Razones para salir de Marruecos en desbandada hacia Ceuta
El éxodo de 10.000 personas a la ciudad autónoma en apenas dos días plantea cuestiones sobre la falta de horizontes en el país y el autoritarismo del régimen
Ahora que parece sofocado el grito de Aschraf —aquel chaval de 16 años que flotaba con botellas de plástico en Ceuta implorando a los soldados españoles: “¡Traten de entendernos, por Dios!”—, convendría preguntarse qué llevó a tanta gente a precipitarse sobre Ceuta como una tabla de salvación. La his...
Ahora que parece sofocado el grito de Aschraf —aquel chaval de 16 años que flotaba con botellas de plástico en Ceuta implorando a los soldados españoles: “¡Traten de entendernos, por Dios!”—, convendría preguntarse qué llevó a tanta gente a precipitarse sobre Ceuta como una tabla de salvación. La historia de Aschraf era una más entre las de en torno a 8.000 adultos y 2.000 menores no acompañados que entraron en Ceuta la semana del 17 de mayo, ante la mirada impasible de los policías marroquíes. ¿Qué razones tenía cada una de esas personas para emigrar sin papeles, con lo puesto?
Aschraf cuenta su odisea para llegar a Ceuta en un flotador de botellas
Cuando este diario planteó la cuestión a varias fuentes, la mayoría eludió contestar o solicitó el anonimato. Fuad Abdelmumni, de 63 años, economista especializado en microcréditos, y miembro de la ONG Transparency Maroc, cree que el origen del descontento en la población se encuentra en el autoritarismo de la monarquía. Hay muy pocas personas que expresen esa opinión en Marruecos con nombre y apellidos. Abdelmumni es una de ellas.
El activista no elude tampoco las razones económicas. Afirma que sobre los 27 millones de personas en edad de trabajar, menos de 12 millones tienen un empleo. Recuerda que la masa laboral aumenta cada año en 400.000 personas, mientras la economía local no crea más que 26.000 puestos anuales. Y que en 2020, con la pandemia, se destruyeron 432.000 puestos de trabajo. El mal estado de la educación, la salud, la vivienda, el ocio, las libertades, las desigualdades sociales… Todos esos factores contribuyen, según Abdelmumni, a que “el sueño de Europa” se haya convertido en una “obsesión” entre los jóvenes y los más desfavorecidos.
Pero, más allá de esas razones, Abdelmumni opina que “el autoritarismo monárquico impide la resolución del conflicto del Sáhara, que a su vez impide el desarrollo de Marruecos y de la región”. Afirma que la propuesta que presentó Marruecos en 2007 respecto al Sáhara, de conceder una autonomía al territorio, solo será convincente “el día en que Marruecos sea percibido como capaz de asumir sus exigencias”.
Abdelmumni estima que “no puede haber una autonomía real en un Estado donde el rey tiene una autoridad hegemónica sobre el poder ejecutivo y el judicial, y no tiene ninguna obligación respecto al Estado de derecho ni a la rendición de cuentas”. Y concluye: “Esta situación seguirá impulsando a los responsables marroquíes hacia estrategias que dañen a sus vecinos. Y los responsables seguirán empujando a su población hacia la huida a través de España”.
El rey de Marruecos asignó en diciembre de 2019 a un selecto grupo de 10 mujeres y 25 hombres, profesionales de gran prestigio provenientes de las ciencias, las letras y las artes, la tarea de preparar un informe “franco y audaz” , con un diagnóstico sobre los problemas del país y un abanico de soluciones para enderezar el rumbo de aquí a 2035. Nació así la Comisión Especial del Modelo de Desarrollo (CSMD). Había mucha expectación para conocer el resultado.
Más de 10.000 personas intercambiaron opiniones con la Comisión. Se atendieron 6.600 contribuciones escritas, se efectuaron 30 visitas sobre el terreno en plena pandemia y se organizaron 113 talleres de trabajo. El resultado fue un informe de 167 páginas que el presidente de la comisión, Chakib Benmusa, entregó al rey en el palacio de Fez, el 25 de mayo, una semana después del “¡Traten de entendernos, por Dios!”.
Cambio “necesario y urgente”
La comisión señala en su informe que el cambio es “necesario y urgente”. Afirma que este sistema no satisface las necesidades de sus ciudadanos y que está en riesgo la “estabilidad económica y social” del país. Pone el dedo sobre “una justicia que carece de la falta de confianza”, una “burocracia puntillosa” y con “recursos ineficaces”. Sostiene que existe “un sentimiento de inseguridad judicial e imprevisibilidad que limita las iniciativas”. Y se habla de la “instrumentalización” de la ley.
El informe resulta tan interesante por lo que dice como por lo que no menciona. El texto reproduce, por ejemplo, las palabras de una joven, que afirma: “Hay quien tiene de todo y otros no tienen nada”. Pero no se analiza las posibles incompatibilidades entre poder político y económico.
En Marruecos, la primera fortuna del país pertenece al rey Mohamed VI. Otra de las mayores fortunas es la de Aziz Ajanuch (Akhannouch, en su transcripción francesa), quien ejerce como ministro de Pesca y Agricultura desde hace 14 años y es accionista principal de la cadena de gasolineras Afriquia, la mayor de Marruecos. Ajanuch se entrevistó por videoconferencia el 12 de mayo, cinco días antes del éxodo a Ceuta, con el dirigente del Partido Popular, Pablo Casado.
El informe de la comisión para el nuevo desarrollo solo menciona dos veces en sus 167 páginas la palabra “menores”. Y es para hablar en el mismo párrafo del drama del matrimonio de las mujeres menores de edad con hombres adultos. El problema de la emigración solo se menciona en un párrafo, donde se evoca también la fuga de talentos hacia países desarrollados.
Este diario planteó mediante correo electrónico varias preguntas a Chakib Benmusa, el presidente de la comisión. Entre ellas, por qué el éxodo a Ceuta no ha suscitado un debate en el país. Benmusa contestó: “La crisis con España tiene su origen en una cuestión esencial para los marroquíes, que es la cuestión nacional y la integridad territorial. Como presidente de la comisión, los medios nacionales me han preguntado sobre la situación de los jóvenes que intentan ir a Europa. No tengo el sentimiento de que el debate no exista en la sociedad”.
También se le preguntó a Benmusa, embajador marroquí en Francia desde 2012, si notó entre la gente miedo a expresarse. Y Benmusa respondió que las consultas se han efectuado de forma “franca y abierta”. Y que muchas de esas declaraciones han sido transmitidas en “total transparencia”, sobre la página Facebook de la comisión o en vídeos recapitulativos.
Finalmente se le planteó a Benmusa esta pregunta: el informe de la CSMD habla de la institución monárquica como “símbolo de continuidad histórica y de estabilidad”, como la “piedra angular del Estado”. ¿Ha pecado la CSMD de falta de audacia para proponer reformas relativas a una institución tan importante? “La labor realizada por la comisión se inscribe en el marco constitucional existente, en consonancia con la organización de los poderes que este marco define. Recuerdo que este marco fue aprobado por los marroquíes en un amplio consenso”, respondió el presidente de la comisión. “Muchas propuestas de la comisión son inéditas, y algunos las consideran audaces porque rompen con lo existente: situar al ciudadano en el centro de las políticas públicas como beneficiario, pero también como actor; (…) la transformación estructural de la economía y su apertura a agentes nuevos e innovadores, etcétera”, añadió.
La decepción de un joven
Un licenciado universitario de 25 años afirma sentirse muy decepcionado tras leer detalladamente el texto de los 35 expertos. Confiesa que veía a esta comisión, formada por gente brillante, como la última esperanza de su generación. Afirma que el informe está “vacío”, que no ofrece respuestas concretas a los problemas de la juventud ni de la sociedad. “La comisión plantea su objetivo de nuevo desarrollo para 2035. En esa fecha yo tendré ya 40 años. Veremos si a la próxima generación le van a organizar otra comisión para 2045”.
El licenciado se queja también de que la comisión no plantee propuestas sobre las libertades individuales. “No hablaron ni del sexo fuera del matrimonio, que está prohibido por el código penal; ni de la homosexualidad, que también está prohibida; ni de la igualdad en la herencia, que la mujer está condenada a recibir la mitad que el hombre; ni del lugar de la mujer marroquí en la sociedad… Todo eso lo ignoraron. Como si los únicos problemas del país fueran estrictamente económicos”, señala.
“El marroquí de 2035, como un chino”
“La comisión intenta que haya más puestos de trabajo”, reconoce este licenciado. “Pero solo para que crezca el PIB. No hablan del marroquí como un ser humano, sino como un robot. Se olvidan de que tenemos derecho a la diferencia, a la libertad de expresión. Esta comisión imagina al marroquí de 2035 como un chino: será educado, tendrá trabajo… Pero sin libertades, ni opiniones, ni derechos”.
En Marruecos aún permanecen en prisión los principales líderes del Hirak rifeño, el movimiento de protestas que se desencadenó en Alhucemas a finales de 2016. Naser Zafzafi, el más conocido de los activistas, cumple una condena de 20 años, acusado de atentar contra la seguridad interior del Estado.
También hay dos periodistas en prisión preventiva. Ambos están acusados de delitos sexuales y varias organizaciones humanitarias han reclamado su puesta en libertad y un juicio justo. Se trata de Suleimán Raisuni (detenido hace 13 meses) y de Omar Radi (hace 11 meses). Raisuni mantiene una huelga de hambre desde hace 66 días. Dris Radi, padre del periodista Omar Radi, explica que las motivaciones que animan a la gente a emigrar son “evidentes, como siempre lo han sido”. “Pero esta vez”, sostiene “se trata de una instrumentalización estúpida, tal vez criminal, de los menores”.
Por su parte, el licenciado en derecho Zakaria Zarruki, de 30 años, vecino de Fnideq (antigua Castillejos), la ciudad marroquí más cercana a Ceuta, cree que todos esos miles de personas que llegaron a Ceuta estaban “dimitiendo” de su país. “De un país que no resuelve sus problemas”, añade. “Y el Gobierno marroquí reconoció también su propio fracaso al abandonarlos a su suerte, al abrirles la puerta”.
Varios miembros en Tetuán de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) indican que entre las causas que llevaron a tanta gente a emigrar hacia Ceuta está el cierre de la frontera con Ceuta, desde marzo de 2020, a causa de la pandemia. Y también el cese del contrabando con España, que “era la única fuente de subsistencia para la gran mayoría de los habitantes de la región”.
Los activistas de la AMDH, que prefieren no revelar sus nombres, señalan que los menores viven las penurias de sus familias en el día a día, y van alimentando “un sentimiento de culpa” porque no pueden ayudar en nada. “Y esa culpa pretenden combatirla con la emigración”, añaden. Los militantes humanitarios describen un panorama de “puertas cerradas” en Marruecos, donde “los estudios ya no representan una garantía para lograr un empleo” y hay una “enorme cantidad de parados con diplomas universitarios”.
Estos activistas de Tetuán aseguran que el éxodo masivo se produce cuando “una patria destroza a sus hijos y los arroja como comida para los peces del mar”, y cuando “el Estado desprecia a su juventud”, cuando “los jóvenes no encuentran ni siquiera un euro para comprarse el pan”, “cuando se preguntan por su porvenir perdido y no encuentran respuestas”.
Una de las activistas añadió que los gobernantes marroquíes son “unos cobardes corruptos, sin moral”. Y apostilló: “Pero tampoco España se libra de culpa cuando ha devuelto a esos pobres menores a Marruecos. España (…) no ha respetado los derechos de los niños del Sur. Esos niños, aunque son pobres, son muy inteligentes. Y volverán a emigrar, porque saben que el país de acogida se hará cargo de ellos si no van acompañados. Y muchas veces son sus padres quienes los animan a salir”.