El Congreso rechaza declarar a Putin ‘persona non grata’ como pedía Vox

El PP se une a los ataques a la extrema derecha por sus antiguos vínculos con el régimen ruso

El portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, este martes durante el pleno del Congreso.Miguel Osés (EFE)

Hubo un tiempo no tan lejano en que el puño de hierro de Vladímir Putin despertaba simpatía en los dirigentes de Vox. Hoy no hay partido que compita con el de Santiago Abascal en su copiosa lista de descalificaciones al presidente ruso. “Ególatra”, “narcisista”, “sátrapa”, “traidor” ...

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Hubo un tiempo no tan lejano en que el puño de hierro de Vladímir Putin despertaba simpatía en los dirigentes de Vox. Hoy no hay partido que compita con el de Santiago Abascal en su copiosa lista de descalificaciones al presidente ruso. “Ególatra”, “narcisista”, “sátrapa”, “traidor” o “criminal” son algunos de los adjetivos que los diputados de la extrema derecha dedicaron este martes al invasor de Ucrania en la Comisión de Exteriores del Congreso. En su nuevo ardor contra Putin, Vox propuso que el Parlamento lo declarase persona non grata. Se quedó en el intento. La izquierda rechazó la propuesta por venir de donde venía y aunque el PP sí la apoyó, se unió a los reproches al partido de Abascal por sus pasados lazos con un régimen del que ahora abomina. Al final, el Congreso acabó aprobando una declaración de persona non grata al presidente ruso, aunque no en el texto de Vox, sino mediante una enmienda agregada a una propuesta de Ciudadanos.

Alberto Asarta, general de división en la reserva, curtido en misiones internacionales y ahora uno de los miembros de la nutrida bancada militar de Vox, pasó a la ofensiva desde el primer minuto en su defensa de la propuesta ante la comisión parlamentaria. Se arrancó condenando las aspiraciones “totalitarias, imperialistas, bárbaras y criminales” de Putin para extenderse luego en las atrocidades cometidas en los tres meses de invasión de Ucrania.

Nadie rebatió la retahíla de acusaciones de Asarta, aunque sí la credibilidad para lanzarlas desde un partido como Vox. Las formaciones del Gobierno le recordaron que un movimiento social con muchos lazos con el partido de Abascal, el grupo ultracatólico Hazte Oír, recibió en su momento financiación del régimen ruso, con el que comparte su defensa de la familia tradicional y su alergia al feminismo y el movimiento LGTBI. En otro recordatorio más coincidió no solo la izquierda, también el PP: la relación de Vox con dirigentes como el húngaro Viktor Orbán o la francesa Marine Le Pen, que en su tiempo también presumían de amistad con el Kremlin.

El popular Alberto Casero aludió a otro hecho más reciente, el voto del partido de extrema derecha contra la retirada de la llave de oro de Madrid a Putin. No sin ironía, Casero dijo alegrarse por el “cambio de rumbo” de los de Abascal respecto de su “tibieza y admiración” anteriores. Y tras mentar también a aliados internacionales de Vox como Orbán dejó un mensaje a la formación con la que su partido acaba de formar gobierno en Castilla y León. “Lo más importante es que seamos conscientes de que la manera de gobernar de Putin, que algunos toman como modelo, puede ser un problema para otros países”.

Los palos desde la izquierda fueron abundantes. El socialista Arnau Ramírez exigió a Vox “pedir perdón” antes de tomar este tipo de iniciativas. “Están escondiendo rápidamente sus fotos con los aliados del Kremlin”, apuntó Gerardo Pisarello, de Unidas Podemos, quien interpretó así el cambio de postura del partido de Abascal: “Ustedes tienen un problema severo porque deben elegir entre dos señores, Putin y Trump”. Siempre dispuestos al combate dialéctico, los diputados de Vox apenas entraron esta vez a la réplica, a pesar de que otras iniciativas sobre la guerra de Ucrania se debatieron más tarde en la misma comisión.

El apoyo de PP y Ciudadanos no bastó para que prosperase la iniciativa. Votaron en contra la izquierda y los nacionalistas, incluido Junts, la otra formación salpicada por sus pasados vínculos con Rusia y que no intervino en el debate.

La Comisión de Exteriores aprobó también una iniciativa del PP que pide, entre otras cosas, endurecer las sanciones a Rusia e incrementar el envío de material bélico a Ucrania. Aquí volvió a ponerse de manifiesto la falta de unanimidad del Gobierno sobre la cuestión: los socialistas apoyaron la mayoría de las propuestas populares, mientras Unidas Podemos votaba en contra o se abstenía. Por esta última formación, la diputada Lucía Muñoz cargó contra el “ardor guerrero” del PP, rechazó que España proponga unilateralmente más sanciones e insistió en que “todos los esfuerzos” deben centrarse en convencer a Putin de que desista de seguir adelante con su aventura bélica. “Pacifismo que no conduce a nada”, le replicó Casero.

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