Los independentistas desafían la prohibición de hablar lenguas cooficiales en el Congreso
Varios diputados fuerzan que les retiren la palabra para exigir que se permita hablar en la Cámara en todos los idiomas de España
Nunca las diversas lenguas de España habían resonado tanto como este martes entre las paredes del salón de plenos del Congreso. Se habló en catalán, en gallego, en euskera, en aragonés y en asturiano. Suponía un desafío, encabezado por los grupos nacionalistas, a la norma de la Cámara que solo permite el uso del castellano. Y el lío estaba garantizado, como así lo querían provocar sus promotores para reforzar su reivindicación...
Nunca las diversas lenguas de España habían resonado tanto como este martes entre las paredes del salón de plenos del Congreso. Se habló en catalán, en gallego, en euskera, en aragonés y en asturiano. Suponía un desafío, encabezado por los grupos nacionalistas, a la norma de la Cámara que solo permite el uso del castellano. Y el lío estaba garantizado, como así lo querían provocar sus promotores para reforzar su reivindicación de que todos los idiomas de las comunidades autónomas se puedan hablar en el Parlamento. Los más díscolos, como ERC y Junts, provocaron que se les retirase la palabra. PNV, EH Bildu y PDeCAT usaron el truco de irse traduciendo a sí mismos para evitar la intervención de la presidencia.
El empleo de las lenguas cooficiales solo está permitido en el Senado. En el Congreso, los grupos nacionalistas suelen intercalar párrafos en los idiomas de sus respectivos territorios, una práctica que la Presidencia permite siempre que no se prolongue más allá de algunas frases. Este miércoles, todos los grupos nacionalistas, además de En Comú Podem, llevaron a debate del pleno una propuesta de reforma del reglamento de la Cámara para incluir la posibilidad de que los diputados intervengan en cualquier lengua cooficial. La propuesta estaba destinada al fracaso por el rechazo del PSOE y la derecha, así que los más significados de sus promotores decidieron convertir el pleno en una forma de protesta, conscientes de que iban a chocar con la presidencia.
Abrió fuego Montse Bassa, de ERC, quien se arrancó en castellano para de inmediato pasarse al catalán. “Estamos hartos de que no podamos hablar en nuestra lengua”, protestó. En ausencia de la presidenta, Meritxell Batet, le tocó lidiar con la situación al vicepresidente primero, el también socialista Alfonso Gómez de Celis, quien se armó de paciencia. Con Bassa, y con los otros diputados que la emularon, Gómez de Celis trató de mostrarse comprensivo. “Puedo entender lo que hacen, pero las normas no lo permiten”, fue advirtiendo el presidente accidental. “Hablen en la lengua común para que les entendamos todos, también los andaluces como yo”, rogaba Gómez de Celis.
La diputada de ERC ignoró los requerimientos y, al tercer aviso, le retiraron la palabra. Bassa siguió hablando con el micrófono apagado y aún permaneció en la tribuna un par de minutos. Tras una breve conversación con el presidente, acabó marchándose a su escaño. Luego le siguió Míriam Nogueras, de Junts. Hablaba en catalán y lo cierto es que casi todo el mundo parecía entenderla. En un momento dado dijo: “Si aquí no cabe nuestra lengua, tampoco cabemos nosotros”. Y desde los escaños de Vox se oyó un grito: “¡Perfecto!”. Nogueras siguió el mismo camino que Bassa, al igual que Albert Botran, de la CUP, y el gallego del BNG Néstor Rego.
Otros esquivaron la prohibición con un subterfugio que mostró en primer lugar Ferran Bel, del PDeCAT. Su intervención tuvo cierto tono humorístico, como delataron las sonrisas del propio Gómez de Celis y hasta de acérrimos rivales políticos como José María Espejo, de Ciudadanos, que lo felicitó con sorna por su “performance”. Bel pronunciaba una frase en catalán y a continuación la traducía el castellano. “Esto que estoy haciendo se podría hacer simultáneamente con traductores a través de auriculares”, ilustró.
La misma fórmula eligieron Joseba Agirretxea, del PNV; Mertxe Aizpurua, de EH Bildu, y Joan Baldoví, de Compromís. Por el grupo de Unidas Podemos hablaron cuatro portavoces, entre ellos Pablo Echenique, que pronunció unas palabras en aragonés, y la asturiana Sofía Castañón, que intercaló frases en la lengua de su tierra y en gallego. El vasco Roberto Uriarte y el catalán Joan Mena emplearon únicamente el castellano. Este último fue el más crítico con la negativa del PSOE a aceptar la propuesta. “Es de sentido común que cada uno pueda hablar en su lengua. Si ustedes no lo tienen claro, entonces tienen un problema”, dijo Mena dirigiéndose a los socialistas.
Tampoco faltaron palabras en catalán en las intervenciones de Juan José Aizcorbe, de Vox, y del liberal Espejo. Los grupos de la derecha coincidieron en considerar una contradicción que se reivindique el uso del catalán en el Congreso mientras se restringe el castellano en los colegios de esa comunidad. Todos apelaron además al gasto que supondría el montaje de un equipo de traducción y defendieron “el derecho de cualquier español a comprender las intervenciones de sus diputados”. El popular Miguel Ángel Jerez acusó a los nacionalistas de pretender la “balcanización” del Congreso. Por el PSOE, el diputado gallego Guillermo Meijón se limitó a recordar que en el Senado, como Cámara territorial, es donde se permite el uso de las lenguas cooficiales y a poner de relieve la pérdida de hablantes que ha sufrido el idioma propio de Galicia en los años en que el ahora líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, presidió el Gobierno autónomo.
Tras el pleno, los grupos firmantes de la iniciativa leyeron un manifiesto en el que señalan que la situación de las lenguas cooficiales es “crítica” y denuncian una ofensiva del “supremacismo lingüístico español”. Según esas formaciones, el uso de los idiomas diferentes del castellano en el Senado es “anecdótico” e introducirlos en el Congreso supondría “un acto de justicia” y de reconocimiento de la diversidad lingüística y de la “realidad plurinacional”.