zorrakino (Europa Press)

España busca con paso rápido cómo posicionarse en África. El continente, escenario en el que los grandes actores mundiales —Rusia, China, Estados Unidos o Francia— compiten por poder y recursos, es una región clave para Europa, y España quiere más presencia en él. En los últimos tiempos esta estrategia se ha acelerado y el Ejecutivo quiere ahora aprovechar la presidencia rotatoria de España en el Consejo de la Unión Europea, que comienza en jul...

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España busca con paso rápido cómo posicionarse en África. El continente, escenario en el que los grandes actores mundiales —Rusia, China, Estados Unidos o Francia— compiten por poder y recursos, es una región clave para Europa, y España quiere más presencia en él. En los últimos tiempos esta estrategia se ha acelerado y el Ejecutivo quiere ahora aprovechar la presidencia rotatoria de España en el Consejo de la Unión Europea, que comienza en julio, para estrechar las relaciones con los vecinos africanos, especialmente del África Occidental. “No podemos gestionar fenómenos globales como la desigualdad o el cambio climático sin África”, declaró la semana pasada a EL PAÍS el ministro de Asuntos Exteriores José Manuel Albares, durante una gira relámpago por Níger, Nigeria y Guinea Bissau. “En la presidencia de la UE vamos a mirar hacia el Mediterráneo y más allá, a toda África”, añadió.

Los viajes internacionales de Albares son conocidos por ser frenéticos, con apenas tiempo para comer, pero este último batió varias marcas. Tres países, cuatro vuelos, 10.000 kilómetros recorridos, visitas a una aldea y un cuartel en Niamey, un hospital en Bissau, negociaciones en Abuja para promover inversiones españolas en el sector energético, encuentros en varios ministerios y palacios presidenciales, cenas, reuniones, firma de acuerdos de colaboración… Todo en solo 46 horas. La gira exprés abarcó en el menor tiempo posible los ámbitos en los que España quiere reforzar su presencia: la seguridad, amenazada por el terrorismo, la lucha contra la inmigración irregular, el suministro energético, la crisis alimentaria y la cooperación.

Habrá, casi con seguridad, más giras africanas con los mismos objetivos. Una fuente diplomática lo explica así: “Cuando desarrollas una acción diplomática de nuevo cuño tienes que poner a trabajar al sector privado, tienes que disponer de recursos financieros para la cooperación, tienes que poner visión, pero sobre todo tienes que tener presencia y mucha constancia porque hay países que llevan ahí muchísimos más años. Esto podemos usarlo en nuestro beneficio: el pasado colonial de algunos países hace ciertas cosas más fáciles, pero en otras, nosotros tenemos la oportunidad de empezar de cero”.

Históricamente, las prioridades de la diplomacia española no estaban en esa zona sino en Europa, América Latina y el Magreb. La política exterior española en el África subsahariana es relativamente joven y ha estado siempre muy condicionada por la inmigración irregular. Fue a raíz de la crisis de los cayucos, en 2005, cuando España desplegó embajadas y recursos para colaboración policial para frenar los flujos migratorios, aunque dejaba de lado otros muchos otros ámbitos de colaboración. Casi dos décadas después, el Gobierno de Pedro Sánchez apuesta por una estrategia para África que, al menos en el papel, trascienda las medidas de gestión migratoria.

El plan español se concretaba en 2021 con las acciones del III Plan África y, desde entonces, los gestos para revitalizar las relaciones se han ido multiplicando. De la visita de Albares a Guinea Bissau, por ejemplo, salió la decisión de organizar una cumbre con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) en Madrid antes del verano. También se anunció que los recursos españoles para la cooperación en el Sahel pasarán este años de cuatro a 10 millones de euros y se prometió triplicar las ayudas españolas a Níger hasta como mínimo los 60 millones de euros para el periodo 2023-2027. ¿Por qué ahora? “Por razones tan dispares, pero tan comunes al continente como que la agresión de Rusia a Ucrania se ha dejado notar en una mayor tensión sobre la seguridad alimentaria o cómo la emergencia climática se acentúa cada vez más año a año”, razonan fuentes de Exteriores.

El margen de actuación de España en África desde la presidencia del Consejo, que abarca el segundo semestre de este año, es limitado, pero ofrece un marco institucional que puede aprovecharse para posicionarse ante los interlocutores africanos y mostrar que tiene un tejido empresarial que puede invertir en sus países. Entre los planes de Exteriores para este mandato se estudia la celebración de un encuentro de alto nivel para incentivar inversiones en el continente. “Queremos centrarnos en promover inversiones que generen empleo”, afirma una fuente del ministerio. “Hay que crear las condiciones adecuadas en los países de origen para que su población pueda tener un trabajo y un futuro, hay que abordar las causas raíz de la inmigración”, añade. España busca también que las empresas españolas encuentren en el África Subsahariana oportunidades de inversión en sectores estratégicos como la transición energética. “África es el continente del futuro y España quiere participar de su desarrollo”, mantiene el ministro Albares.

Terrorismo en avance

La región, en cualquier caso, vive un momento crítico en el que el terrorismo avanza por el Sahel, se expande hacia el Golfo de Guinea, mientras se multiplican los golpes de Estado y crece la hostilidad hacia Occidente. En el ámbito de la seguridad, Rusia ha desplazado a la UE al entrar con sus tropas y milicianos en Malí, la República Centroafricana y Burkina Faso. Mientras que China lo ha hecho como socio comercial prioritario. En este sentido, la intervención en África no deja de ser controvertida. Gonzalo Sánchez-Terán, director adjunto de programas humanitarios de la universidad de Fordham de Nueva York, es muy crítico con las estrategias europeas en el continente, más enfocadas en la militarización que en el desarrollo: “Europa hace cosas valiosas a nivel de desarrollo, pero se ha estado apoyando económicamente a gobiernos no democráticos como vía para impedir los flujos migratorios. ¿Cómo se explica que la ayuda militar masiva de la UE a los países del Sahel desemboque sistemáticamente en golpes de Estado?”, se pregunta.

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