Sánchez fija para el 16 de julio el homenaje a las víctimas del coronavirus
El presidente insiste en la unidad institucional ante los reproches de PP y Vox por los ataques a la Constitución y la Corona
“Dos no se pelean y no se ponen de acuerdo si uno no quiere”. El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, ha acabado así su intervención de este miércoles en la sesión de control del Congreso, ante la nueva remesa de ataques primero del líder de la oposición, Pablo Casado, y luego del jefe del tercer partido de la Cámara, Santiago Abascal, de Vox. Ambos han reprochado a Sánchez la que definen como nefasta gestión de la crisis de la covid-19, pero, sobre todo, los ataques que observan a la Constitución y que algunos persigan ahora un nuevo proceso constituyente y los embates a la Corona. Sánche...
“Dos no se pelean y no se ponen de acuerdo si uno no quiere”. El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, ha acabado así su intervención de este miércoles en la sesión de control del Congreso, ante la nueva remesa de ataques primero del líder de la oposición, Pablo Casado, y luego del jefe del tercer partido de la Cámara, Santiago Abascal, de Vox. Ambos han reprochado a Sánchez la que definen como nefasta gestión de la crisis de la covid-19, pero, sobre todo, los ataques que observan a la Constitución y que algunos persigan ahora un nuevo proceso constituyente y los embates a la Corona. Sánchez identificó como iguales a ambos líderes de la derecha y sus intereses y esquivó el cuerpo a cuerpo. En su respuesta aprovechó para anunciar que ya está perfilado el homenaje institucional a las víctimas y los servidores públicos que combatieron en primer línea contra el coronavirus. Será el 16 de julio en la plaza de la Armería de Madrid y asistirán las autoridades del Estado y de las instituciones europeas más relevantes.
La pregunta oficial registrada de Pablo Casado al presidente versaba sobre si el presidente considera que su gestión ha podido provocar una crisis constituyente, en alusión a una mención que realizó en la sesión de control de la semana pasada el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, a otra cuestión y a la que se ha agarrado el PP para vaticinar que el Ejecutivo está permitiendo que se cuestione la vigencia de la Constitución de 1978. Casado, sin embargo, usó la pregunta para arremeter de nuevo con dureza contra Sánchez con referencias críticas de Felipe González a que el Gobierno actual parece el camarote de los hermanos Marx y sobre todo contra los socios de la actual coalición, personalizando sus ataques en Pablo Iglesias, Oriol Junqueras y Arnaldo Otegi.
El presidente Sánchez, que comparecía así en la última sesión de control bajo el estado de alarma que acaba el 21 de junio, no se llamó demasiado a engaño ante el tono despectivo de Casado a su mano tendida en los últimos días para alcanzar algún pacto con otros partidos y los agentes sociales, y optó por insistir en la idea de que gracias a las medidas acordadas se habían salvado 450.000 vidas y miles de empleos y empresas.
El jefe de Gobierno anunció ahí que finalmente la fecha para la celebración en España de un homenaje de Estado a las 27.000 víctimas oficiales que han perdido la vida y a los servidores públicos que han estado en primera línea contra la pandemia se celebrará el 16 de julio. El acto, que estará presidido por el rey Felipe VI, se celebrará en la plaza de la Armería del Palacio Real de Madrid. El Gobierno ha fijado que con el mismo persigue que “la sociedad española brinde un merecido y sentido agradecimiento a todas las personas y colectivos públicos y privados que han luchado y siguen luchando en primera línea contra el virus, durante la pandemia”.
El Gobierno espera contar en esa ceremonia con la presencia de los responsables de las instituciones españolas, encabezadas por el rey Felipe VI, y también ha invitado al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y al presidente del Parlamento europeo, David Sassoli, al alto representante de la UE, el español Josep Borrell, así como al director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Pablo Casado, en su réplica, no ofreció ningún indicio de aceptar colaborar con el Gobierno ni de permitir un teórico acercamiento. El dirigente del PP puso de nuevo en duda la cifra de víctimas y la elevó a 43.000, enumeró que en otros países europeos sí ha habido consecuencias políticas, ceses y dimisiones por mala gestión sobre la pandemia y achacó a Sánchez la responsabilidad sobre el agitado clima político del país: “La crispación que vende su propaganda no es más que el eco del no es no. La confrontación que nos atribuye lleva la huella de su cordón sanitario. La división que nos imputa es la sombra de su propio Gobierno. Los únicos antipatriotas que hay aquí son los socios que le hicieron presidente”. Sánchez acabó ese debate con Casado como la semana pasada: “Si quiere unidad, aquí está el Gobierno, si quiere bronca, ahí tiene a la ultraderecha”.
El duelo de Sánchez con Santiago Abascal, de Vox, no resultó muy diferente. El líder de Vox registró incluso una pregunta muy similar a la de Casado de la semana anterior para rebatir que España vaya a salir mejor y más unida de esta crisis. Sánchez se lo recordó para igualarlos e insistió en que esa respuesta sería más útil para encarar el final de la epidemia con más fuerza si hubiera “más unidad y justicia social”. Pero el presidente no se engañó tampoco y consideró “imposible” cualquier pacto con Vox.
Santiago Abascal aumentó aún más cifra de muertos de la covid-19 hasta 48.000, culpó al Ejecutivo de los peores récords mundiales en su respuesta al coronavirus y responsabilizó también a Sánchez del clima de “enfrentamiento, sectarismo y división” del país pero en este caso por los ataques de algunos componentes del Ejecutivo especialmente a la corona y al Rey. En ese punto el líder de Vox señaló de nuevo al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias.
Los reproches de otros dirigentes del PP o de partidos hermanos, como Unión del Pueblo Navarro, se reprodujeron a continuación contra otros miembros del Gobierno por permitir o alentar incluso ataques contra la Monarquía. Carlos García Adanero, de UPN, catalogó como “inapropiado” a todo el Ejecutivo por muchas razones que enlazó sin más nexo común que lo que definió como su objetivo contra la jefatura del Estado “como símbolo de la unidad de España”.
Cayetana Álvarez de Toledo, la portavoz popular en la Cámara, hizo lo propio contra la vicepresidenta, Carmen Calvo, a la que criticó porque cree que no respeta al Parlamento y contra la que arremetió también por las alusiones a la crisis constituyente que ella ve, sin embargo, como “una crisis moral del socialismo”. Calvo respondió a la oferta de la semana pasada de Álvarez de Toledo para tomarse un café privado y hablar filosóficamente sobre la verdad que la popular reconvirtió en un café-debate público y transmitido. Calvo precisó la invitación: “Yo la invité a un café entre dos mujeres normales y corrientes y usted me ofreció un circo. Yo los debates lo tengo aquí, con cámaras y taquígrafos”.
Teodoro García Egea, secretario general del PP, utilizó su turno para exigir responsabilidades por los fallos de la crisis a Iglesias y por sus cambios desde que era líder de Podemos en la oposición a la vicepresidencia actual. Iglesias interpretó esa posición de “berrinche, provocación y mala educación” general del PP en que ese partido no asume estar en la oposición cuando pierde el Gobierno y les recriminó “traicionar a España” por aliarse en Europa con los partidos más a la derecha para exigir condiciones duras al país en el futuro fondo de reconstrucción europeo.