Derogar, la palabra fetiche de la reforma laboral

El PSOE accede a recuperar un término que llevaba meses resistiéndose a emplear e incluso retiró de una resolución del Congreso de los Diputados

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez, en un acto el pasado 5 de octubre. Foto: EFE | Vídeo: EPV

El término “derogar” tiene una definición clara, escueta y precisa en el diccionario de la RAE: “Dejar sin efecto una norma vigente”. En el vocabulario del Gobierno de coalición, sin embargo, el verbo había adquirido las más hondas connotaciones políticas. Sobre su sentido estricto, no había discusión: la reforma laboral del PP no se puede “dejar sin efecto” de un día para otro. La misma Yolanda Díaz lo admitía en una entrevista con este periódico, solo dos semanas después de llegar al Ministerio de Trabajo: ...

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El término “derogar” tiene una definición clara, escueta y precisa en el diccionario de la RAE: “Dejar sin efecto una norma vigente”. En el vocabulario del Gobierno de coalición, sin embargo, el verbo había adquirido las más hondas connotaciones políticas. Sobre su sentido estricto, no había discusión: la reforma laboral del PP no se puede “dejar sin efecto” de un día para otro. La misma Yolanda Díaz lo admitía en una entrevista con este periódico, solo dos semanas después de llegar al Ministerio de Trabajo: “Técnicamente no es derogable toda la reforma laboral”. Si la disputa terminológica ha llegado tan lejos es porque “derogar” se convirtió en sinónimo de otra cosa: una reforma a fondo frente a una modificación parcial.

A vueltas con esa palabra, se ha sucedido más de un encontronazo entre bastidores de los socios de la coalición. Y alguno muy reciente. A finales de septiembre, Unidas Podemos llevó al Congreso una proposición no de ley —en la práctica, una simple declaración de la Cámara— que pedía “derogar la reforma del PP”. El PSOE rehusó apoyarla e incluso presentó una enmienda. La negociación fue dura hasta que UP concedió retirar la palabra fetiche, la misma que este martes sí figuraba en la declaración del Gobierno. Ese fue uno de los motivos principales para que los aliados parlamentarios por la izquierda —ERC, EH Bildu, Más País, Compromís y BNG— se descolgasen entonces de la resolución rebajada por los socialistas.

“Derogar la reforma laboral” fue un eslogan del PSOE en la oposición. Tras la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa, en sus meses de Gobierno en solitario, surgieron los primeros matices: al verbo se le añadía la coletilla de “los aspectos más lesivos” de la normativa del PP. En el pacto de coalición con Unidas Podemos, en diciembre de 2019, la palabra se recuperó sin acotaciones: “Derogaremos la reforma laboral”. Más contundente aún fue el vocabulario del documento —rectificado poco después— que los partidos del Ejecutivo suscribieron en mayo de 2020 con EH Bildu en contrapartida por el apoyo abertzale a una de las prórrogas del estado de alarma. Ahí se hablaba de “derogar de forma íntegra”.

Tras la polvareda levantada por aquel documento, la palabra mágica devino casi tabú. Cuando le tocaba hablar del asunto, Sánchez elegía otros verbos como “modernizar”. Trabajo, mientras, se agarraba al “derogar” para dar a entender que en ningún caso sancionaría una reforma light.

El líder socialista pareció dar un giro en el último congreso de su partido al anunciar lo que todo el mundo interpretó como una “derogación” de la reforma laboral. Él, en realidad, tampoco usó el término. Habló de “poner punto y final”. Ni mucho menos recurrió a él el pasado domingo en Roma, en la cumbre del G-20, cuando levantó todas las suspicacias en Unidas Podemos al pedir que el problema no se enfocase solo en “algunas cosas que se hicieron mal” por el PP. “Derogar” era la palabra que Yolanda Díaz quería. Falta por ver cuál será su alcance en la semántica del Gobierno.

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