Malestar en el Gobierno y el PSOE con Montero por acusar al PP de promover la cultura de la violación

Los socialistas admiten el desgaste por las rebajas de penas tras el ‘solo sí es sí’, pero de momento no se abren a retocar la ley, cambio que rechaza de plano Podemos

Cuca Gamarra (a la derecha, de pie), portavoz del PP, se dirige a Irene Montero (abajo) después de su acusación al PP de promover la cultura de la violación. Foto: ÁLVARO GARCÍA | Vídeo: EPV

Hasta ahora las críticas a Irene Montero y otros dirigentes de Podemos que llevan semanas subiendo cada vez más el tono eran en privado, pero el PSOE ha decidido dar el salto y ha apostado por reprobar a la ministra de Igualdad también en público. El debate de Montero en el Congreso el miércoles, en el que acusó al PP de “promover la cultura de la violación” por las ...

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Hasta ahora las críticas a Irene Montero y otros dirigentes de Podemos que llevan semanas subiendo cada vez más el tono eran en privado, pero el PSOE ha decidido dar el salto y ha apostado por reprobar a la ministra de Igualdad también en público. El debate de Montero en el Congreso el miércoles, en el que acusó al PP de “promover la cultura de la violación” por las campañas de Galicia y Madrid, muy criticadas por poner la responsabilidad para evitar agresiones sexuales en la víctima, ha provocado un profundo malestar en el PSOE y en el sector socialista del Gobierno. Muchos ministros no lo disimulaban en los pasillos cuando terminó el cruce, que desató la indignación del PP y una evidente incomodidad en la bancada socialista, que no aplaudió a Montero, como tampoco lo hicieron los ministros del PSOE. Las imágenes muestran a la responsable de Ciencia, la socialista Diana Morant, sentada al lado de Montero con una evidente expresión incómoda. El portavoz del PSOE, Patxi López, le puso palabras en público a ese malestar, que en privado era más que evidente. “No me han parecido las mejores palabras después de todo lo que hemos vivido en este Congreso, en esta comunidad, y precisamente ella, que ha sufrido esa agresividad verbal, no debiera jugar con esto”.

Andrea Fernández, responsable de Igualdad del PSOE e interlocutora de Montero en asuntos clave como la ley trans, que está generando una fuerte tensión entre los dos sectores de la coalición, también apuntó otra crítica, aunque sin citar expresamente a la ministra: “El Congreso es, o debería ser, la casa de la palabra. Lo primero que sobra es el hostigamiento, pero también las expresiones gruesas, las algaradas y el espectáculo. España merece mucho más que eso. Suerte que tenemos el raciocinio de Meritxell Batet”. La presidenta del Congreso intentó que Montero rectificara sus palabras, pero ella se reafirmó en la acusación al PP. En el PSOE también molesta que el enfrentamiento esta vez no sea con Vox, que reniega de los consensos sobre violencia de género, sino con el PP, un partido que los socialistas y la propia Montero se han esforzado —con éxito— para mantener dentro del pacto de Estado contra la violencia de género.

El entorno de la ministra de Igualdad ha explicado después que el concepto de “cultura de la violación” se usa en el feminismo desde los años setenta, y no implica que se esté acusando a todo el PP de apoyar a los violadores, como pareció entender la bancada popular, que saltó de forma automática y se removía en sus escaños. “Soy padre de familia, como muchos de mis compañeros, no tengo por qué aguantar esto, ha roto todos los códigos”, comentaba un diputado popular a la salida.

Pero lo que más molesta a los socialistas es que la ministra no intentó hacer esa explicación histórica del concepto “cultura de la violación” cuando comprobó la indignación del PP. Solo mantuvo la acusación y evitó buscar una salida para rebajar la tensión en el hemiciclo. Precisamente ella, que acababa de sufrir un ataque machista con referencias sexuales la semana pasada por parte de una diputada de Vox, Carla Toscano, que le dijo que “solo ha estudiado en profundidad a Pablo Iglesias” debería haber sido sensible para rebajar el ambiente en el Parlamento, sostienen varios miembros del Gobierno y diputados del PSOE consultados.

No se trata de un hecho aislado. Todo el debate sobre la ley del solo sí es sí y la manera en el que lo está enfrentando Montero preocupa mucho en el Gobierno y el PSOE. Algunos dirigentes consultados admiten que el desgaste por el goteo de las rebajas de sentencias a agresores sexuales, en el que ya ha entrado también en Tribunal Supremo, está siendo mucho mayor del esperado. Pedro Sánchez y su equipo intervinieron hace dos semanas y hablaron con Montero para que abandonara la estrategia de acusar de machistas a todos los jueces que rebajaban penas, algo que hizo que incluso la progresista Jueces por la Democracia criticara a la ministra. Desde Bali, Sánchez defendió a la ley y protegió la coalición, pero después de moverse para lograr que Montero no atacara más a los jueces.

Polémica delicada

Este nuevo episodio, ahora con un choque con todo el PP, ha reavivado el malestar del PSOE con la ministra y su estrategia agresiva frente a una polémica delicada. Los socialistas de momento siguen en la idea de que hay que esperar a ver qué hacen los jueces y no tocar la ley. El martes, el bloque de la investidura votó en contra de hacerlo, como pedía el PP. Pero si sigue el goteo de rebajas de penas y excarcelaciones, y sobre todo si el Supremo consolida esa tendencia de varias audiencias provinciales, el PSOE se podría replantear esta decisión inicial de no tocar la ley. Montero sigue firme en la idea de que la norma está bien y de que quienes se equivocan son los jueces al interpretarla, pero este debate interno aún no está cerrado del todo, a la espera de la evolución de las decisiones judiciales.

Las tensiones en el seno de la coalición van en aumento, entre otras cosas porque en La Moncloa han tomado una decisión clara después de aprobar los Presupuestos: todas las normas polémicas ley trans, ley de protección animal, sedición— tienen que estar antes de final de año, para arrancar 2023, el decisivo año electoral, con el máximo número de incendios apagados. Pero el mensaje que han lanzado los socialistas a Unidas Podemos es evidente: nuestros límites están claros, sobre todo en ley trans —la enmienda sobre la protección judicial de los menores de 14 a 16 años— y en protección animal —una enmienda que plantea un tratamiento diferente para los animales de caza— y si los socios quieren que haya ley, tendrán que aceptarlas, o esas normas polémicas corren el riesgo de quedarse en un cajón.

Entre los socialistas, preocupa que Podemos, dentro de la tensión evidente que mantiene con Yolanda Díaz y otros grupos de la coalición Unidas Podemos, esté aumentando cada día la presión también dentro del Gobierno para diferenciarse. Y tal vez para reforzar el papel de la misma Irene Montero, por si finalmente no hay acuerdo interno y se acaba presentando con una candidatura propia. Lo que nadie ve probable, ni en el PSOE ni en Unidas Podemos, es que esta tensión acabe en una ruptura o una salida del Gobierno de los ministros de Podemos. Nadie plantea ese escenario de forma realista ni en público ni en privado, porque nadie le ve beneficios de ningún tipo. De hecho, Sánchez, según su entorno, reivindica toda la gestión realizada en estos años por la coalición y tiene la firme intención de protegerla hasta el final y presentarse a las próximas elecciones con el mensaje de que él está dispuesto a repetirla.

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