La ETT de la izquierda

Dividido y sin liderazgo estable, el campo progresista gallego busca la enésima alternativa multipartita al PP

Carteles electorales en una calle de la localidad de Viveiro, en Lugo.OSCAR CORRAL (EL PAÍS)

No ha habido muchos destinos profesionales mejores para varias generaciones de economistas gallegos que la dirección del PSdeG-PSOE. La llamada ciencia lúgubre ha servido de cantera inagotable para la dirigencia socialdemócrata en Galicia. Los dos únicos presidentes socialistas que ha tenido la Xunta (apenas seis años entre ambos desde 1981) eran profesores de economía, como lo era el candidato en las autonómicas de 2016; lo es el actual, ...

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No ha habido muchos destinos profesionales mejores para varias generaciones de economistas gallegos que la dirección del PSdeG-PSOE. La llamada ciencia lúgubre ha servido de cantera inagotable para la dirigencia socialdemócrata en Galicia. Los dos únicos presidentes socialistas que ha tenido la Xunta (apenas seis años entre ambos desde 1981) eran profesores de economía, como lo era el candidato en las autonómicas de 2016; lo es el actual, Gonzalo Caballero, y lo es asimismo el principal cargo público del PSdeG, Abel Caballero, alcalde de Vigo y tío del anterior.

Tanto dirigente salido de la universidad ha garantizado a los socialistas por lo general líderes bien preparados y con formación sólida. Pero una cosa son las aulas y otra los mítines. Resulta muy difícil gestionar si no se consigue también entusiasmar. Y a los profesores del PSdeG les costaba entender que tal vez las hojas de Excel no son el mejor modo de levantar las pasiones del electorado (aunque siempre cabe la transformación: Abel Caballero ha pasado de ministro técnico a alcalde que toca la guitarra en la televisión local).

Por encima, la dirigencia del PSdeG ha padecido las miserias de la temporalidad laboral. En los últimos 30 años, el PP solo ha tenido dos candidatos a la Xunta, Fraga y Feijóo. Gonzalo Caballero es el séptimo socialista en el mismo periodo. Difícil consolidar así una alternativa, incluso en estos tiempos en que el PSOE gallego llegó a acariciar la posibilidad de un cambio en el poder autonómico tras sus éxitos en las municipales y en las generales del año pasado.

Las autonómicas casi nunca han dado al PSdeG sus mejores glorias. En 2016, hasta perdió el liderazgo de la oposición barrido por la ola de las Mareas. Tras un minucioso ejercicio de autodestrucción, el espacio de Podemos y sus confluencias nacionalistas comparece ahora exhausto por años de luchas internas. Y entre las debilidades de unos y otros, ha resucitado el BNG, al que ya casi se daba por muerto y que sí parece en ciernes de consolidar un liderazgo joven con Ana Pontón. Los socialistas vuelven a verse en una coyuntura demasiado familiar: ya no solo pugnan por acabar con la mayoría absoluta del PP, también por ser la fuerza que encabece una eventual alternativa, forzosamente multipartita.

Con este panorama, es fácil entender la gran ventaja de Feijóo. El votante de centroderecha no tiene dudas. En el otro campo, aún hay muchos que se debaten entre tres opciones. Incluso una cuarta: irse a la playa.

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